Autora del cuentario ¿Quieres ir a Madagascar? nos cuenta que aludido título es el resultado de su experiencia como voluntaria en la ONG española – francesa, Bel Avenir, que realiza labores principalmente educativas en el sur de Madagascar, uno de los países mas pobres del mundo
La periodista Yvonne Vásquez, publicó recientemente ¿Quieres ir a Madagascar? (Penguin Random House, 2019), su primer libro de cuentos que busca acercar a las niñas y niños peruanos a un país cultural y socialmente distinto, marcado por la extrema pobreza y el aislamiento de la modernidad, pero a la vez, y quizá por lo mismo, con excepcionales lecciones de cómo enfrentar el día a día con optimismo y dignidad.
A través de ocho cuentos que resumen las vivencias de Paco, un niño peruano que viaja a Madagascar junto a su padre – un médico voluntario- este libro motiva a los pequeños lectores a conocer el mundo con una mirada más humana, menos consumista y, por qué no, menos “monocultural” u occidental, para ser más precisos. Al respecto Lima en Escena charló con la autora.
-Yvonne, antes de centrarnos en la historia de Paco, el niño protagonista de tu libro de cuento ¿Quieres ir a Madagascar?, cuéntanos cómo surgieron estas historias.
-Estos ocho cuentos surgen después de mi experiencia como voluntaria en la ONG española – francesa, Bel Avenir, que realiza labores principalmente educativas en el sur de Madagascar, la zona más pobre de esa isla. Madagascar es uno de los siete países más pobres del mundo, también bastante olvidado y golpeado frecuentemente por la naturaleza, pero su gente es muy positiva y con una dignidad sobrecogedora. Los malgaches siempre están dispuestos a disfrutar cada momento, es algo que les caracteriza y que cualquier visitante destaca. Esa actitud me conmovió muchísimo e hizo que me acostumbrara de inmediato, pese a las condiciones adversas. Solo importaba la conexión humana y la voluntad de hacer algo por ellos, aunque, la verdad, estoy cada vez más segura de que ellos hicieron mucho más por mí.
Y cuando volví a Perú, sentí que debía retribuir esas enseñanzas, transmitir los valores de una cultura geográficamente lejana, económicamente desfavorecida, pero humanamente potente. También sentí que al escribir estas historias podía contribuir a que los niños y niñas de Perú o de cualquier parte del mundo conozcan, valoren y miren a otras sociedades con respeto y tolerancia.
– Madagascar tiene un vínculo con el Perú. Esta relación data del periodo del Virreinato. Podrías ahondarnos sobre este punto.
-Sí, parece increíble ¿no? Quizá muchos hemos oído hablar de la Mangachería, de la cultura o del barrio, porque hemos estado por Piura o leído La Casa Verde de Mario Vargas Llosa, quien se inspira en este lugar como escenario de su novela. El nombre es una variación de malgache, que es el gentilicio de los nacidos en Madagascar. Y es como se identificaron a los esclavos que en la época del Virreinato trajeron a Perú desde esa isla. Ellos se asentaron, o los asentaron, en Piura y allí formaron la comunidad de mangaches y luego el barrio Mangache, que incluso fue donde se originó el tondero. También se sabe que Sánchez Cerro, el primer presidente mestizo peruano, fue de ese barrio, es decir, de ascendencia malgache.
-Tenemos entendido que tu ópera prima figura en el Plan Lector. Qué nos puedes decir al respecto.
– ¡Que es maravilloso! Agradezco enormemente a Penguin Random House por publicar estos cuentos y promoverlos dentro del Plan Lector, ya que me permite cerrar el círculo de la mejor manera. Si bien dediqué esfuerzo y recursos para ir a hacer un voluntariado en esta isla lejana, viniendo yo de un país donde también hay pobreza – aunque menos extrema que en Madagascar, por supuesto- este libro me permite proyectar ese esfuerzo hacia mi país, donde es verdad que aún nos falta mucho para lograr el bienestar de la mayoría, pero creo que uno de los principales problemas es la falta de una buena educación, de cultura ciudadana, de humanidad, de cultura en general. Producto de ello es que hay racismo, bullying, intolerancia, entonces, con este libro quiero contribuir a hacer reflexionar a los niños y también a los padres respecto a valores y principios que son universales y fundamentales para una mejor sociedad y un mejor mundo, sobre todo ahora que todo está tan “globalizado” y que los jóvenes tienen acceso fácil a herramientas, que si no son bien usadas pueden jugar en contra de ellos mismos.
-Más allá de las vivencias naturales en la infancia de todo niño cada relato encierra lecciones de vida, asuntos vinculados a la amistad, el respeto… ¿no?
-Así, es. A través de las vivencias de Paco, un niño peruano que llega a Madagascar junto a su padre, un médico voluntario. Como todo niño, Paco es curioso, pero también empático y noble, que a veces se indigna al no entender por qué la gente de Madagascar tiene tantas carencias, pero igual quiere dar lo mejor de sí, conocer más y disfrutar de la compañía y juegos con niños y niñas en una isla que es paradisiaca, con playas vírgenes, árboles de fantasía como los enormes baobabs y animales únicos, como los lémures, que él ha visto solo en dibujos animados. El entorno es ideal para cualquier niño. Una naturaleza bella y enorme, un espacio de libertad total.
Paco conoce a niños de su edad, tiene un amigo especial, que es Mahandry, con quien vive diversas aventuras, unas propias de los niños, como el jugar con una pelota, y otras más duras, como el visitar una mina de zafiros, donde muchos pequeños trabajan en condiciones infrahumanas. No obstante, en cada historia hay reflexiones o mensajes, de solidaridad, respeto, honradez, desprendimiento, tolerancia.
-El encuentro de dos culturas también se pone de manifiesto. Sin embargo, es Paco quien descubre algunos aspectos de la cultura que define a Madagascar. Esto lo expresas desde lo anecdótico. ¿Cómo surgió esta necesidad por ofrecernos estos detalles?
-Sí, al girar las historias en torno a los niños, no se me hizo muy difícil describir las similitudes o diferencias, ya que los niños son muy honestos. Paco, por ejemplo, al inicio reniega de la paciencia con la que se mueven los malgaches. Él viene de una sociedad donde todo va rápido sin importar lo que hay alrededor. Los malgaches tienen como lema el “mora, mora”, que es algo así como “paciencia, paciencia”, acompañado de una sonrisa, por supuesto, ya que para ellos lo más importante es sentirse bien y no, por ir apurados, dejar de pensar en el otro o en uno mismo. Al final, Paco se da cuenta que él también se ha acostumbrado a no pensar mucho en el tiempo, ya que hay otros factores que tienen más valor. Te cuento que a mí me pasó eso, claro, y cuando regresé a Lima me costó entrar en el ritmo de la ciudad.
-Este libro de relatos, esta historia de Paco indirectamente es también un homenaje a tu mamá, su vocación como educadora, activista. Podrías hablarnos sobre ella.
-Feliz de hablarte de mi madre, a quien dedico el libro. Ella falleció hace diecinueve años y en vida fue una educadora a carta cabal. Siempre preocupada porque los niños aprendan, tanto sus alumnos como los niños de otros lugares, incluso hacía de tutora de muchos chicos, cuyos padres eran analfabetos, y llegó a tener una escuela. Cuando era pequeña, me llevó algunas veces a la sierra de La Libertad, exactamente a Angasmarca y Chusgón, pasando Cachicadán, hasta donde se llegaba a veces a caballo, en medio de granizadas. Ella trabajó un tiempo allí y también realizaba tareas voluntarias de alfabetización para los mayores de edad, junto a otros profesores. Ella era entonces muy joven y aventurera, llena de energía, caminaba una hora diaria de ida y vuelta para llegar a la escuelita al lado de un río y de cerros, pero era feliz. Me tuvo joven y como fui su única hija, me involucraba en sus labores. Esa etapa de nuestras vidas la recuerdo con mucha ternura y orgullo. Con el paso de los años, esas lecciones fueron calando más en mí, por lo que creo que, además de mi propio espíritu aventurero y que me encanta viajar, fui a Madagascar para proyectar su vida. Cuando estaba en las aulas con los niños y niñas allá, sentía que era más hija de mi madre que nunca.
-Finalmente. ¿Quieres ir a Madagascar? Figura en todas las tiendas online. Qué opinas sobre la vigencia del libro físico y la tendencia por la demanda del libro digital.
-Bueno, todos los estudios reportan que el libro de papel no va a desaparecer fácilmente. Es que hay cosas y actos que son muy simbólicos para la humanidad, muy arraigados a lo que somos, a nuestra evolución, el libro y la lectura en papel creo que se enmarcan en ello. Igual, pienso que lo importante es leer de cualquier manera. Durante el tiempo que estuve en Madagascar me la pasé leyendo libros digitales porque no era fácil cargar con los físicos. Y ahora que mi libro está en estas plataformas internacionales, mis amigos con los que hice el voluntariado, que están en España, Francia, en la propia Madagascar u otros lugares del mundo, pueden leerme. Por ello, tampoco sentencio al libro digital, creo que cumple una función, aunque, claro, me gustaría más que me lean en papel. Incluso si yo tengo que escoger cómo leer, opto también por el libro de papel. Y si está autografiado, mejor.