Claudia Sacha, Mariana de Althaus, Paloma Carpio, Nani Pease, Moyra Silva, Jamil Nicolle Luzuriaga y Carolina Black Tam, nos cuentan sus vivencias en el campo de las artes escénicas
Son dramaturgas. Escriben. Algunas escriben y dirigen. Otras escriben, dirigen y actúan. Desde hace un puñado de años sus propuestas teatrales rompen con lo canónico. Dramatúrgicamente han transformado nuestros discursos teatrales. Estrenan sus proyectos pese a la falta de ayudas públicas o privadas, que si bien existen son ínfimas. En suma: su labor y aporte en el campo de las artes escénicas locales es vital.
En este mes de marzo, Lima en Escena, rinde honores a un grupo de mujeres que contra viento y marea, día a día, año a año, fortalecen nuestras tablas.
Claudia Sacha
Trayectoria de una vocación
Nací en una familia de actores, de modo que el teatro siempre fue mi segundo hogar. Empecé mi carrera artística a los 7 años, como actriz. A los 20, incursioné en la dramaturgia con una obra de creación colectiva en que tuve la oportunidad de trabajar la versión final de los textos. Durante seis años estudié dramaturgia informalmente, con distintos profesores y también de manera independiente, ya que no había –como lamentablemente no hay hasta hoy en nuestro país- una carrera formal en esa especialidad. Empecé a escribir y producir mis obras teatrales, actividades que desarrollo continuamente hasta hoy.
Hace 10 años soy, también, guionista de televisión. Por la misma época me inicié en la docencia, sintiendo la responsabilidad de contribuir a la formación de nuevos dramaturgos, y poco a poco fui encontrando que era también mi vocación. Eso me impulsó a obtener el grado de Bachiller en Educación por la PUCP. Actualmente estoy cursando la Maestría en Cognición, Aprendizaje y Desarrollo en la PUCP. Soy socia-fundadora de Teatro Racional, sala teatral alternativa; y de Clínica Dramática, servicio de asesoría en dramaturgia que manejo con Gonzalo Rodríguez Risco. Soy docente en las especialidades de Teatro y de Danza en la PUCP. Mi más reciente proyecto educativo, “Claudia Sacha: Escribe tu Historia”, incorpora temas de gestión, producción y dramaturgia, para fortalecer la capacidad de autogestión.
Proyectos
En el campo de la escritura, culminar el texto de mi próxima pieza teatral, que vengo cocinando a fuego lento; seguir trabajando en los proyectos televisivos que tenemos para este año; y el estreno de un espectáculo del Ballet Nacional para el que desarrollé el libreto con Gonzalo Rodríguez Risco. En cuanto a mi formación, luego de culminar la Maestría planeo ingresar a un programa de Doctorado. En el ámbito de la enseñanza, continuaré con mi labor docente y de apoyo al desarrollo de nuevas voces de nuestra dramaturgia, tanto en las diversas instituciones educativas en las que me desempeño como a través de mi proyecto “Claudia Sacha: Escribe tu Historia”.
Mirada al desarrollo de las artes escénicas locales
En los últimos años, se observa en el Perú un creciente interés por apoyar el desarrollo de la dramaturgia, que se traduce en una cada vez mayor cantidad de jóvenes autores interesados en este arte, así como en algunas iniciativas públicas y privadas destinadas a promover la escritura de obras teatrales como, por ejemplo, los concursos. Sin embargo, a nivel educativo aún existen muchas carencias. Actualmente ninguna institución de educación superior del país ofrece una carrera de dramaturgia, lo que sí se observa en otros países de la región y el resto del mundo. En mi opinión, para que nuestra dramaturgia despegue, hace falta reconocer su valor como vehículo de comunicación, expresión artística y cultural, repositorio de memoria y testigo de la historia de nuestro país. Hace falta, también, un esfuerzo conjunto y constante del Estado, el sector teatral y las entidades privadas a fin de lograr una verdadera política de apoyo integral que se sostenga en el tiempo y le dé a nuestra dramaturgia el lugar que le corresponde, primero a nivel nacional y luego en el extranjero.
Mariana de Althaus
Trayectoria de una vocación
Empecé como actriz, pero no me iba muy bien. Luego me volví dramaturga y en la tercera obra empecé a dirigir. Ahora sólo escribo y dirijo obras. No tengo un grupo de teatro, genero mis proyectos de manera independiente y busco productor o teatro para cada obra. Es agotador y solitario, pero a la vez tengo una gran libertad y no tengo ninguna obligación con nadie, puedo dejar de hacer obras y no voy a dejar colgado a nadie. Vivo de mis talleres, enseño a escribir teatro en mi casa.
Proyectos
En agosto voy a dirigir una obra testimonial con Gabriela Wiener en La Plaza. Lo que voy a hacer el próximo año aún no está definido, pero probablemente dirija una obra escrita por mí, una obra que estoy tratando es escribir ahora.
Mirada al desarrollo de las artes escénicas locales
Cuando yo empecé -a finales del siglo pasado- hacer teatro era una excentricidad y sólo lo podían hacer los obsesivos, porque hacer teatro era caminar cuesta arriba en todos los aspectos. Ahora hay un montón de concursos de dramaturgia, hay tres festivales internacionales, muchas obras interesantes en cartelera, y hay obras en gira, como las obras de Yuyachkani (que se presentaron en México) y «Cuerda» de Wendy Ramos y Nishme Súmar (que está de gira en EE. UU). El teatro peruano, escrito por peruanos, es muy interesante y variado. Claro que tenemos mucho por delante. Los dramaturgos se desaniman en el camino por falta de recursos, se van a la tele o a otros trabajos lucrativos. Pero hoy ya no es raro que haya directoras mujeres encabezando obras en todo tipo de teatros, desde los comerciales hasta los más alternativos. Las dramaturgas también somos cada vez más.
Paloma Carpio
Trayectoria de una vocación
Soy una persona afortunada. He tenido la suerte de llevar una formación que me permitió tener una perspectiva amplia del valor de las artes escénicas en la sociedad y de los distintos caminos que hay por explorar (Especialidad de Artes Escénicas de la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación de la PUCP). Desde joven tuve el privilegio de trabajar con dos instituciones fundamentales para nuestro país como lo son Yuyachkani y La Tarumba. A partir de los aprendizajes que los maestros y maestras de ambos grupos me transmitieron intento forjar mi propia búsqueda de lenguajes y temas. Para ello, la Creación Colectiva ha sido la matriz que ha permitido contener procesos que implican mucha movilización de ideas, emociones y sueños compartidos. Esta convicción del poder de la inteligencia y sensibilidad colectiva la he aplicado tanto para la creación escénica, como para el impulso a políticas públicas en cultura, que es también uno de mis temas de interés.
Los procesos y búsquedas dentro de las artes escénicas han sido posibles gracias a la contención y complicidad que da el trabajo de grupo. En ese sentido, haber decidido crear Tránsito-Vías de Comunicación Escénica el año 2005, junto a compañeras con las que nos une, principalmente, el amor y una ética en común, ha sido determinante. Cada proceso de creación implica una mirada alerta del mundo -interior y exterior- y eso es algo que intento, también, transmitir como docente. Tengo la responsabilidad de enseñar en dos universidades y lo que más me inquieta de ese rol es aportar a que lxs nuevxs creadores escénicos del Perú sean reflexivos, sensibles y valientes para proponer acciones escénicas que contribuyan a una sociedad más empática y justa.
Proyectos
El año 2019 empezó con fuerza. Con Tránsito-Vías de Comunicación Escénica venimos preparando la reposición de nuestra última obra: «Reconstrucción_Nombre Femenino». Gracias al beneficio que nos otorga uno de los estímulos económicos del Ministerio de Cultura, podremos llevar la obra a Trujillo, Iquitos y Huamanga en abril y mayo. Asimismo, estaremos moviendo “La Prueba” obra que produjimos junto a la Red Jóvenes Cambiando Vihdas y que se presentará este año en el Festival Internacional de Artes Escénicas para la Diversidad (FIAED) y en el Teatro Roma.
Gracias a uno de los fondos para la producción escénica de los Estímulos Económicos del Ministerio de Cultura, dirijo un proyecto denominado “Muros”. Será una creación interdisciplinaria con artistas de circo y movimiento en escena. Esto es posible gracias a la complicidad con Soledad Ortiz de Zevallos y Caroll Chiara, con quienes vengo trabajando desde el 2016, año que en estrenamos “El día en que cargué a mi madre”. “Muros” estará en una breve temporada los días 21, 22, 23 y 24 de junio en el Teatro de la Universidad del Pacífico y, en adelante, moviendo la obra de manera itinerante.
Con “El día en que cargué a mi madre”, estamos programando algunas funciones y nos venimos preparando para participar del FITCRUZ, el Festival Internacional de Teatro de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. En agosto, en la Casa de la Creatividad, estrenaremos un unipersonal protagonizado por Susana Ilizarbe, actriz y cantautora, a quien vengo dirigiendo en una creación que se presentará como “concierto testimonial”, que gira en torno a la decisión de ser madre.
Finalmente, hay una valiosa iniciativa en la que colaboro y que hemos denominando “Movimiento Independiente de Fomento del Público Teatral”. La intención es fortalecer las capacidades de los creadores y gestores de teatro independiente para generar juntos estrategias que incidan en la ampliación y diversificación del público.
Mirada al desarrollo de las artes escénicas locales
Miro con entusiasmo los avances innegables que existen en el sector cultura, en general. Creo que estamos en un mejor momento que hace 10 o 15 años. No sólo por la oferta de propuestas artísticas, que es mayor y diversa, si no, también, por los avances a nivel público e iniciativas de articulación desde la sociedad civil. Hoy contamos con un Ministerio de Cultura que, finalmente, genera fondos para el estímulo a las artes; con concursos de dramaturgia convocados por diferentes instituciones; con carreras profesionales en un mayor número de universidades; con un festival como el FAE, que ha implicado la capacidad de dialogar de instituciones muy importantes y reconocidas; con un consolidado festival de teatro de calle como FITECA, que cumple 18 años; y con múltiples iniciativas que implica un nivel de especialización importante en temas claves como formación de públicos, comunicación y marketing para las artes escénicas, entre otros.
Sin embargo, el crecimiento del público no ha estado a la par del crecimiento del sector y esto hace que sea insostenible. Los espectáculos que tienen garantizada una asistencia rentable son aquellos que se impulsan desde instituciones que cuentan con un mejor posicionamiento en el mercado, es decir, que cuentan con empresas auspiciadoras y elencos con figuras mediáticas, por lo pronto. Y, desde mi punto de vista, la cultura no puede ser normada por las leyes del mercado, porque si no, como diría José Carlos Mariátegui, no nos quedaría de otra que crear para el “gusto mediocre de la burguesía”.
Suena un poco violento y a mí misma me genera resistencia decirlo, pero no le falta verdad. Es por esto por lo que creo que los esfuerzos deben dirigirse a la promoción de la Cultura Viva Comunitaria (CVC), es decir, a fortalecer aquellas iniciativas que estimulen la cultura desde las comunidades, que buscan garantizar el ejercicio pleno de los derechos culturales, que permiten que niños y jóvenes vivan el arte como una dimensión que enriquece sus vidas y que les es propia porque les permite expresar sus identidades, imaginar y crear otros mundos posibles. En este plano también se han dado avances a partir de programas como Puntos de Cultura y de ordenanzas que han logrado aprobarse en diversos gobiernos locales. Pero esta apuesta debe ser más profunda para lograr que el acceso a la diversidad de expresiones culturales no sea un privilegio de pocos, sino un derecho de todas y todos.
Nani Pease
Trayectoria de una vocación
Hasta hace poco, mi relación con las artes escénicas solía ser muy intermitente, es decir, de momentos con muchos proyectos y muchas cosas a la vez a otros en los que no me era posible dedicarle ese tiempo. Siempre pensé que ello se debía a tener dos carreras y tener la suerte de amar ambas, y la desdicha de que el tiempo nunca alcance. Sin embargo, entendí con el tiempo, que esa intermitencia se debe también a la manera como hacemos teatro en el Perú y a las condiciones y modos que los teatristas tenemos que enfrentar para poder crear.
A diferencia de la mayoría de los países de nuestra región, en el Perú no existe apoyo alguno por parte del Estado para la creación escénica. Ninguno. Cero. Salvo un par de concursos y ciertos apoyos recientes, la posibilidad de acceder a una sala, de tener espacios para ensayar y de producir dependen exclusivamente de los creadores. Hacer teatro en ese contexto es una locura y un absoluto acto de terquedad. En ese contexto entrar y salir, hacer y no hacer me parece que es el modus operandi de la mayoría de los creadores que no tiene la suerte de tener una fortuna personal, una empresa privada o una universidad detrás.
En los últimos años, sin embargo, he tenido la oportunidad de poder crear en el contexto de un grupo, /Otro/colectivo teatro, lo cual ha hecho que mi relación con el teatro y mi participación en él sea mucho menos intermitente, más contenida, grata y feliz. Un grupo te estructura, acompaña, y permite generar apuestas conjuntas que compensen el saber estar apostando por hacer teatro en un contexto muy difícil. Creo que por eso los últimos cinco años han sido los más productivos de mi carrera pese a que vengo haciendo teatro desde que era niña. Un grupo te permite además la tranquilidad de saber que tienes capacidad de elegir tus proyectos. Siendo tan costoso el hacer teatro a tantos niveles, no hacer algo que te compromete completamente y que te encante es sumamente difícil. Todos lo hemos hecho y lo hacemos y a veces no queda de otra, pero tener un colectivo con el que creas te permite saber también que en tu año vendrán uno o dos proyectos que realmente son lo tuyo, que realmente amas.
Proyectos
Este año estaremos trabajando en dos proyectos desde /Otro/colectivo teatro. El primero “A la izquierda del (Dios) padre”, una creación colectiva en la que participaremos Tirso Causillas y yo, que será dirigida por Fernando Castro y Zammy Zamalloa. Es un proyecto conmovedor para mí, tanto por actuar con Tirso con quien amo trabajar en escena (lo cual no hago desde el 2014) como por trabajar con dos personas tan queridas y admiradas por nosotros como son Fer y Sammy. ¡Es un proyecto que rebalsa de amor por todos lados! Y creo que el tema lo requiere porque estamos creando sobre la premisa de dar cuentas de nuestros padres, ambos hombres de izquierda, de sus muertes, de lo que perdimos con sus muertes y de nuestra compleja, confusa, contradictoria y desconcertante relación con la izquierda como herencia de ellos. Tiene que ver con la izquierda, pero sobre todo con ser hijo e hija, con la memoria y con el dejar ir a alguien que amas de tu vida. Hemos tenido la suerte de ser seleccionados para presentar la obra en el auditorio del Museo de Arte de Lima -MALI y estaremos ahí desde la última semana de agosto hasta el 13 de octubre.
Además, estamos trabajando en un proyecto denominado “Ante la ley” en el que Tirso me dirigirá a mí y que tiene que ver con la relación de las mujeres con la justicia en el Perú. Estamos creando material, que por el momento estoy escribiendo yo, pero donde seguramente Tirso también irá metiendo mano. Aspiramos a tener una suerte de work in progress este año y una temporada el próximo. Finalmente, Tirso viene escribiendo una obra que tiene que ver con violencia sexual, muy potente y muy intensa, pero sobre la cual no puedo por el momento decir nada más.
Mirada al desarrollo de las artes escénicas locales
El teatro tiene una relación compleja con las mujeres y las mujeres estamos en proceso de asumir roles que cada vez se alinean más con los cambios en términos de género a nivel global. Es complejo porque, de un lado, las artes escénicas es un espacio de enorme aceptación a la diversidad sexual y de género si lo comparamos casi con cualquier otro espacio de nuestro país. Para mi ese es uno de los aprendizajes más valiosos en toda la vida que me deja mi relación con el teatro: el naturalizar la diversidad. Al mismo tiempo, sin embargo, y pese a la precariedad en la cual todos los teatristas hacemos teatro en el Perú, se han tendido a replicar las mismas desigualdades que existen a nivel global y nacional en las dinámicas, en la creación escénica.
Eso se ve en los números claramente, por ejemplo en cuántas mujeres dirigen vs cuántos hombres dirigen, o cuántos dramaturgos vs cuántas dramaturgas hay, o en cuántas obras de las que se eligen montar hay personajes femeninos que lleven la acción, que sean el eje narrativo de la historia, o en cuántas mujeres vs cuántos hombres administran o gestionan un teatro o un espacio cultural, no me refiero a uno autogestionado, sino a uno en el que alguien es contratado. En situaciones como esas el teatro no tendría por qué ser diferente del resto de nuestra sociedad que sigue siendo profundamente machista y desigual. Pero la desigualdad se ha manifestado también de maneras menos visibles y por tanto más complejas de desnaturalizar. Por ejemplo, en el cómo las dinámicas en los ensayos y procesos creativos se han visto atravesadas por relaciones de poder jerárquicas y desiguales, por violencia y abuso.
Este tema, lamentablemente, es poco enunciado, verbalizado, cuestionando en sus orígenes. El caso de Guillermo Castrillón fue para mí particularmente revelador en ese sentido, pero más revelador aun me pareció, el contraste entre la valentía de mis compañeras escénicas de denunciar y hacer público el caso y la poca cantidad de compañeros actores que expresó su apoyo. En cuántas personas, varones y mujeres, fueron ambiguas, o pretendieron asumir una neutralidad en un contexto que demandaba que esta no existiera. Creo que, dadas las particularidades del espacio creativo, que demandan trabajar también con nuestra vulnerabilidad, debiera de haber una ética del cuidado mucho más explícita y articuladora del trabajo. Tengo la impresión de que muchas creadoras mujeres, y, a decir verdad, muchos hombres no hegemónicamente masculinos, que han pasado por un proceso de deconstrucción, vienen trabajando en esa dirección y me llena de esperanza lo que eso puede generar en las artes escénicas, no solo respecto a lo que decimos y a cómo lo decimos sino también al proceso que seguimos para decirlo.
Moyra Silva
Trayectoria de una vocación
Mi trabajo en artes escénicas lo he desarrollado de manera interdisciplinaria y transversal. Un diálogo entre la danza, el teatro y las artes visuales. Asumo también diferentes roles: actriz, bailarina, directora, diseñadora, entre otras actividades.
Proyectos
Un proyecto que hace tiempo quiero realizar es la creación de un site-specific vídeo danza. «Limas utópicas» es el nuevo proyecto de CorpusMedio, el dúo creativo que conformo junto con la compositora norteamericana Adele Fournet. Estamos recibiendo el apoyo de Centro Cultural de España. Vamos a hacer un taller de movimiento para todxs, es decir no hay límite de edad ni requiere ser profesional de danza/teatro y crearemos una video danza en los alrededores del CCE-Lima con lxs participantxs.
Mirada al desarrollo de las artes escénicas locales
Retrocede y avanza. Inestable. Parece que hay un boom, pero a veces no vemos realmente si ese aparente crecimiento lo es. Por un lado, se empiezan a abrir las propuestas escénicas a otras posibilidades. Las directoras y dramaturgas estamos ganando espacios, asumiendo nuestros proyectos. Eso me da esperanza y me da fuerza. Por otro lado, considero que lucho por mantenerme como artista independiente. Es difícil y no sé hasta cuando pueda sostener esta batalla. Sin embargo, pienso en positivo. Ha sido gratificante y alentador para mí haber ganado el concurso del Festival de Teatro del ICPNA este año debido a que es la primera vez que puedo contar con una subvención para desarrollar un proyecto de investigación, artístico, después de muchos años de auto financiamiento.
Jamil Nicolle Luzuriaga
Trayectoria de una vocación
Las artes escénicas son como un aprendizaje constante en el que la experiencia y el hacer ha guiado el camino. Justamente empecé a reconocer las falencias de esa manera de desarrollar la labor. Si tuviera que resumir cómo ha sido, diría que en un primer momento sucedieron varias experiencias que me impulsaron a creer/crear y hacer sin pensarlo mucho. Luego, después de ese primer acercamiento, me di cuenta de que realizar y llevar a cabo cada proyecto escénico demanda una verdadera lucha contra varias adversidades que se van presentando: económicas, falta de tiempo, organización, sin embargo, uno tiene que continuar.
Proyectos
Hace un tiempo busco que la filosofía y el teatro se entrecrucen y fusionen. Junto a Barbra Zavala y Giancarlo Morí, tenemos dos proyectos que siguen esa línea de trabajo. “Mi amigo Platón”, una suerte de narración teatralizada que explica la famosa alegoría de la caverna de Platón dirigida al público familiar. “La Pensadera” un proyecto que busca desarrollar clases de filosofía que rocen con lo performático. Asimismo, algunas personas que emprendimos el “Proyecto 4/4” en el 2015 -Patty Q. Madueño, César Vera, Daniel Suárez, entre otros- estamos trabajando en la realización de una nueva versión. Esta sería la tercera versión de cuatro obras de formato breve trabajadas en cuatro ambientes de Sala Arrisueño, espacio que continuó gestionando en Santa Catalina, La Victoria.
Mirada al desarrollo de las artes escénicas locales
Desde donde me ubico y encuentro, veo que hace ya algunos años se están produciendo y desarrollando varios proyectos que involucran el desarrollo de nuestra dramaturgia nacional. Sin embargo, encuentro dos aspectos que considero deberían empezar a cobrar mayor importancia: una verdadera valoración a la dramaturgia nacional que antecede a la nuestra y la posibilidad de arriesgarnos desde lo escénico/lo teatral, buscando nuevas maneras de decir y hacer en el espacio escénico.
Carolina Black Tam
Trayectoria de una vocación
Me desarrollo principalmente en dramaturgia. Monté «Asfixia», una obra corta, a finales de 2015. Resultó ser una experiencia que me dejó con mucha curiosidad y con la urgencia de escribir sobre temas que me interesaban. Al año siguiente estrené «Tomas», mi primera obra de formato largo que hablaba sobre ser diferente. Luego vinieron «Extradimiensionales», «Sombras», «Sin tocar», «Debut», «Grado cero», y «Deconstruidas». He dirigido dos de ellas, pero todavía no me animo a hacerlo con más frecuencia. Lo que hago en paralelo es investigación social, por eso en mayo del 2018 fui con un artículo académico sobre teatro al LASA (Congreso Internacional de Estudios Latinoamericanos) en Barcelona. Creo que voy a seguir por esa línea, escribiendo e investigando.
Proyectos
En este momento estoy escribiendo «Temporal», una obra para el Programa Internacional de Dramaturgia del Royal Court Theatre. También escribo, me encargo de la asistencia de dirección, e investigo en proyectos de MITIN (Movimiento Independiente de Teatro de Investigación) con Marisol Palacios.
Mirada al desarrollo de las artes escénicas locales
Lo observo con mucha expectativa, curiosidad, y con la valla alta para los proyectos que traigan mis colegas a escena.