Un alto silencio

Myra Jara
Lima, miércoles 25 de marzo de 2020

 

Estoy desnuda en un lugar que no tiene un nombre real porque estoy suspendida, estoy ligeramente atrapada. Los vestidos preciosos están en el clóset, son largos y bellos, son míos. La poesía es un vestido precioso frente a los espejos de mis casas. Vivo en muchos lugares. La enfermedad a mí alrededor me obliga a concentrarme en los reflejos del mundo. Paso largas horas en cama. No levantarse de la cama y vivir en ella es como vivir bajo un cielo triste y creativo. Algunas veces he sobrevivido solo por tener una cama y vivir mucho en ella. Soy soberbia, digo siempre que la poesía no me interesa completamente, pero la verdad es que la pobreza de la poesía es bellísima. La pobreza de la poesía es alta y conmovedora. Mírenme echada en la cama, el mundo de la cama es pobre y poético. Miren, por favor, el milagro de mi cama, miren el milagro de mi alma. La verdad es que yo quiero la pobreza de la poesía, solo su pobreza en este periodo de silencio, solo esa belleza que corta el cielo. Todos los días en este periodo del mundo hago algo poético: me meto a la ducha y trato de limpiarme la enfermedad mental con el agua. Lo logro cuando comienza a atardecer, siempre. Existe una cosa extraña en este tiempo del virus. No puedo decir qué es. Una cosa extraña, terrible, rápida, imaginaria; una extraña cosa desordenada.