María Sosa: “Para algunos medios, los manifestantes han pasado sólo a padecer”

Ante la actual crisis política y polarización en la que se encuentra sumido el Perú es necesario preguntarse cómo se desenvuelven los grandes medios de comunicación y medios alternativos o independientes ante esta coyuntura. La comunicadora María Sosa, articulista del Instituto de Defensa Legal de Perú, de la revista latinoamericana de ciencias sociales Nueva Sociedad, investigadora de IDL- Justicia Viva y editora de la Revista Ideele, nos ofrece su particular mirada al respecto.

“Los medios digitales regionales han cumplido una labor importante al visibilizar las voces de grupos históricamente excluidos en un país tan centralista. Podría decirse que sus contenidos han sido expresión de lo vivido por los sujetos colectivos de cada una de las regiones. En ese sentido, ha habido un cubrimiento de la denuncia, como lo sucedido en Ayacucho o en el río Ilave, en Puno, en el que las fuerzas del orden intentaron responsabilizar a manifestantes de las muertes de militares, pero también de las demandas políticas”, señala María Sosa, quien en las siguientes líneas habla sobre el papel de los medios en esta actual coyuntura.

-María, ¿cómo observas el desenvolvimiento de los medios tradicionales y digitales en la coyuntura actual?

-Antes permíteme hacer una diferencia. No dividiría entre medios tradicionales y digitales, sino entre grandes medios de comunicación y medios alternativos o independientes. En su mayoría estos medios independientes tienen como plataforma principal el internet. Digo esto porque, precisamente, los grandes medios de comunicación tienen como uno de sus canales los medios digitales que son, de igual manera, los de mayor llegada en la población.

Ahora sí, respondiendo a tu pregunta, en un escenario de polarización las diversas identidades políticas quedan subsumidas dentro de dos grandes posicionamientos. En el contexto actual, las dos posturas enfrentadas son la proestablishment y la antiestablishment, y los medios de comunicación no han escapado de estas. Los medios tradicionales, por ejemplo, han asumido una postura que criminaliza la protesta y subestima las demandas centrales de la población que se manifiesta. Ello lo hacen adoptando una narrativa que sostiene que quienes encabezan las movilizaciones son terroristas, representantes de economías ilegales o líderes extranjeros de izquierda, acusaciones que no son nuevas, pero que antes solo eran parte del repertorio de grupos de extrema derecha. Por su parte, los medios digitales alternativos, en su mayoría, se han posicionado en apoyo a las multitudes que salen a las calles con voces bastante heterogéneas, pero que pueden ser resumidas en la demanda de una nueva Constitución.

Lo interesante es que, si bien los medios de comunicación adoptan narrativas, también tienen el poder de reconducirlas. Mientras crece la represión y, con ello, el apoyo o la “solidaridad” al sector antiestablishment, poco a poco, diferentes medios, algunos de ellos masivos y con una capacidad importante de influencia, están logrando reconducir las narrativas de las protestas, adoptando una que se centra únicamente en la denuncia ante la represión estatal y en la que los manifestantes han pasado de “manifestar” a exclusivamente “padecer”.

Denunciar el abuso del uso de la fuerza es completamente necesario, pero si esta pasa a debilitar la demanda política se convierte, claramente, en un problema para los sectores que se movilizan por cambios estructurales —a pesar de que no exista algún proyecto político concreto—. Y es un problema porque el cambio que termina protagonizando el debate público es de otra índole, un cambio que solo ve singularidades y pide la disolución del Congreso y la renuncia de Dina Boluarte, pero que en buena cuenta mantiene el statu quo, como sucedió en noviembre de 2020.

– ¿Cuáles consideras son los aportes más significativos de los medios en línea digitales de las regiones algunas de las cuales atraviesan una severa crisis política?

-Creo que los medios digitales regionales han cumplido una labor importante al visibilizar las voces de grupos históricamente excluidos en un país tan centralista. Podría decirse que sus contenidos han sido expresión de lo vivido por los sujetos colectivos de cada una de las regiones. En ese sentido, ha habido un cubrimiento de la denuncia, como lo sucedido en Ayacucho o en el río Ilave, en Puno, en el que las fuerzas del orden intentaron responsabilizar a manifestantes de las muertes de militares, pero también de las demandas políticas.

El gran problema es que los medios digitales, regionales o locales son medios que suelen tener una audiencia bastante limitada por su cobertura centrada en el espacio geográfico, vuelvo a repetir, en un país tan centralizado, o para quienes están en otras locaciones, pero ya tienen un interés y un posicionamiento marcado sobre el tema.

Lo que le llega a la mayoría de la población, además de los contenidos proestablishment producidos por el conglomerado mediático, es el rebote de los medios con mayor influencia que apoyan —a su manera— a los manifestantes. Y aquí sucede el ejercicio periodístico de siempre: la selección y el descarte de contenido.

Periodista y fotógrafa. Siguió la carrera de Comunicación Social y Periodismo Económico. Laboró en los diarios La Voz, Síntesis, Gestión y en la revistas Oiga. El 2000 fundó el portal digital MIAMI EN ESCENA (Florida, Estados Unidos) en donde radicó 10 años. A su retorno al Perú crea el magazine online LIMA EN ESCENA.