Interpreta y compone cantos sagrados para darle la libertad a la voz desde el buen vivir. Escucharla es un viaje sonoro místico sanador con identidad andina y amazónica. Para Lima en Escena es un honor charlar con la cantautora, sanadora y maestra cusqueña Gladys Conde
Canta desde pequeña. Durante su infancia y en su transitar por la vida este rasgo artístico le permitió ser auténtica, libre de juicios y limitaciones. Hoy, aquella niña cuenta con más de 20 años de trayectoria como cantautora cuya propuesta musical argumentada en sonoridades de la música andina la llevan a explorar caminos de sanación desde el sonido de la voz junto a las palabras como herramienta para acompañar a los más vulnerables: niñez, medio ambiente, mujeres en riesgo, personas tocadas por la enfermedad, “exploro caminos de sanación desde el sonido de la voz junto a las palabras como herramienta para acompañar y criar seres libres. Si sueno debe ser únicamente para armonizar los ambientes y poder acariciar a los más vulnerables”, nos dice la destacada cantante y compositora cusqueña Gladys Conde, hoy por hoy una de las voces más significativas del Cusco y el Perú. Fotos: archivo personal de la artista y Adriana Peralta
-Gladys, llevas un puñado de años como cantautora, sin embargo, nos gustaría saber qué edad tenías cuando empezaste, sentiste el gusto, el placer por cantar…
-Comencé a cantar y crear canciones de manera pública a los 20 años, pero mi relación con la música comenzó mucho antes. Desde niña cantar era una experiencia que me transportaba más allá del tiempo y del espacio. Era la voz donde podía ser auténtica, libre de juicios y limitaciones. La voz era la otra madre, pero amorosa, guiándome y nutriéndome el cuerpo desde el espíritu.
– Esta vena artística vinculada al canto, a la interpretación, lo heredaste o surgió de manera natural, espontánea.
-Es la sinergia de la madre adoptiva cuando cantaba dentro de casa junto a la autorregulación de mi cuerpo manifestada en voz. En principio no había forma de gritar el dolor así que se transformó en canción. Esto ocurrió desde la infancia y se perpetuó en mi canto como un testimonio de la resiliencia humana.
– La escritura, la composición vino en paralelo al canto.
-La experimenté durante la adolescencia. Tenía alrededor de 14 años. Intentaba escribir poesía más como un ejercicio creativo de exploración en la arquitectura de los versos. Desestructurando el sentido de las palabras y sorprendiéndome de lo maleable que puede ser la escritura para generar nuevas comunicaciones y reconocer sentimientos, emociones no fácilmente exploradas. Sin embargo, en ese transcurso empecé a sentir límites ante los intentos de hacer poesía y sólo resonaba melodía en mí, así que dejé de hacer poesía dejándome encaminar por lo que me resuena, por lo que siento, ahí está la guía de mi transición.
-Los temas que abordas en tus canciones son especialmente significativos. Observo una constante preocupación por la vulnerabilidad de la niñez, el medio ambiente, el tema de la enfermedad. Háblanos sobre esta necesidad de expresarlo a través de tu música, tus composiciones…
-Las canciones que he canalizado no son un invento, son el resultado del transitar en esta franja de la vida. Son una forma de compartir aquello que me permitió y me permite superar situaciones intensas, profundas, aquello que me renueva y me permite amarme para amar abiertamente. Desde bebé, hasta antes de los cuatro años, mi vida estuvo marcada por la incertidumbre. Llegué de Bolivia a Cusco debido a la trata de menores y durante ese tiempo mi cuerpo fue expuesto a múltiples peligros, incluso el abuso sexual reiterado y el deterioro de mi función metabólica y cognitiva. Estas primeras experiencias devuelven a una mujer adulta y reflexiva. El pasar por la adopción tuvo sus desafíos y sus luces guardianes. Mi madre adoptiva, en su negligencia, me sometía a castigos de tortura y usaba la palabra para invalidarme y humillarme. Sin embargo, la experiencia intensa no es el fin, es el paso para que la templanza guie mi restauración corporal y emocional. Ante estos hechos acudo a desprogramar los ecos de las palabras implantadas de aquella madre. Donde la voz empieza a sonar diferente pero amable hacia mí como reflejo del autocuidado. Esto ha influido en mis creaciones llevándome a explorar caminos de sanación desde el sonido de la voz junto a las palabras como herramienta para acompañar y criar seres libres. Si sueno debe ser únicamente para armonizar los ambientes y poder acariciar a los más vulnerables. La forma de integrar las experiencias en mi hacer y sentir es a partir de la valoración de mi historia como una joya preciada que me ha llevado al autodescubrimiento íntimo. Cuanto más profundo haya calado la experiencia en mí, al mismo tiempo se me devuelve “el afuera” donde reconozco la belleza de lo complejo, lo sagrado, de los ecosistemas naturales y en ella está integrada la especie humana. Ahora persisto en honrar la complejidad gracias al sentimiento de paz por lo vivido. Soy una micro parte de estas crianzas entre especies donde sólo queda dar libertad al suelo para que florezcamos incondicionalmente.
-En términos musicales sentimos influencia de la música folclórica tradicional . ¿Por qué es importante rescatar nuestros orígenes musicales argumentada en la cosmovisión andina?
-Evoca en mí melodías que tienen un arraigo cultural y geográfico, altiplánico por ser del lugar de donde procedo y cusqueño por su cobijo. Hay músicas en el ande que para mí no es una expresión ornamental, sino un pilar fundamental para enfrentar las transformaciones y transiciones de la vida. Cada cambio de estación, cada fase de la vida, son celebrados a través de rituales musicales que llevan a estados de introspección y da fortaleza para seguir transitando en los nuevos ciclos, tiene el poder del consuelo y nos integra al ambiente natural con un mensaje de hermandad.
-La sanación es un tema al cual tu música le pone énfasis…
-La sanación es la recuperación del sentido del ser. Dejar las luchas internas, las resistencias, la esclavitud de sentirse víctimas o las expectativas impuestas por tendencias. Al hacerlo damos paso al ser auténtico para que se exprese plenamente y explore las múltiples potencialidades. Bajo mi experiencia la sanación puede llevarnos a una mayor comprensión de nuestro lugar como especie donde cumplimos un rol en el ecosistema. Al reconocer y aceptar nuestra individualidad y nuestras capacidades únicas, contribuirnos al bienestar colectivo. La sanación es una forma de alinearnos con el propósito más amplio de la vida. Al sanar complementamos y enriquecemos la experiencia humana.
-Para ir terminando. ¿Qué tienes en agenda este 2025?
-Continuaré impartiendo durante todo el año clases y talleres bajo el título «Cuerpo que respira: Voz que sana». Este proyecto basado en técnicas permite lograr una respiración funcional para poder cantar códigos sonoros sagrados para la autorregulación física y emocional. Estos cantos van a nuestras células y se convierten en un acto de amor propio.
Seguiré impulsando dos proyectos: El primero es «Niños del Sol», conciertos para hogares de acogida donde hay menores de edad y adultos en situaciones de vulnerabilidad. El segundo, es el oráculo musical “Santa Tierra: Para la salud planetaria”, conciertos dirigidos a comunidades agrícolas.
Además, realizaré presentaciones en diversas partes del Cusco y Valle Sagrado de los Incas, en la comunidad de Queros, en la ciudad de Puno. Visitaremos Ecuador y Chile en donde ofreceremos conciertos junto al talentoso guitarrista Mariano Coronel y la chelista Pamela Bardales.
Estamos preparando dos discos que abordan los tránsitos del nacimiento enfermedad y muerte. Estos materiales están realizándose en colaboración con Rafo Nunjar y Gabriel Choque. A través de la música deseamos ofrecer un espacio de reflexión sobre salud.
Estoy emocionada por todas las nuevas oportunidades que vendrán en la creación e interpretación, sé que este año sigue siendo un camino de descubrimientos y transformaciones donde la gratitud está presente desde ya.
-Gladys, nuestro país está sumido en la crisis en gran medida por la corrupción del ejecutivo y legislativo. El sector cultura en todas sus vertientes: cine, música, teatro, pintura, es censurado. ¿Qué opinas al respecto?
-La situación actual puede ser desalentadora por la corrupción y la censura. Sin embargo, el arte siempre ha encontrado vías de transformación incluso en tiempos difíciles. Voy a favor de no perder el optimismo artístico, generar un sentido de comunidad y complementariedad para encontrar formas innovadoras para nutrir nuestra libertad de expresión compartiendo las obras que inspiran y son esperanzas de cambio.
Por otro lado también como artistas podemos hacer un acto poderosamente político, que es devolvernos al hogar y que nuestro arte se empodere cuando velemos la salud mental y física de los que compartimos o hacemos familia, cultivando valores saludables, escuchándolos y que la ternura sea la aliada para criar humanos seguros más consientes, responsables y sensibles en la construcción o en el renacer de un ambiente sostenible y así saber responder acertadamente a las injusticias de los que se creen ser actores políticos.
¿Quién es Gladys Conde?
Soy cantautora con 20 años de trayectoria musical, me sumerjo en las sonoridades locales y en mi propia intuición dando una propuesta experimental y de sentido de sanación dentro de la música andina. Entrelazo las formas míticas y equilibradoras de la memoria andina y amazónica como mensajeras del “allin kausay”. En 2011, presenté un primer disco titulado “Zorrito Ramón”, dando inicio a una serie de producciones personales y de colaboración para otros artistas entre las que considero significativas “Lliqlla. El canto de la abuela” (2020), que es un audiolibro ilustrado que ofrece música de arrullos para la primera infancia publicado por la editorial SM. En el 2022 presenté “Niños del Sol” que es música para a crianza y en el 2024 lancé un primer oráculo musical, “Santa Tierra para la salud planetaria”. En algún periodo hice poesía, obteniendo una mención honrosa en el Premio Regional de Cultura de Cusco (2006) y publiqué el poemario “Juego y silencio” (2007). Actualmente, desarrollo talleres sobre respiración funcional para beneficio de la voz bajo el título “Cuerpo que respira, voz que sana”. Dedico conciertos para el niño interior para poblaciones vulnerables. Y los conciertos “Santa Tierra para la salud planetaria” como un mensajero de resiliencia ante las transformaciones ambientales.