La editorial Animal de Invierno presenta en la FIL LIMA 2019: “Nadie nos extrañará”, libro de cuentos del escritor Luis Francisco Palomino, para su colección La Jauría. La cita es este viernes 19 de julio, a las 8:00 p.m. Auditorio César Vallejo. Comentarios: Martín Roldán Ruiz
“Podría decir muchas cosas sobre Nadie nos extrañará, el libro debut de Luis Francisco Palomino, pero me quedo con una: el humor ha vuelto a la literatura peruana. Y ha ocurrido de la mejor forma: con un narrador que tiene el sentido de observación de Ribeyro, la crudeza luminosa de Carver, el oído de Reynoso. Palomino, cuentista fino, cronista de la ciudad real, es la voz millennial que estábamos esperando”, señala el escritor Juan Manuel Robles, sobre la ópera prima del joven escritor y periodista Luis Francisco Palomino, quien amablemente charló con Lima en Escena. Fotos: Doris Zapata
– Luis Francisco, en tu cuentario ubico personajes y espacios comunes. Chicos y cibernautas misios, violadores. Baños destartalados, bares de quinta. Es decir, toda esta cartografía también se puede observar en Comas, San Martin de Porres. No necesariamente son exclusividad de San Juan de Miraflores… ¿no?
-Comas, San Martín de Porres y San Juan de Miraflores son distritos hermanos, comparten rasgos: urbes toscas, ingobernables, con gente que hace lo posible por sobrevivir. Ahora, aunque SJM no es el único escenario en mis cuentos, sí funciona como espejo de otras ciudades periféricas o marginales, y de la sociedad limeña en general, pues aquí hay una vertiginosa movilidad social. Conozco a varios sanjuaninos que se han mudado a Miraflores o a La Molina, incluso se dice que la zona de Sagitario, en Surco, es un apéndice de SJM, un nuevo San Juan. Igual, es raro pensar que la barbarie es exclusiva de un lugar –como si SJM fuera un espacio denigrado pero rico para la literatura, y como si yo tratase de apropiarme de ello–; creo que cualquier ciudad es vulnerable a la violencia de Lima –comprobable en los noticieros–, sólo que quienes vivimos aquí la sentimos con mayor intensidad… Y las estadísticas confirman nuestros miedos. De todos modos, entiendo lo que dices, mediáticamente el nombre de San Juan de Miraflores ha destacado. ¡Hasta me acaban de pasar la voz para participar en una antología de autores del cono sur!
-Mi padre muerto en un puterío… ¿Es el eterno conflicto entre los hijos y sus padres infieles?
-Creo que en “¿Tu padre está libre los sábados?” la propuesta temática va más allá de la infidelidad. La pregunta que se hace el personaje/hijo es qué debo hacer ahora que papá se ha convertido en una carga: el hombre que me lo ha dado todo, ahora amenaza con destruir mi tranquilidad (conflicto que tiene una cara opuesta, papá preguntándose: ahora que se ha ido de la casa, ¿este chiquillo por el que he tenido que trabajar tanto tiene derecho a pronunciarse sobre mi vida sentimental?).
Aparte, hay que tener en cuenta que es una narración paródica. Pensemos en esa pareja de esposos que juega al bridge todos los viernes, en ese banquero que practica ¡golf! en Lima… Son personajes de Alfredo Bryce o de Jaime Bayly, una “familia bien” contaminada por este elemento de la cultura popular: el fulbito, las pichanguitas de los sábados con los amigos del colegio y el posterior “full vaso” en esta “chinganita” malaspectosa. Con esto no quiero decir que no haya un ajuste de cuentas con el padre infiel, definitivamente lo hay, pero no desde la búsqueda de la comprensión ni mediante la satanización de ese “eterno conflicto” que mencionas; más bien, sospecho que aquí no hay buenos ni malos, sólo personas jodidas por sus deseos, y por eso creo que uno de los aciertos de “¿Tu padre está libre los sábados?” es que al terminar de leer te quedas con la duda: ¿quién tuvo más razón?
-Javier Prado/La Marina, va más allá de las combis asesinas caso Orión o el maldito embotellamiento del tráfico y los usuales pasajeros que viajan como salchichas. ¿Hablamos de una evasión, una huida…?
-Exacto. El transporte público de Lima, sobre todo el informal, es depósito de lo peor que tenemos como ciudadanos… Conductores y cobradores abusivos, pasajeros indolentes, hombres que te soban, mujeres que creen que por sus kilos excedentes tienen más derecho que tú a ocupar un asiento…, peleas por unos céntimos, poco respeto a la autoridad (o la instauración de nuevas leyes: el medio pasaje que se convierte en el pago del 80% de la tarifa regular), en fin, detalles que, ¡encima!, debes soportar a diario en un ir y venir eterno por la pesadillesca Javier Prado, que en hora punta es el infierno: tu vida echándose a perder por el tráfico.
Entonces, ¿qué hace el sistema?, ¡te ofrece la solución!: una camioneta en la que podrás viajar muy cómodamente escuchando tu propia música, fresquito por el aire acondicionado (olvídate de alientos y axilas indeseables y de las abuelas que se suben justo cuando estás en el lugar para los discapacitados). Es lo que piensa el protagonista de “Javier Prado, La Marina”. No obstante, cuando está a punto de pagar la inicial de su camioneta, que tiene una parte trasera imponente (lo que le recuerda a la celulitis de su esposa), el tipo reflexiona en un microbús y concluye que el tráfico es la metáfora de su vida: él también se ha estancado en un pedazo de mundo en el que ya no quiere estar. Por ahí va la intención del cuento.
-Observo una conexión entre los universos marginales en la literatura de Enrique Congrains o la de Oswaldo Reynoso, personajes a quienes te refieres en una reciente entrevista. Obviando la micro Lima marginal que ellos recrearon, ¿qué te emparenta con estos autores?
-Con Reynoso, puede ser que la suciedad del lenguaje de la calle, aunque en Nadie nos extrañará se da más bien una actualización de la jerga barrial, más dosmilera. Con Enrique Congrains, supongo que la ingenuidad, escribir desde el punto de vista del que aún es inocente.
-El tema sexual tiene una carga violenta. Cuando hablas sobre el miembro viril, cuando haces referencia al cuerpo femenino. Típico de los bacancitos de barrios marginales… Aunque también podemos ubicar a estos personajes en Miraflores. ¿Es una recurrencia literaria?
-Hay libros publicados por autores limeños que podrían adherirse a la corriente del realismo sucio… Yo creo que ciertos pasajes de “Nadie nos extrañará” llegan al realismo cochino, je. Más que una recurrencia literaria, es una recurrencia social. Bacancito también es este conductor que, en un conflicto de tránsito, saca su arma y amedrenta… Es un acto simbólico: la pistola como un pene exhibido –“te la voy a poner en la cara”– para demostrar lo machazo que uno es. ¡Y esta escoria llega a escupir al otro como si eyaculase encima de él!, es muy… humillante. En “Turbo Berguer” hay una pandilla de niños que descubren el sexo a través de la pornografía en una cabina de Internet del cono sur, vídeos violentos de Petardas que no se parecen en nada al mito de la cigüeña… ¿Cuál es el concepto de relación sexual o del cuerpo femenino que tendrán al crecer? A veces pienso que el protagonista de “Mal de altura” es una versión adulta del de “Turbo Berguer”.
-Pernoctar en una cabina de Internet sumergidos en los juegos u otra actividad afín está asociada a los denominados Millennials…
-Sí, pero esas encerronas se daban con más frecuencia cuando era difícil tener a acceso a Internet desde casa. Pero es cierto que los millennials fuimos de los primeros en contar con la opción de manejar otro cuerpo, en una ficción, a través de los videojuegos. Ahí tienes al futbolista frustrado que se complace jugando FIFA a sus 34 años, o a ese músico por horas en Guitar Hero.
En “Hotel Habbo” relato el drama de un púber que ha decidido registrarse en un juego online, en el que prácticamente no se gana ni se pierde: el vacilón consiste en trasladar tu conciencia a un personaje que está en un hotel lujoso, una suerte de Avatar o versión animada de Facebook. La dejo picando: ¿qué frustraciones estamos consolando al producir representaciones alteradas de nosotros mismos –fotos con filtros, biografías editadas, nombres mutilados o cambiados– en las redes sociales?
Sobre el autor
Luis Francisco Palomino. Es periodista, punk y vive en San Juan de Miraflores. Nació en 1991, el mismo día que Pelé y Charly García. Uno de sus cuentos ganó los Juegos Florales de la PUCP en el 2013. Cuando tenía cinco kilos menos, participó del campeonato de improvisación literaria Lucha Libro, en el que fue finalista. El cebiche servírselo mixto y bien picante.