Directora de la librería Escena Libre y activista feminista del colectivo Comando Plath en una charla con Lima en Escena. Fotos: Rosana López Cubas.
Es una guerrera en sus ideales, en su militancia feminista y en su quehacer como librera. Lectora intensa y profunda Ana Bustinduy, llegó hace un puñado de años a nuestro país en compañía de Carlos Lorenzo, su compañero, para empezar desde cero una vida juntos en nuestra ciudad capital, lejos de su país de origen: España.
Al poco tiempo de recalar en Lima, la pareja dio vida a la ahora emblemática y recordada librería La Libre de Barranco, íntimo y amigable espacio de lectura, venta de libros y casa cultural que hace aproximadamente un año cerró sus puertas tras colapsar por las obras de un proyecto inmobiliario que ocasionaron daños en la estructura de la histórica y añeja casa. Ahora ambos administran Escena Libre, pequeña librería ubicada en el Centro Cultural de la PUCP de San Isidro.
Para celebrar a La Libre, los libros, los lectores y las autoras, Lima en Escena charló con Ana Bustinduy.
-Ana, hace algunos años llegaste de España en compañía de tu compañero y tuvieron la genial idea de abrir una librería en Barranco…
-Abrimos la librería en Barranco de manera inconsciente. Llegué a Lima con mi compañero, amigo y socio sin conocer a nadie. Es más, no sabíamos nada sobre el negocio librero. No lo planificamos.
-¿Cómo se les ocurrió incursionar en un rubro de negocios absolutamente desconocido?
-En Barranco no había una librería para comprar libros o sencillamente visitar y ojear nuevos títulos. Las clásicas librerías ubicadas en diversos puntos de Lima eran cadenas grandes y abrumadoras. Al observar estos formatos decidimos crear un espacio pequeño, íntimo y amigable.
-Así surgió La Libre…
-Sí, con Carlos, mi compañero, ideamos una librería chiquita en donde los lectores, los visitantes y nosotros podamos interactuar de manera cercana, amigable. Apostamos por Barranco porque es el distrito en donde establecimos nuestra residencia.
-La Libre llamó la atención por su original diseño y marcó un hitó por su catálogo.
-Apostábamos por títulos feministas, por títulos de autoras peruanas, autoras latinoamericanas… Deseábamos darles todo el protagonismo. Fue una apuesta desde la convicción pero sin saber si resultaría o no. Nos lanzamos pensando que a lo mejor a alguien más le agradaría nuestra propuesta. Con respecto al tema del diseño nos apoyó Wilder Minay, un carpintero maravilloso, quien se involucró con el proyecto desde el inicio y nos hizo toda la estantería. Él es una parte importante de La Libre.
-Me enteré de La Libre por Carmen Ollé quien me comentó emocionada de tener cerca a su casa una pequeña y agradable librería.
-¡Qué emoción! ¡Qué linda! Conocimos a Carmen en la librería. Fue la factura número siete. Lo recuerdo perfectamente. Leí “Noches de Adrenalina” y me quedé fascinada con su libro. De pronto un día cualquiera llega a la librería y empieza a valorar todos los libros que teníamos en nuestros estantes. Nos felicitó y se presentó como Carmen Ollé. ¡No lo podía creer!
-Así como ella un sin número de personalidades y personas de a pie recalaron en La Libre.
-Sí, nos conectamos con gente diversa. Muchísima gente joven. Personas deseosas de recibir otro tipo de trato y de libros. Un público ansioso por ingresar, sentarse, tomar un libro ojearlo y leerlo. Fue hermoso. Una experiencia emocionante, sinceramente.
-De pronto en un abrir y cerrar de ojos de un pequeño negocio librero se convirtió en centro cultural también…
-A poco tiempo de abrir librería empezamos a recibir propuestas para hacer recitales, conversatorios sobre mujer y literatura, presentaciones de libros, exposiciones. ¡Una locura! Teresa Orbegoso presentó un libro con las ilustraciones de Zenaida Cajahuaringa. Todo el mundo aportaba. Los artistas llegaban y proponían. Nosotros cedíamos el espacio.
La Libre, Escena Libre y su relación con las autoras peruanas
-¿Cómo nace el vínculo con las autoras peruanas?
-Las mujeres en el mundo y en el Perú somos consideradas de segunda clase. Somos el segundo plano, el sexto o séptimo ¿no? Nos mantienen escondiditas. Excluidas. Estoy harta de este ninguneo, de esta invisibilización. Carlos y quien te habla observamos que aquí se escribe, se difunde y se habla solo de un tipo de literatura. Gran parte de ésta escrita por hombres.
A mí no me interesan los imaginarios que se repiten continuamente en libros escritos por algunos autores peruanos. No me parece relevante la historia de sus barrios, sus patas, su alcohol o sus experiencias con sus “putas”. O al contrario, pero muy similar, las historias de hombres de clase alta con sus amantes planas, su Miraflores idealizado, sus ternos impecables. Como si ese peso de Mario Vargas Llosa y de Alfredo Bryce siguiera ahí, condicionándolo todo y creando y recreando la misma historia una y otra vez, desde una masculinidad no cuestionada y hecha ley.
Está bien que existan, me preocupa que parece lo único que existe, lo único que se publica o se considere como lo único en el tema de la literatura peruana. Es un canon que aplasta y vuelve invisibles otros imaginarios abordados por autoras y autores que escriben desde otras miradas. Para mí es más interesante leer a Gabriela Wiener, Jennifer Thorndike, Claudia Salazar, Victoria Guerrero, María José Caro, Karina Pacheco, Katia Adaui, Yeniva Fernández, Alina Gadea, Magda Portal, Blanca Varela, Pilar Dughi, Carmen Ollé, Laura Riesco, que son profundamente diversas entre sí pero que abren el cuadro sobre cómo y de qué escribir. El problema es que para ellas el camino en el ejercicio de la literatura es mucho más difícil. ¿Cuántos años estuvo invisibilizada Magda Portal? Hasta hace un año atrás de Blanca Varela no encontrábamos ninguno de sus libros. Recientemente algunas editoriales volvieron a publicar sus antologías y nuevamente la podemos leer. Imagino que sucederá lo mismo con Magda Portal.
-Consideras que las autoras mujeres han ganado más espacio en estos últimos años.
-El segmento editorial y librero peruano experimentó cambios significativos en los últimos quince años. No estuve desde el comienzo, sin embargo, experimenté este proceso desde mi experiencia como librera y con mis investigaciones que realicé al respecto. Desde los últimos años, las editoriales internacionales, por ejemplo, apuestan por las autoras y autores peruanos. Podemos ver como cada año les publican sus libros. También promueven y comercializan los libros de las autoras argentinas, colombianas, chilenas, españolas, lo cual genera un mercado librero más interesante, más diverso.
-También destacan títulos especializados como el fútbol, ¿no?
-¡Claro! En estos momentos estamos con el boom de los libros sobre fútbol a propósito del Mundial de Rusia. Hace dos o tres años fueron los de la cocina. Lo ideal es saber balancear y darle promoción y espacio en igualdad de condiciones a un libro de deportes o de cocina como a un libro de narrativa o poesía escrito por las autoras peruanas.
Las editoriales buscan vender y es lógico. Pero tienen la responsabilidad también, en cuanto son las propietarias de los derechos de autor, de crear lectores y lectoras. De difundir y hacer accesibles lecturas diversas. Si no, es casi un secuestro porque no se encuentran los libros de determinados autores y autoras porque “no venden”.
-Ana, eres una librera que lee, sugiere, y resuelve las interrogantes del público. No es usual encontrarnos en las librerías con personas lectoras.
-Para nosotros una librería no es sólo un espacio de compra y venta. Para eso está Amazon, por ejemplo, o las librerías online. Una librería implica saber conectar con los y las lectoras. La práctica y el amor a los libros nos brindaron el conocimiento y el oficio para llegar a los visitantes y acercarles a un título. Te hablo de las diversas especialidades. Cine, filosofía, historia, literatura, en fin. De pronto viene un lector y nos solicita un título sobre la migración judía en Perú. Si no tengo el libro solicitado inmediatamente le sugiero una novela de un autor judío migrante norteamericano que creo que le puede interesar. Me acepta. Además de crear el vínculo con el lector disfrutas de tu trabajo porque estás para cubrir su necesidad. Es fundamental leer. Acompañar a la persona que quiere leer a encontrar un libro que encaje con él o con ella.
-¿Por qué en el Perú no se lee?
-No se lee tanto porque los libros son caros. Y esto se resuelve analizando dónde suben los precios y por qué, e interviniendo desde los poderes públicos y la Cámara Peruana del Libro. No se lee porque hay que seguir trabajando en el plan lector y hacer una red de bibliotecas públicas con títulos diversos como diversa es la sociedad peruana. Hay mucho trabajo que queda pendiente y por hacer. El sector público tiene que trabajar más en el fomento de sus políticas lectoras. Es su responsabilidad.
Las librerías, en especial las grandes, se deben descentralizar. Nosotros recibimos pedidos y llamadas semanales de Iquitos, de Tacna, de Piura, solicitándonos libros que no circulan por sus regiones. Piura, es una ciudad grande y cuenta con sus librerías, sin embargo nos llaman porque no tienen los títulos que su público busca.
-¿Qué sugieres?
-Aumentar la red de distribución para que lleguen títulos diversos. El público es diverso por lo tanto tienes que ofrecerle libros de temáticas diversas.
-Háblanos sobre Escena Libre.
-Escena Libre ha sido nuestra salvación. Continuamos en el negocio de la venta de libros y nos mantenemos trabajando que eso es lo más importante para nosotros. Empezamos de cero y este pequeño espacio se convirtió en nuestro Xanax que alivió el dolor de nuestra experiencia de apertura y cierre de La Libre de Barranco.
-Imagino que el público es absolutamente diferente al que llegaba a La Libre.
-Definitivamente estamos ante un público diferente. Son de otra edad, de otros intereses. Lo bueno es que estamos conociéndonos. Poco a poco nos familiarizamos con sus intereses y nuevamente asumimos el reto de comenzar de cero.
-¿Cuáles son los puntos álgidos en un negocio de libros?
-Como en todo trabajo tenemos días buenos y días malos. Cuando no funcionan algunos aspectos referidos al negocio nos desesperamos. Las librerías pequeñas, si queremos que existan, necesitan apoyo. Nosotros no podemos competir con las librerías grandes. Nuestro stock siempre será pequeño. Hacemos un esfuerzo enorme por elegir buenos títulos entre los cuales debemos incluir los libros importantes para determinado sector de lectores. Cuando solicito los títulos que los lectores vienen a comprar y no llegan a tiempo o sencillamente no llegan realmente uno se mortifica. En este negocio todos dependemos de todos. Los autores dependen de las editoriales, las editoriales dependen de las librerías… Si nos uniéramos todos ganan los clientes y ganamos nosotros también. Si cada uno trabaja por su lado perdemos todos pero pierden sobre todo los clientes.
Librería, libros y activismo
-Permítenos pasar a otros temas. ¿De qué manera se fusionan tu labor de librera y la de activista feminista?
-Ambas actividades son inseparables. Soy librera y activista. Somos la base de lo que leemos. Apuesto por una lectura diversa. Ser librera implica desarrollarte de acuerdo a tu visión del mundo, tu identidad y tus razones de vivir. Lo mismo es la militancia feminista. Nuestras luchas se focalizan ahora por el tema de violencia de género y el feminicidio…
-Ambas labores te han permitido generar una cadena de vínculos los cuales están asociados a tu militancia feminista también.
-Vivir en un país que no precisamente es el tuyo te permite conocer una diversidad de personas. Haces amistades y creas el vínculo. En ese camino ahora cuento con amigas de militancia. Con Victoria Guerrero tenemos ese vínculo. Igual con las demás compañeras del Comando Plath.
-Comando Plath es un colectivo del cual formas parte. ¿Qué nos puedes decir de esta experiencia?
-Para mí ha sido importantísima. Es el sector con el cual colaboro. En donde me muevo. Encontrar a todas estas mujeres luchadoras y luchar por medio de un colectivo entero es significativo. Vivimos momentos duros, crudos, álgidos en donde lo único que nos queda es seguir luchando juntas.
-Finalmente… ¿Qué te dejó La Libre?
-Fue una experiencia bonita, interesante porque fue colectiva. Lo comprobamos cuando se acabó. Cuando sucedió ese incidente con la librería y cerramos, alrededor de un mes no podíamos salir a la calle. Salías y todo el mundo se solidarizaba y te apoyaba. Se recogieron firmas en unos planillones que presentaron a la Municipalidad de Barranco. Se quedaron ahí, no había ningún interés por su parte en buscar alternativas. Pero el vínculo con los lectores y lectoras continúa. Fue una librería de barrio en donde tú conoces a la gente y la gente te conoce a ti. Nació y creció un lazo. Estamos muy agradecidos por todo lo que hicieron por La Libre