Christiane Félip Vidal
Lima, lunes 23 de marzo de 2020
Un día despertaremos y todo habrá cambiado: Bolsonaro, Putin, Trump, Maduro, Erdogan, Kim Jong-Un habrán desaparecido bajo una lluvia de virulentas partículas, que, tales misiles inteligentes, apuntaron a sus cabezas coronadas.
Un día despertaremos y todo habrá cambiado: en las ciudades las mujeres caminarán sin miedo de día, de noche, por calles, avenidas y malecones. Se sentarán a tomar un café, un té, una copa de vino, a disfrutar de la charla de otr@s, del abrazo de otr@s. En el campo se sentarán a ver el renacer de la naturaleza sobre los antiguos suelos mineros y se juntarán recordando leyendas y ritos, danzas y cantos.
Un día despertaremos y todo habrá cambiado: los delfines y los patos retozarán en los canales de Venecia; ciervos, zorros, cabras, jabalíes, elefantes y pavos reales pasearán por las calles de ciudades vacías, recuperando los espacios que alguna vez el ser humano les arrebató.
Un día despertaremos y todo habrá cambiado: le sacaremos punta a lápices con olor a madera o mojaremos una pluma en tinta violeta y escribiremos cuentos en papel a raya con la letra redonda de nuestros cinco años.
¿Bonito?
¡No me digan que se lo creen!
Porque las utopías que nacen en tiempos de crisis no duran. Porque el ser humano no aprende y la Historia se repite.
Por eso, un día, otro día, despertaremos y nada habrá cambiado.