Desde el arte, la cultura y la gestión, Shaya Culturas Libres conformado por psicólogos, creadores escénicos, creativos, gestores sociales y culturales, nacionales e internacionales contribuyen al desarrollo humano. En sus siete años de vida trabajaron alrededor de doscientas actividades articulando con diversos centros culturales de Lima y Ayacucho
Shaya Culturas Libres, es un colectivo multidisciplinario independiente que trabaja bajo principios como la equidad de género, interculturalidad, democracia participativa, asociatividad y sostenibilidad; comprometidos con el entorno que nos rodea y sus principales problemáticas hacia una cultura de paz. “Ser sostenible es para nosotros saber que lo que hacemos transforma en pequeña o en media escala”, nos dice Shirley Paucara, directora de Shaya Culturas Libres, quien nos ofrece un paneo sobre las labores de su colectivo.
-Shirley, el colectivo Shaya Culturas Libres tiene siete años de trabajo en el arte, la cultura y la gestión, ¿qué les permitió toda esta labor?
-Nos deja muchos aprendizajes: el primero es el de la resistencia. Cuesta mucho ser independiente en el Perú. El segundo y más importante: alzar la voz, hacer presencia y visibilizar el trabajo de nosotras las mujeres. Si bien ahora hay un poco más de “equidad”, el camino aún tiene buen trecho. La idea, la acción es crear y gestar con compromiso y conscientes de lo que pasa alrededor.
En todo este tiempo trabajamos casi doscientas actividades articulando con diversos centros culturales de Lima y Ayacucho. Organizamos el Festival Itinerante de Teatro Latinoamericano Ámbar – FILTA 2017 y auspiciamos el Encuentro Internacional de Teatro de grupo Ayacucho 2018 con un equipo de gestión. Hice la organización general del evento sede Huamanga del emblemático Encuentro Ayacucho, creado en 1978 por Mario Delgado Vásquez, director de Cuatrotablas, maestro y amigo, a quien le prometí que lo haría antes de que dejara el plano terrenal. Trabajamos en alianzas colaborativas con artistas y gestores de América Latina, Norteamérica, Europa y Asia, este último año, con nuestra programación virtual, en pandemia, hemos alcanzado a través de las redes sociales a 58, 510 personas, en las 18 entrevistas, charlas y/o actividades pedagógicas programadas.
-Shaya, palabra quechua que en español quiere decir la que se levanta, la que está en pie. ¿Cómo proyectan esta expresión en el quehacer del colectivo?
-Queremos estar en pie. ¿Caernos? seguro, muchas veces, como todos; pero levantarnos para “actuar”. Ese es el día a día. No siempre tenemos buenos resultados como colectivo. El MINCUL nos negó los Apoyos COVID19 por ejemplo, pero seguimos. Shaya es como un grito de coraje, de rebeldía. Un grito interno para seguir a pesar de lo duro que es en nuestro país al ver las cifras por casos de feminicidio, de violencia de género; ver el descaro político, la desigualdad social, entre otros temas.
-A través de la danza, teatro, entre otras disciplinas buscan resarcirse de la cultura patriarcal y todo lo que ello implica. ¿Qué resultados han obtenido con esta filosofía?
-Ciertamente nuestros trabajos escénicos son jóvenes. Empezamos a producir el 2018 aunque varios integrantes tienen trayectoria. Nuestras obras trabajan todos estos puntos tocados líneas arriba y cada montaje a futuro siempre tendrá esta tendencia. No queremos hacer teatro solo porque sí. Seguramente “técnicamente” no será tan sofisticado y tenemos que seguir creciendo, pero en contenido tenemos la convicción de despojarnos del colonialismo, del patriarcado y apostar por producciones más horizontales, artesanales, experimentales, fuera del “mercado”.
Un ejemplo es nuestro montaje “Zumbayllu” basado en la novela de José María Arguedas “Los ríos profundos”. Aquí se denuncia la opresión a los indígenas en manos de hacendados y el poder de la iglesia católica, entre otros. Esta obra nos ha traído significativas satisfacciones. Estudiantes del nivel secundario de ciudades de Ayacucho como Cangallo, Huancasancos, Vilcashuaman, Víctor Fajardo y Huamanga se cuestionen hasta qué punto ese abuso sigue existiendo en esta estructura política que acentúa a “los de abajo” y a “los de arriba”. Que te lo mencionen y/o se debata luego de la función, es alentador. Esos pequeños cuestionamientos individuales podrían terminar cambiando parte de realidad en algún momento.
– Qué beneficios le brinda a su comunidad trabajar con psicólogos, creadores escénicos, creativos, gestores sociales y culturales, nacionales e internacionales.
-La comunidad Shaya es la gente que nos sigue. Crecemos y se van sumando. En Shaya proponemos “ser libres”. Suena bonito, pero es un camino complejo que depende de muchos factores: del personal, de nuestra capacidad de abrir nuestro ser y entregarnos plenamente. El entorno, la energía del otro que nos transforma inevitablemente, o nos libera o nos oprime. También y en buena parte de las políticas de estado que garanticen nuestro desarrollo, nuestro derecho a la salud, a la educación, a la alimentación, al trabajo digno, a la cultura. No podemos ser libres con un gobierno que limita nuestros derechos básicos.
– ¿Por qué trabajar desde la equidad de género, interculturalidad, democracia participativa, asociatividad y sostenibilidad?
-Nosotros pensamos en la cultura como “estado”, como diría Teixeira Coelho: “acción” y “no-acción”. Nos gustaría que ese accionar, ese poder ser, de experimentar, de crear se transforme un una realidad. Pero ¿cómo podríamos hacerlo con las diferencias entre los hombres y las mujeres? ¿Podríamos hacerlo sin un diálogo intercultural constante que resulta vital para el aprendizaje mutuo? ¿Cómo podemos trabajar en proyectos culturales, que pretenden intervenir en una realidad X, sin conocerla, cuando no tienen voz? Es incoherente. Los proyectos tienen que nacer del deseo, la necesidad, la exploración, aciertos y desaciertos de todos los involucrados, la cultura la hacemos todos, no el “gestor”, no el que tiene el “título”, no. La democracia participativa es tan sencilla como construir en colectivo, pero es muy compleja al mismo tiempo para nosotros mismos porque arrastramos una estructura “colonialista”.
Se trata de apoyarnos, sostenernos, mirarnos, reconocernos y sumar fuerzas. Para ser “sostenibles”, que ya quisiéramos serlo, ¿qué es imposible?, no lo sé, lo estamos probando y aunque Shaya lleva siete años inicié este camino a los 18 de manera empírica con mi maestro Mario Delgado y puedo decir que en muchos aspectos sí hay sostenibilidad. La sostenibilidad no es sinónimo de rentabilidad eso se lo dejamos a las grandes industrias culturales de capitales importantes. Ser sostenible es para nosotros saber que lo que hacemos transforma, en pequeña o en media escala. Ser sostenible es cambiar la realidad de manera saludable, pacífica, creativa, para algún día quién sabe, inspirar a otros.
-En su repertorio teatral tienen una obra sobre Magda Portal. ¿Cómo se dio esta experiencia de incorporarla al trabajo de Shaya?
-La primera vez que supe de Magda Portal fue por Mario Delgado. Tras ver su montaje Mariátegui me quedé enamorada de su poesía en la voz maravillosa de Flor Castillo, allí me prometí que la haría. Luego con Cuatrotablas, en el 2018 estrenamos “Todas somos Magda”, diez mujeres en escenas, allí estuve actuando, con tremendas maestras. Hacer el unipersonal me suponía un reto importante porque se trataba de una mujer transcendental, poetisa, política, líder del grupo feminista aprista, capaz de revelarse contra el mismísimo Haya de la Torre, con un carácter impresionante, una convicción política tan apasionada como su forma de amar.
Magda impulsó la educación y la participación política de las mujeres, buscaba la unidad política de América. Fue una mujer que sacrificó su vida personal. Para Shaya, este montaje, la vida de Madga, como las otras mujeres que lucharon por la independencia de sí mismas en un contexto patriarcal, las que defendieron la libertad de muchas otras, son la base de la filosofía de Shaya. Son éstas y miles de mujeres las que se siguen manteniendo en la sombra y que necesitan ocupar un lugar en el presente y en nuestras memorias.
-¿Cómo asumieron el trabajo en línea en un contexto como el actual?
-Al percibir como es que el ecosistema cultural se desmoronaba desde las sólidas empresas culturales que despedían gente y el mismo Ministerio de Cultura que no daba la talla decidí hacer una carta para el presidente y el Ministerio de Cultura con algunos puntos para salvaguardar al sector. La compartí con Wili Pinto de Maguey, Sara Paredes de Estirpe, gente cercana de teatro. Coincidió con que se empezaban a activar varios colectivos y en esa dinámica, nació la Red de Gestores y creadores culturales del Perú, que considero fue el jalón de orejas al estado, el primero; luego vinieron varios, el escándalo de Swing y la renuncia de la ministra Sonia Guillén.
Luego de articular intensamente en esa red y en el Movimiento de Grupos de Teatro del Perú liderado por Wili Pinto y la Red de creadores y gestores culturales del distrito de San Miguel replanteamos nuestra forma de estar con Shaya. Veníamos de concretar presentaciones y proyectos siempre con terceros. Pasaba por un momento difícil tras la pérdida de mi hermana y toda esta coyuntura me dio la fuerza necesaria para ponerme a trabajar. Ya con el equipo, que es más una suma de alianzas y redes, unos más cercanos que otros; diseñamos charlas que tenían que ver propiamente con la COVID19, otras con la gestión de las emociones, con cómo enfrentar el duelo y todo lo relacionado con la salud emocional para luego hablar de la importancia del arte en la educación, la violencia gineco-obstetra, las gestoras culturales que transforman y las mujeres del teatro de grupo, que es la línea de trabajo en la que nos movemos y promovemos.