A más de un año de la publicación de la potente novela “Agua” (Cocodrilo Ediciones, 2023), ópera prima de la académica y escritora peruana Lucero de Vivanco, consideramos pertinente entrevistar a la autora, quien nos ofrece algunos alcances sobre la misma
Agua (Cocodrilo Ediciones, 2023), título de la autora peruana Lucero de Vivanco, nos habla de una niña sometida a las presiones de la natación competitiva que busca encajar en un entorno marcado por disciplinas y dinámicas ocultas. Para la protagonista de este libro, el agua es mucho más que un vehículo para el triunfo: es el escape de una dominación imperceptible, de una familia que guarda secretos, de insectos innombrables que acechan a toda hora, de la ansiedad y las humillaciones soportadas en silencio. Es también un espacio seguro entre su grupo de hermanas y hermanos, identificados por los disfraces que visten en una fotografía antigua: la gitana, la tirolesa, el capitán de barco, la pirata, el campesino, la mariposa y la tarzana.
Para Lima en Escena, es un honor charlar con la autora Lucero de Vivanco.
-Lucero, ¿Cómo estás?… Permíteme empezar por los vaivenes de la gitana, la tirolesa, el capitán del barco, la pirata, el campesino, la mariposa, la tarzana, hermanas y hermanos de la pequeña protagonista, cuyas vidas se asemejan a personajes de una pieza teatral cuyo drama nos habla de la violencia intrafamiliar. En Agua “Toda realidad supera la ficción” …
Es muy pertinente tu pregunta, Rosana. Efectivamente, fui escribiendo la novela como si se tratara de una gran pieza dramática, en la que cada capítulo constituye una escena. Por un lado, los personajes están caracterizados a partir de los disfraces que portan en una fotografía familiar antigua. La protagonista y narradora, la única sin nombre ni disfraz en la novela, ve a sus hermanos y hermanas mayores disfrazados en una imagen previa a su nacimiento y queda fascinada con ese mundo carnavalesco. Por eso asimila el disfraz al nombre de cada uno de ellos. Tiene algo del tópico literario theatrum mundi: el mundo como un gran drama donde cada ser humano juega un rol social asignado por un dios o poder superior. En mi novela los personajes no aluden a caracteres sociales, pero el núcleo familiar tradicional funciona de manera equivalente a una sociedad y cada miembro cumple con una función que de alguna manera le viene asignada por el pater familas. Creo que eso puede verse también en Agua: un padre gracioso, entretenido, curioso, pero que al mismo tiempo dispone de sus hijos como si se trataran de objetos de su propiedad, y define sus perfiles y destinos.
Por otro lado, la opción por mantener los disfraces asimilados a los personajes representa en la novela la elección por ocultar, simular, encubrir. ¿Qué cosa? El abuso, en distintas dimensiones y expresiones de la vida cotidiana. Esta familia, estos niños disfrazados, ya de adultos, optan por mantener el enmascaramiento: prefieren el secreto de los abusos al interior de la familia antes que confrontar el pasado y asumirlo tal como fue. Por eso mantienen el disfraz hasta el final de la novela.
-El tema de la memoria familiar, pero sobre todo la memoria referida a las diversas disciplinas de la cultura popular, enriquece algunos relatos. Estos pasajes nos oxigenan, nos apaciguan, nos distraen ante el abuso tácito. Poner en foco las décimas de Nicomedes Santa Cruz, a las protagonistas de las novelas de Corín Tellado o parafrasear esta emblemática canción de la nueva ola “La novia” de Antonio Prieto, por ejemplo. Cuéntanos sobre este tejido, este entramado…
La inclusión en la novela de algunas manifestaciones de la cultura popular como las que mencionas tiene al menos un par de propósitos. Primero, diría que pone en contexto la novela, inserta los acontecimientos en una época que posee sus propios referentes culturales. Yo crecí en los sesenta y los setenta escuchando esas canciones, leyendo esas novelas rosas, recitando de memoria las décimas de Nicomedes. Pienso que era lo que sucedía en familias tradicionales como la mía. Pero también diría que es una forma de conectar los ámbitos privado y público, de dar cierta continuidad entre ellos. No quería que los abusos o la transgresión de límites que sucedían al interior de la familia se entendieran como un caso único o excepcional. Quería que el abuso y su permisividad aparezcan como parte de la memoria de una época, de su cultura tolerante a las microviolencias cotidianas.
Adicionalmente a lo anterior, la canción de “la novia” está asociada a la mariposa, que abusa de su hermana menor durante cinco años. Es una canción de pérdida, donde un hombre ve cómo la mujer que ama se casa con otro hombre. Está presentada como la canción favorita de la mariposa. Con ello quería aludir a la relación entre la pérdida y el desarrollo de la personalidad narcisista, que es como está caracterizada la mariposa. Porque una reacción posible frente a una pérdida es la desconexión emocional y la falta de empatía, o la búsqueda constante de atención externa para compensar el vacío que queda en el sujeto que ha perdido algo valioso, ambos rasgos narcisistas, que facilitan actitudes abusivas. Pero la verdad es que no sé si me salió tan bien. Creo que no es una interpretación a la que se pueda llegar de manera directa o evidente.
-Para terminar con este punto. Observamos una interesante, pero pequeña banda sonora que acompaña un relato. Cat Stevens, Bee Gees, Roberta Flack. No todo era nadar, sumergirse en los entrenamientos o competencias…Todo esto se compaginaba con otros gustos como la literatura, la música, ¿no?
Exactamente es lo que tú sugieres. Esos cantantes, junto con Los Beatles, aparecen en tres escenas que llevan siempre el mismo nombre: “Línea negra”. La línea negra refiere a la línea pintada en el fondo de las piscinas deportivas, para marcar el rumbo de los nadadores en cada carril o pista. En la novela yo menciono que la natación le da a la protagonista, entre otras cosas, la oportunidad de evadirse de la realidad por medio de la imaginación y la fantasía. Y las escenas de la línea negra representan esos momentos donde la niña o la adolescente nadadora se pierde en sus ensoñaciones mientras entrena, se escapa de la férrea disciplina deportiva e imagina para ella vidas alternativas, identidades potenciales distintas. La línea negra, por así decirlo, estampa el camino hacia otros mundos posibles. Las canciones –y las líneas negras en general– vehiculizan esos ensueños y permiten que la protagonista se vea a sí misma fuera del universo de la natación: como cantante, como escritora, como chef, o simplemente como una adolescente descubriendo el amor y la sensualidad, algo totalmente opuesto al abuso al que ha sido sometida de pequeña.
-Desde una mirada en retrospectiva y más allá de hechos que se llevaron a cabo casi en paralelo: la llegada del hombre a la luna y la estatización de la International Petroleum Company durante el gobierno militar de Velasco. ¿Qué te dejaron estos dos hechos?
Nuevamente supone poner la novela en su contexto sociopolítico y vincular lo público con lo privado. Afuera, en el ámbito público –en las calles, en la sociedad– se alcanzaban grandes logros para la humanidad, como la llegada del hombre a la luna, que supone una exploración sin cortapisas. Al mismo tiempo –de manera contradictoria– en el Perú (y en otros países) el poder se imponía de manera autoritaria: el golpe de estado del 68 y la estatización de la compañía petrolera figuran ese autoritarismo. En ambos casos, el padre es el que trae las noticias al hogar, el que hace ingresar el conocimiento del espacio público en el privado. La llegada a la luna la presenta como algo positivo, una meta esforzada que se alcanzó con perseverancia y voluntad política, haciendo un guiño a la disciplina con que debe encararse el deporte competitivo. Lo del golpe de estado y la estatización son presentados como negativos, como restricciones a la libertad y abusos de poder.
Por otro lado, adentro, en el ámbito privado –en la casa, en los dormitorios– sucedía algo equivalente y también paradójico: el deporte representa el final exitoso de un camino voluntarioso y sacrificado, la épica de la cual el padre se sentía orgulloso y que le daba notoriedad social. Pero esta épica convive con las situaciones de abuso, que son también abusos de poder, quebrantamiento de límites, coacción de libertades y derechos, algunos perpetrados por el propio padre. En la vida privada estos abusos no son reconocidos como tal o están normalizados o quedan encapsulados como férreos secretos. Eso quería evocar: las contradicciones que suceden en ambas dimensiones; pero también en el propio padre, que disiente de la forma en la que se ejerce el poder fuera de casa, pero no es consciente respecto de sus propias formas de ejercerlo.
-¿Qué implicó crecer con el peso del padre, las hermanas y hermanos?
Bueno, creo que la pregunta considera dos niveles distintos, el ficcional y el real, y ambos niveles coinciden al ser una novela inspirada en mi propia biografía. Así la voy a responder.
Primero, la protagonista, al ser la menor de ocho hermanos y hermanas, con muchos años de diferencia, llega a un mundo donde las dinámicas familiares están ya establecidas, por lo que a ella le toca transitar un camino que se ha decidido con anterioridad y al margen de ella. Por ejemplo, el hecho de tener una hermana mayor campeona de natación, hace que comience a nadar a los tres años, y a entrenar y competir a los seis. La niña se convierte, así, en nadadora sin haberlo decidido nunca. En este sentido, en la segunda parte de la novela, la protagonista transita un camino de descubrimiento y toma de conciencia de lo que ha sido su infancia: elabora, confronta y acepta lo que corresponde. Logra incorporar sus duelos como ejes estructurantes de su fuerza vital y su personalidad.
Segundo, la situación de nacer en una casa de familia numerosa, hace que se dé por sentado que ella está siempre acompañada de hermanos y hermanas mayores que debieran funcionar como figuras cuidadoras o protectoras. Pero esto no es así: la novela más bien apunta a mostrar que la pequeña protagonista vive en ambientes adultos, y en ese sentido está expuesta a situaciones y discursos que no son aptos para su corta edad, que la vulneran. Todo esto asentado en pocos cuidados de la madre, y en una figura materna torpe y distante, sumisa a la ley del padre.
-Me gustó el rol de la cueva-barco. El ejercicio de toda esa complicidad con la protagonista. Ese descubrir de experiencias de vida, de frases como perra, aborto y más. Háblanos de esta cueva-barco. ¿Qué representó?
Como autora, construí el espacio de la cueva-barco tratando de que sea multifuncional y repercuta con alto valor simbólico en la lectura. Primero, pensé que la pequeña protagonista necesitaba un lugar seguro donde habitar, donde refugiarse cuando el mundo de adultos que la rodeaba se volviera hostil o amenazante, cuando se sintiera especialmente excluida o vulnerable. Por eso la cueva-barco es un espacio cerrado por todos los lados, al igual que otros espacios del mismo estilo en la novela (aunque menos notorios), como la covacha debajo de la mesa de costura o el cobertizo en el patio de colegio. Exagerando un poco, se podría decir que son micro «habitaciones del pánico».
Segundo, la cueva-barco es un lugar de observación, de atestiguamiento del entorno de sus hermanas mayores: sus imaginarios, sus transgresiones a la ley, sus experiencias vitales. Pero, sobre todo, testimonia y absorbe desde ahí el lenguaje de la adultez, con toda su ambigüedad y su violencia. En este sentido, el libro se levanta también como una novela de aprendizaje o de formación, pues a través de todos estos insumos, en particular con la adquisición de un lenguaje específico, la pequeña niña hace su transición hacia su propia vida adulta.
Finalmente, pienso que la cueva-barco es también, simbólicamente hablando, un lugar de enunciación. Ahí encontramos a la narradora adulta de la novela, intentando recuperar la mirada y la voz de la niña protagonista, para contar la historia de ambas.
-Para terminar. En una de las entrevistas que ofreciste a los medios sobre tu novela Agua, te referiste a un punto de vital importancia. Hablaste sobre la no existencia de un Me Too para las niñas y los niños violentados. ¿Debería existir una organización o colectivo similar para las niñas y niños abusados?
La vulnerabilidad radical de la niñez y la extemporaneidad con la que llegamos siempre a las violencias que la afectan –tarde, demasiado tarde– es un asunto que me da escalofríos. No es que no existan organizaciones, públicas y privadas, que velen por los derechos y protección de niños y niñas y que ejerzan una función preventiva. Pero cuando no se llega a tiempo, el daño o sus huellas es para toda la vida.
Tal vez el principal problema sea que no tenemos acceso de manera directa e inmediata a la voz de los niños y las niñas. La voz de la infancia está siempre mediada por un adulto, o recuperada como memoria o como imaginación del pasado. En este sentido, niños y niñas no son actores políticos: no tienen lugar en la protesta, en la denuncia, en el reclamo. Por eso se dice en Agua: «no hay un #MeToo ni otros colectivos a los que llegar con un letrero». De hecho, en la etimología de la palabra «infancia» vemos que esta viene del latín y significa «incapacidad de hablar». ¿Cómo protegemos si, además, según la OMS y la UNICEF, una de cada cuatro acciones de abuso o violencia sobre menores ha sido perpetrada por padres o cuidadores?
La toma de consciencia y la educación es, entonces, imprescindible. Y la literatura ha jugado siempre un papel en ese sentido: no solo representa la cultura y la sociedad de la que emana, sino que colabora con su construcción. Espero que Agua aporte en algo.