Durará este encierro

Escritoras peruanas en cuarentena

Muerte, virus, pandemia, contagio, distancia social son palabras que han llegado a nuestras —hasta hace poco— intensas vidas contemporáneas y nos han instalado en este encierro. El estado de emergencia y una cuarentena rígida provocan asombro, abatimiento, confusión, claustrofobia. Provocan miedo. Nos obligan a reconocernos vulnerables. A la vez nos retornan a la vida doméstica: cuidar de los nuestros o dar la estocada final a una relación afectiva en crisis, revelada ahora sí insostenible en 45 metros cuadrados. Las redes, más intensas que nunca en estos días, nos trasladan a lo público. Las ciudades van siendo tomadas por los astros y por la naturaleza silvestre: los cielos, los ríos y los mares exhiben su belleza y los animales aparecen indiferentes a nosotras.

El encierro nos abruma, nos hace pasar del desconcierto al optimismo, y viceversa. Un minuto pensamos que, por fin, el mundo será más solidario; al siguiente, lo contrario: que, al cabo, cuando por fin abramos nuestras puertas, la distopía nos habrá alcanzado. El encierro nos trastoca, nos convierte en policías de otros, y condenamos, inconscientes, su imposibilidad de encierro. Nos adaptamos por fuerza al teletrabajo y a una educación sentimental a distancia, que hasta hace unos días veíamos con extrañeza entre los más jóvenes, pero que hoy parece imponerse.

En el afuera de este encierro, la pandemia. Desde que esto comenzó, el presidente aparece cada mediodía para informar sobre el virus y las medidas tomadas por su gabinete. En las noticias insisten en que solo se lo vencerá actuando de manera colectiva. Sabemos que también exige dejar de abrazar, de tocar, de besar a los nuestros. Las salidas, solo esporádicas, solo imprescindibles. Difícil en un país donde reclusión significa a menudo hambre y violencia.

Los textos, recogidos en cuatro días, han sumado un total de cuarenta y seis, a los cuales eventualmente se añadirán otros. Se irán subiendo a este portal cada tres días, hasta completar cuatro entregas. De este modo podrán acompañar a las lectoras y lectores en estos días.

Las editoras queremos agradecer, ante todo, a las autoras, que respondieron de inmediato con generosidad y entusiasmo a nuestra propuesta, incluso cuando finalmente, por variadas circunstancias provocadas por este momento singular, no pudieron entregarnos sus textos en los plazos necesarios. Confiamos en que pronto o más adelante quedarán integrados al conjunto.

Finalmente, agradecemos también a Lima En Escena por acoger este proyecto sin reservas y cedernos el espacio virtual para alojarlo.

Anahí Barrionuevo / Ana María Vidal / Victoria Guerrero (eds.)

Lima, sábado 28 de marzo de 2020