Rocío del Águila Gracey: “El cuerpo materno es aquel espacio de reconciliación”

La poeta peruana Rocío del Águila Gracey, quien radica en los Estados Unidos, visita nuestro país para presentar su nuevo título Morada de los cuerpos de Barro, en la FIL Lima, 2022

Justamente, sobre el poemario Morada de los cuerpos de Barro (Hipatia Ediciones, 2022), la escritora Ethel Barja Cuyutupa señala: “Entre una voz reflexiva en singular y en plural, este libro habla de ausencias acumuladas como reflejo del exilio y de la violencia que exilia a las personas de todos sus territorios, incluso de su cuerpo -el de la niña, el de la madre y el de las generaciones precedentes-, cuyo desgarro se invoca con firmeza. La noble materia del barro, la de los primeros días, la del soplo divino, es también la materia que se transfigura y refleja la capacidad de habitar y cohabitar. De barro son las ruinas de las antiguas ciudades que apenas se reconocen, y de barro es la materia vibrante, impregnada de deseo, que mora y se deja morar”.

Lima en Escena, entrevistó a Rocío del Águila Gracey para charlar sobre su nuevo libro.

-Rocío, antes de entrar de lleno a charlar sobre tu libro, permíteme consultarte, ¿cómo cambió tu proceso escritural tu partida de Perú y la experiencia de vivir en una fría ciudad como Chicago?

-La escritura siempre ha sido un refugio y mi mejor manera de expresar cómo es vivir, sentir y ser mujer. Una de mis principales inquietudes ha sido pensar la subjetividad femenina, en específico, hablar sobre la experiencia de ser mujer. Esta temática ya la he plasmado con anterioridad en mis poemarios La falsa piel que me habita (2013) e Infinito (2015). En el primero la poesía me permitió hacer mis primeros acercamientos a la problemática de la identidad y la liberación femenina. En el segundo trabajo el tema del amor y la sexualidad, desde el placer y el dolor. Si bien Morada de los cuerpos de barro se empezó a forjar en medio de ambos poemarios, necesité algunos años, muchas reescrituras y un nuevo viaje -ahora radico en Nueva York, para poder plasmar una nueva forma de entender la experiencia femenina desde la creación, el exilio y la figura de la madre/nación. Mi proceso de escritura sigue configurándose en torno a mi inquietud principal -la experiencia femenina- pero partir de Perú y vivir en dos ciudades con una gran diversidad de culturas abrió mi mente y mi forma de entender mi existencia en el mundo. Asimismo, leer a escritores y poetas de otras nacionalidades, hacer comparaciones o evidenciar diferencias con la tradición peruana también ha sido muy fructífero para mi escritura poética. Chicago siempre será aquella ciudad que me recibió cuando quise explorar nuevas fronteras, madurar y seguir mi formación académica.

-Una de las transformaciones de la presente modernidad es la desmitificación de la maternidad. Se habla con más naturalidad de las taras de la madre. Hablar del rol de ser o asumir la maternidad con sus pro y contras ya dejó se ser un tema romántico.  Justamente, en tu poemario hablas de la madre desde el origen del ser, desde la relación del cuerpo entre madre e hijo/a. ¿Es un tributo al ser madre?

-Aunque ya se ha desmitificado la maternidad, creo que es un tema que aún debe discutirse más. Aún hay culpas y expectativas que se esperan de las mujeres gestantes y/o quienes deciden cuidar; esto aún genera mucho dolor y muchos silencios. Morada de los cuerpos de barro está dedicado a mi madre; y a Lima y a Chicago. He buscado tejer una conexión entre la figura de la madre y la patria. En efecto, considero que nuestro origen, nuestro centro, nuestro oikos está simbolizado en la matriz que nos alberga desde nuestro nacimiento. Ese espacio puede simbolizarse en el cuerpo de la madre, pero también es el cuerpo de la nación. Ambos representan el cuidado, la entrega, así como el anhelo del retorno de las crías. El cuerpo materno es aquel espacio de reconciliación. La experiencia del exilio por voluntad también me hizo reflexionar en mis generaciones pasadas. Pensé en todas las mujeres de mi familia, en los tránsitos que han tenido, y en todo lo que tuvieron que luchar para que yo pudiera nacer y formar mi propio camino.

-Si bien en toda la cartografía del libro observamos la presencia del cuerpo en su diversidad de roles y experiencias, el mar y sus especies (pez, por ejemplo) pilota una parte. Háblanos de este vínculo, este tejido poético.

-Pensar en mi origen es pensar en la costa peruana desértica y a la vez rodeada de agua. Esto me hizo reflexionar en torno a nuestro origen como civilización. Nuestro origen parte del mar y los ríos que surcan este territorio permitió que una civilización se forjara en una tierra aparentemente estéril. El mar y los peces también son símbolos eróticos. El constante movimiento -la danza, la humedad- bañan el cuerpo, permiten la purificación y la exploración.

-Lo que produce el exilio en nuestro ser y en nuestro cuerpo se remarcan en este itinerario que nos ofrece Morada de los cuerpos de barro. Qué implicó vivir en tierras lejanas y cómo cambio tu mirada sobre las cosas.

-En el 2013 tuve la oportunidad de ir a Chicago a hacer una maestría en Estudios Hispánicos durante dos años. Mi paso por esa ciudad me permitió ahondar en mi entendimiento de la feminidad y el valor de la poesía para imprimir una realidad diferente; me explico, experimenté el ser una mujer migrante, conociendo una ciudad nueva, una cultura diferente y, hasta mi primer invierno en Chicago, el cual fue el más frío en mucho tiempo. Asimismo, tuve que enfrentarme a una nueva soledad enmarcada en experiencia de vivir fuera. Si antes me ensimismaba en las calles del centro de Lima, ahora pensaba en Lima, añoraba Lima pensando todo lo que dejé, pero también me veía en las calles de Chicago, en mi propia maduración y mi existencia como mujer migrante. Todo esto empapó mi escritura.  Vivir fuera del país, en nuevas tierras implicó madurar. Y esto hizo que el dolor por aquello que se dejaba atrás y lo que se anhelaba se mezcle con la ilusión de vivir nuevas experiencias, conocer personas maravillosas y aprender muchísimo.  La añoranza de Lima y los cambios siguen presentes en mi escritura ahora que radico en Nueva York, otra ciudad que permite vivir todo intensamente y experimentar muchos estímulos al mismo tiempo. El mundo sigue girando, la vida continua. El exilio siempre implica una suerte de melancolía.

-Hay un punto a destacar. El manejo de la sexualidad nos parece desprovisto de adornos, de clichés. Percibimos, sentimos libertad en el tratamiento. Cuéntanos sobre esta familiaridad.

-Para mí, reflexionar en torno a la subjetividad femenina es pensar en el cuerpo y la sexualidad. Mi inquietud por el erotismo y el goce femenino se da desde hace muchos años, desde mis años de pregrado en Literatura, cuando analizaba a las poetas de los ochenta. En mis estudios de posgrado la necesidad de pensar el cuerpo femenino frente a los discursos falocéntricos me permitió pensarme como mujer en Lima. La propia experiencia y el conocimiento del cuerpo, del placer y del dolor enmarcan nuestra existencia humana y poética.

 – La relación de pareja, el amor, con sus pro y contras esta traducido de la manera más bella en Enredados. Y como plus un epígrafe de la memorable María Emilia Cornejo. Es ella una de tus influencias literarias…

-Sí, María Emilia Cornejo es una de mis influencias literarias. En realidad, las denominadas poetas del cuerpo y todas las de la generación del ochenta -Carmen Ollé, Rocío Silva Santisteban, Doris Moromisato, Mariella Dreyfus, Violeta Barrientos, entre otras)- son un importante referente para mi trabajo poético y académico. Desde mi primer acercamiento a En la mitad del camino recorrido, la poesía de Cornejo me ha hablado en distintas etapas de mi vida. La forma en que puede hablar del enamoramiento, el amor de pareja y la desilusión nos permite ver que son experiencias muy humanas y compartidas por todas y todos.

 – Finalmente y desde tu experiencia, porque es vital hablar de nuestra sexualidad, de nuestros deseos, del tema amor de pareja.

-Siento que el amor es el motor que nos mueve. Y el amor es infinito, siempre se transmuta, cambia, crece, decae, pero nunca muere. Nuestro deseo y nuestra sexualidad se mueven por el tema del amor, del quererse a una misma y a otro u otra. La sexualidad también es vital. Debemos dejar de pensar en el deseo y el goce como un tema tabú. Debemos de dejar de pensar nuestro cuerpo como algo sucio o algo innombrable. El origen de todas nuestras dudas, deseos, expectativas empieza en el cuerpo. Debemos conocernos y amarnos para poder comprender el mundo.

Sobre Rocío del Águila Gracey

Es candidata a doctora del programa de Culturas Latinoamericanas, Ibéricas y Latinas en el Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Es magister en Estudios Hispánicos por la Universidad de Illinois en Chicago. Ha publicado los libros de poemas La falsa piel que me habita (2013), Infinito (2015) y Morada de los cuerpos de barro (2022). En el 2021 ganó el premio Marielle Franco de la sección de Género y Sexualidades de Latin American Studies Association (LASA).

Presentación del poemario “Morada de los cuerpos de barro”

Autora: Rocío del Águila Gracey
Comentaristas: Roxana Crisólogo y María Font
Día: martes 26 de julio
Hora: 2:00 p. m.
Lugar: Auditorio Clorinda Matto de Turner, FIL Lima