Comunicadora, fotógrafa, activista por los derechos de los pacientes que usan la cannabis medicinal como alternativa para reducir los síntomas de diversas enfermedades crónicas nos ofrece algunos detalles sobre este tema
Lleva un puñado de años promoviendo la legalización y uso medicinal de la cannabis en el Perú, Colombia, Chile, España y Brasil. Participa en una serie de actividades internacionales y nacionales que discuten sobre este tema. Su lucha se centra en el cultivo y autocultivo para democratizar la planta y permitir el acceso real a los pacientes de diagnóstico diverso que la necesitan. Para abordar este tema, Lima en Escena charló con Francesca Brivio, presidenta de la Asociación Cannabis Gotas de Esperanza.
– Francesca, escuche una interesante frase en tu exposición TEDxBarriosAltos. “Mi droga por elección es la esperanza y mi medicina la cannabis”… ¿En qué momento la acuñaste?
-Oficialmente lo dije en TEDxBarriosAltos. Sin embargo, recuerdo una imagen publicada en la página de la Asociación Cannabis Gotas de Esperanza. Se asocia a la cannabis como una droga y no lo es, al menos no del tipo que se le imputa. Si tengo una adicción esa es a la esperanza. Quise normalizar el uso de la cannabis y se entienda que para mí esperanza es sinónimo de la cannabis. Trato de tener mensajes claros, concisos, directos, que se puedan usar para ayudar en el propósito de desmitificar el uso del cannabis.
– Desde hace un puñado de años trabajas promoviendo, luchando por la legalización y uso medicinal de la cannabis en Perú, Colombia, Chile, España y Brasil. ¿Qué avances se han logrado hasta el momento?
-A lo largo de todos estos años me invitaron como activista a diversas ciudades del exterior para hablar sobre este tema. Aprendí de todas estas actividades a las cuales asistí porque existen un sin número de experiencias tanto de pacientes como diversos especialistas. Considero que en este tema se avanzó significativamente. En el Perú se cuenta con la Ley 3068. Una ley limitante porque es únicamente para laboratorios. Está bien que se trabaje la cannabis en los laboratorios porque como paciente tengo el derecho de ir a una farmacia y recibir la medicina, comprarla con mis propios ingresos o a través de la cobertura del seguro, sin embargo, no es insuficiente.
– ¿Por qué?
-Porque necesitamos una ley para el cultivo personal y colectivo. Junto a Mario Ríos (Abogado) y Pedro Wong (Químico Farmacéutico), presentamos un proyecto para el autocultivo y el cultivo colectivo. Ya lo recibieron. Están socializando con este y es un avance también. Esperaremos. Asimismo, hice un pedido de autocultivo al Ministerio de Salud (Minsa) y me lo negaron. Ahora estoy en proceso de iniciar un juicio de apelación. Hace tres años se dio la ley, pero en mayo del 2018 se emitió una tentativa de reglamento y era bastante previsionista. Pusieron un sin número de trabas solo para ciertos puntos. Como parte de la Asociación Gotas de Esperanza, y como miembro de la Fecame (Federación de Cannabis Medicinal Perú), en ese entonces, con Mario Ríos y Pedro Wong trabajamos en este reglamente y logramos que no haya restricción en los cannabinoides CBD y THC. Se puede recetar CVD, HC, o el cannabinoides que el doctor o la doctora recomienden. Logramos que la receta dure 30 días en paciente psicoactivo y no psicoactivo. La inscripción es más sencilla ahora y la puedan usar también pacientes psiquiátricas y psiquiátricos. Esperamos que se implemente la ley correctamente.
– Sabemos de los alcances de la cannabis medicinal, sin embargo, no en todos los países están normada. ¿En qué países se receta?
-En diversos países. En algunos están más o menos reguladas. En Estados Unidos, por ejemplo, están normadas en algunos estados. Asimismo, en Canadá y Uruguay. Ahora se pelea la ley en México. Se usa en muchísimos países, algunos con más o menos restricciones, como en Argentina, Australia, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Grecia, Jamaica, Paraguay, Portugal, Alemania, España, Reino Unido. No hay ningún lugar en el mundo que los pacientes podamos acceder libremente. Considero que se debe despenalizar la cannabis y regular según su uso. La cannabis es una medicina segura. Justamente, su uso no genera la muerte porque los receptores ubicados en tallo cerebral (que es donde se controla la respiración y los latidos) es escasa.
– ¿En qué dolencias el uso del cannabis medicinal ha producido resultados positivos?
-Lo fantástico de la cannabis es que no se usa estrictamente en un tipo o un pequeño grupo de dolencia. Todas las personas, todos las mamíferas y mamíferos tenemos sistema undocannabinoides, tenemos receptores de cannabis en nuestro propio organismo porque generamos una sustancia parecida que son los cannabis endógenos. Los de las plantas son los fitocannabinoides y los cannabinoides sintéticos. Estos receptores lo tenemos por todo el cuerpo razón por la cual se usa para diversas dolencias. No es una medicina estandarizada. Recuérdese que cada organismo funciona distinto. Es importante pasar por una consulta médica primero porque es el doctor o doctora la que indicará la vía de administración. Su espectro es amplio.
Existen estudios clínicos, preclínicos, para ser más específica, hechos en la Universidad Complutense de Madrid, que informan sobre el efecto antitumoral que tiene la cannabis. La cannabis es una medicina segura. Justamente, su uso no genera la muerte por los receptores ubicados en diversas zonas de nuestro organismo.
-Al cabo de algunos años de toda esta experiencia con respecto a tu dolencia. ¿Qué implica ser una activista de la cannabis medicinal?
-Es una misión de vida. Agradezco a mi enfermedad. La enfermedad me ayuda a sanar. La enfermedad me dio una misión y una visión: luchar por el acceso a la cannabis, democratizar la planta, dar calidad de vida a las personas. Somos las guardianas del derecho a intentar. Es lo mínimo que nos deben permitir: intentar. La cannabis es una herramienta para otras luchas. El derecho a salud, por ejemplo. Es terrible el maltrato que reciben los pacientes por parte del sistema de salud. Soy un caso. Lo experimenté. Para mí es un compromiso de múltiples actividades y cosas. Desde mi papel de feminista me ayuda a visibilizar muchos temas. Ayudar a mujeres a ser más autónomas y poder tener una relación más directa con su enfermedad o la de sus hijos. Es una lucha que habla de libertades. Empodera y da fuerza a las personas. A mí me apasiona. Hago mis cosas en función a la cannabis. Manejo la Asociación Cannabis Gotas de Esperanza y otros emprendimientos. Son siempre de pacientes para pacientes.
-Desde tu experiencia con el tratamiento del cannabis medicinal. ¿Cuáles son los beneficios?
-La calidad de vida. La fortaleza mental que me da. El ánimo. No es que me sienta bien todos los días. Tengo épocas más complicadas que otras, sin embargo, desde que la cannabis es mi medicina me siento mejor. Nada comparado a cómo me sentía en períodos antes de hacer uso de ella. Sobre todo, el ánimo. Ahora me siento bien.
– ¿Qué dejaste de hacer por la pandemia y cómo estas resolviendo tu trabajo en esta crisis sanitaria?
-Mi vida no cambió mucho. No soy una persona de salir frecuentemente. Me quedo en casa siempre. Voy a la oficina, en fin. Trabajo en la computadora desde casa. Mi trabajo se centra en las ideas. Pienso los proyectos, los escribo, los envío. Ahora, las exposiciones sobre este tema eran físicos ahora serán virtuales.