Percy Encinas: “El teatro en línea convivirá con el presencial”

Si bien el teatro en línea sigue con sus estrenos y reposiciones, el teatro presencial retoma sus actividades, abre sus salas y la capacidad del público es al 100% de su aforo

Después de dos años de tener nuestras salas de teatro cerradas, el segmento de las artes escénicas se reactiva progresivamente y espacios como la Asociación de Artistas Aficionados (AAA), la Alianza Francesa de Lima, el Centro Cultural PUCP, el Teatro Británico, el Teatro de Lucía, el Nuevo Teatro Julieta, entre otros, abren sus puertas, estrenan y reponen puestas en escena que reaviva el teatro presencial en nuestro país, después de experimentar una profunda crisis sanitaria producida por el COVID-19.  Al respecto Lima en Escena charló con el experto en el sector Percy Encinas.

-Percy, nuestro país ingresó oficialmente a la tercera ola del Covid 19. Frente a este escenario, qué pasará con el segmento teatral local…

– Es aún impredecible lo que pasará con el teatro en nuestro medio, como es impredecible lo que pasará con la evolución de la pandemia. Más en un país como el nuestro, tan precario en el sistema sanitario, en infraestructura cultural, en hábitos de cumplimiento de normas. Y en el que la voluntad política de las mayorías de todos los colores suele desafiar el sentido común. Sin embargo, algunas tendencias pueden distinguirse. Cuando me formulaste esta interrogante, la tercera ola, con la variante ómicron, se había impuesto en el país. Semanas después en que te respondo, el ministro y las responsables de vacunación del ente rector de salud han sido cambiadas, la ola parece amenguar, después de haber contagiado al triple de personas que en las anteriores olas y de haber dejado cientos de familias en duelo. Mientras releo estas líneas, la nueva autoridad de la salud ha desmantelado las precauciones referidas a aforos y entonces, las proyecciones de quienes diseñan espectáculos y actividades culturales para experiencia presencial, sin duda, estarán replanteándose. Sin embargo, el público –que en el teatro era ya menor a la oferta de la ciudad— no volverá tan rápido.

-Durante los primeros días de este 2022 se hablaba de un retorno parcial al teatro presencial. ¿Qué nos puedes decir el respecto?

– Sí, algunas entidades como los centros culturales subsidiados o las pocas empresas con espaldas financieras y gestiones profesionales de ventas venían alistando temporadas presenciales para este 2022, siempre en el marco de mucha incertidumbre. Es por ello por lo que lo hacen con reposiciones, principalmente como ¿Qué me pongo? de Los Productores, San Bartolo de La Plaza o montajes de poco reparto: las obras del Festival Temporada Alta en la Alianza Francesa, son ejemplos de esto. Pero también el teatro de grupos independientes, que no tiene respaldo institucional -léase: fondos-, ha planeado su vuelta a las salas con públicos como lo vemos en el estreno de la obra musical Cero en conducta de Mario Mendoza y Sergio Cavero que dio cuatro funciones en Barranco con un espectáculo original de dos artistas en escena. Ya probaron al público también las obras del teatro Británico, el año pasado.

-La pandemia global paralizó el teatro local. El retorno fue lento. Empezaron los pequeños grupos independientes. Se sumaron los Centro Culturales, entre otros. ¿Qué nos puedes decir de toda esta experiencia del teatro virtual?

– Sí. El teatro, el teatro como tal, o sea, presencial, con los cuerpos vivos de artistas y espectadores compartiendo un espacio contiguo, compartiendo un convivio, estuvo prohibido en el Perú por casi 500 días consecutivos. Eso ha sido desastroso para el ya frágil sector de artistas escénicos del país. Algunos de ellos, los de las ciudades con acceso a conectividad y cierto dominio de gadgets tecnológicos, acudieron, en una primera etapa, al teatro tecnomediado. A experiencias concebidas y diseñadas no solo para transmitirse en esas condiciones con el público al otro lado de una pantalla, sino para para hacerse así, para montarse sin que pudieran reunirse con los actores ni director(a) ni técnicos ni otros artistas. ¡Ni siquiera con quienes tendrían que interactuar en la escena! Han sido experiencias desde la proscripción, desde la amputación. Podríamos decir que fuimos amputados –ahora lo notamos—de una de nuestras condiciones de humanidad: la copresencia con otros congéneres.

– ¿Cuáles fueron los grandes cambios que experimentó el teatro local a partir de su incursión en el universo virtual?

-Primero que nada, se agudizaron y visibilizaron las precariedades del sector. Miles de personas dedicadas a proveernos de experiencias sensibles, de contenidos culturales y artísticos durante toda su vida, de pronto se vieron impedidos de hacer lo único que venían haciendo bajo riesgo de caer en la ilegalidad y de contagiarse letalmente de una enfermedad que nos sobrepasaba y nadie entendía bien.
Dentro de este panorama, quienes tentaron las formas tecnomediadas para crear y transmitir teatro fueron explorando, descubriendo posibilidades de mantenerse en vínculo con los públicos. Pero también de sus limitaciones.

Los análisis del teatro tecnomediado deberían explorar las interesantísimas formas que exhibieron los teatristas al haber acotado la escena a encuadres de cámaras web o de celulares, de haber restringido las dramaturgias, por lo general, a eventos de videollamadas, al punto que podríamos postular el auge coyuntural de todo un subgénero VCT (video call teatro). Deberían estudiar las maneras en que se reformularon las relaciones entre artistas y dirección y, por supuesto, la conducta de los espectadores de este teatro. A priori, podría parecer más interactivo, pues su uso frecuente de redes y contenidos digitales lo hace propenso al uso participativo. En algunas obras, bien recuerdo, se alentaba a enviar saludos, comentarios, emoticons. En otras, hasta se les pedía opinión o reacción con cámara encendida para sumarse al espectáculo en ciertos momentos.

Sin embargo, ni siquiera sabemos con certeza si todos los espectadores conectados están realmente enfocados, con atención exclusiva sobre las transmisiones. O, acaso, comparten la obra en sus pantallas con otras ventanas, con otras actividades, incluso. Cuestión que angustiaba a los propios artistas que no podían percibir si su performance estaba siendo eficiente o no. Cuánto varía la gestión de la mirada, la capacidad que ahora estas obras ejercen sobre lo que el público puede ver y lo que las artistas pueden hacer. Y los formatos, siempre breves también en duración. En fin, hay muchas cuestiones que las nuevas prácticas del teatro tecnomediado han traído y que aún estamos por dilucidar. Justamente, a algunas me refiero en un capítulo de libro que la Universidad de Minnesota publicará en español próximamente.

– Finalmente. ¿Qué perdió y qué ganó el teatro en estos últimos años?

-Creo que lo principal que podría quedar en el balance es el inesperado (y obligado) aprendizaje que impulsó a muchos grupos de teatro a entenderse con las tecnologías, las plataformas y las redes sociales. Ya no solo para la difusión de sus obras sino para su propia creación y circulación. Parece que esas formas convivirán con las presenciales. A veces, incluso, se combinarán. Como lo hizo la obra Fieras, escrita por Mateo Chiarella y dirigida por Norma Martínez. El Británico ofreció funciones presenciales de ella y, algunas fechas, funciones vía streaming. Esta última modalidad es una alternativa cuando la lejanía de la sala o la taquilla agotada se convierten en una barrera. Solo quiero agregar que los gobiernos locales, en su enorme mayoría, volvieron a exhibir su menosprecio por la cultura y casi ninguno ha sabido (ha querido) ofrecer apoyos o soluciones para garantizar el derecho de sus ciudadanos para vivir experiencias sensibles que sus artistas están en capacidad de ofrecer y ellos en necesidad de recibir. Claro, si es que deseamos una sociedad con mejor convivencia social.

Sobre Percy Encinas

Especialista en Cultura y Neuroeducación. Experto en temas de Educación Superior en Artes, Literatura Teatro e Investigación. Doctorando por la Universidad de Buenos Aires en Teoría e Historia de las Artes. Magíster en Gerencia Social por la PUCP. Licenciado en Literatura por la UNMSM. Director de investigación y proyectos en AIBAL. Además, tiene las cátedras de Teoría del drama y Dramaturgia en la Maestría de Escritura Creativa de la UNMSM, así como la cátedra de Literatura y recursos creativos en el Posgrado de la Universidad Ricardo Palma. Es autor de decenas de publicaciones, destacando algunos artículos académicos en revistas internacionales y en libros arbitrados.