Las tecnologías de la información llevan décadas cambiando la manera en que aprendemos, trabajamos, vivimos. También es cierto que hay sectores empresariales que llevan años tomando ventaja de ella, pero en países emergentes como el nuestro, la trasformación digital y la aplicación de tecnología a la cotidianeidad no ha sido una experiencia al alcance de todos

Por: Romina Paredes

La llegada de la pandemia aceleró el proceso de transformación digital en América Latina, aunque en forma desigual en sus regiones.  Según la firma de capital de riesgo Atlántico, en el informe Transformación Digital en América Latina 2020, la región estaba llamada a ser un escenario clave para la creación y avance de las actividades digitales y de la innovación. México, Colombia y Brasil son tres de los países con más protagonismo en la economía digital y los tres que centran la mayor inversión en ‘startups’ en la región. Los servicios financieros, de comercio minorista y la educación se transformaron y evolucionaron en año y medio, algo que en las dos últimas décadas no había logrado.

Brecha Digital

Pero si nos detenemos a pensar en la industria de la cultura, concluimos que no hemos tenido la misma suerte. Por un lado, existe un desconocimiento de las posibilidades que ofrece la tecnología para mejorar la experiencia del consumidor o usuario que va desde la protección del patrimonio cultural hasta el acercamiento de las diversas disciplinas artísticas como las artes visuales, escénicas, cine, historia y literatura a todo tipo de público facilitando el desarrollo de nuevos modelos de interacción que generan experiencias estimulantes y memorables. Por otro, la carencia de infraestructura básica conocida como “brecha digital” que requiere inversión para generar conectividad y, por ende, movilidad social y reducir la pobreza facilitando a la población el acceso a educación, cultura y oportunidades globales.

Hoy, con el retorno progresivo de las actividades culturales a la presencialidad, nos queda la tarea de ver en qué forma vamos a continuar y cómo podemos replantear las iniciativas teniendo a la tecnología como aliado. Percy Encinas nos habla en esta entrevista de los retos y oportunidades del teatro tecnomediado en nuestro país.

Experiencias Inmersivas

Desde hace muchos años los visitantes de las grandes pinacotecas del mundo, como el Museo Nacional del Prado, el Museo Arqueológico Nacional, el British Museum de Londres o el Louvre de París, pueden vivir experiencias interactivas innovadoras.

Se puede disfrutar de la tecnología con aplicaciones móviles, con televisores Smart TV o gafas de realidad virtual. Incluso, aquí en Latinoamérica, museos como el de la Lengua portuguesa en Sao Paulo ofrecían exposiciones disruptivas desde hace muchos años.

La gestión cultural hoy también debe transformarse: exige entender mejor los procesos y hacia dónde se dirige el desarrollo tecnológico para alinearnos y desarrollar las capacidades que permitan que el talento de esta industria en Perú evolucione de su mano. No sólo debemos ver la realidad digital de museos e instituciones culturales como un complemento comunicacional de redes sociales y disponibilidad de contenidos.

Ahora resulta imprescindible encajar tecnología y digitalización en el modelo económico y en la vivencia del asistente a una muestra, obra, exposición. Un ejemplo de ello es la experiencia inmersiva Beyond Van Gogh que utiliza proyecciones multimedia de vanguardia para crear un viaje atractivo al mundo de Van Gogh. Usando sus sueños, pensamientos y obras como una narrativa, el espectador se mueve a lo largo de paredes envueltas de proyecciones: obras maestras libres de marco, como señala su web.

Cerrar la brecha digital en cultura es tarea de todos los involucrados en el sector: gobierno central, gobiernos regionales, productores, artistas, gestores culturales. ¿Cómo comenzar? Adquiriendo las competencias necesarias para entender el el potencial educativo, económico y social de las nuevas tecnologías en nuestra industria. Vamos por ello este 2022.