Moyra Silva: “Decidí olvidarme de lo correcto, vendible y fashionable”

La destacada actriz, bailarina y directora Moyra Silva se encuentra en Francia en donde realiza una maestría. Sobre este y otros puntos en las siguientes líneas

Trabaja de manera silenciosa y sostenida. Su carrera como actriz, bailarina, creadora/directora independiente y docente en proyectos teatrales nacionales e internacionales, se afianza cada año que pasa. Ha dado vida a un sin número de personajes. Teatro para niños, clásico, contemporáneo, comedia. Danza, danza teatro. En fin.  “Mi trabajo en artes escénicas lo he desarrollado de manera interdisciplinaria y transversal. Un diálogo entre la danza, el teatro y las artes visuales. Asumo también diferentes roles: actriz, bailarina, directora, diseñadora, entre otras actividades”, dice Moyra Silva, quien es nuestra invitada de hoy.

-Moyra, vivimos en medio de la crisis sanitaria y pese a esta terrible crisis seguimos trabajando. Cuéntanos qué estás haciendo en estos momentos.

-En este momento me encuentro en Clermont Ferrand, Francia. Obtuve la beca Eramus mundus, para cursar la maestría Choreomundus: Dance Knowledge, Practice, and Heritage. El programa se enfoca en antropología y etnografía de la danza como conocimiento, práctica y herencia. Me confirmaron lo de mi beca un mes antes de viajar. Fue inesperado. Fue una esperanza dentro del actual contexto. Lograr salir del país fue un proceso intenso, lleno de incertidumbre y lo manejé con la discreción del caso. Finalmente, lo logré.

Ahora, vivo en una enredadera de emociones y experiencias. Por un lado, vuelvo a ser estudiante universitaria lo cual es bastante retador luego de muchos años en el campo práctico. Por otro lado, familiarizarme con el lenguaje académico en inglés es todo un desafío. También es un encuentro intercultural enriquecedor, mi grupo de compañerxs de la maestría es un mix de continentes, lenguas y culturas. En la casa donde vivo se habla francés, español y portugués.

Cuando arribé el choque fue fuerte. El contexto COVID-19 en Europa es diferente al que viví en Perú -dentro de los privilegios que que te ofrece la familia- pero este tema es para una conversación más larga. Estas últimas semanas han vuelto las restricciones por la segunda ola, así que hay que mantener la guardia y el cuidado.

-Uno de tus últimos trabajos en esta coyuntura fue unAchifa. Podrías ahondarnos más sobre esta obra que la realizaste íntegramente en tu casa, en tu cocina como locación.

-A través del Programa de creación en residencia virtual 2020 de Balao (Quito, Ecuador), que cuenta con el apoyo de Iberescena, empecé la primera fase de investigación. Participamos siete artistas de seis ciudades y nos acompañamos a través de diálogos e intercambios virtuales (ZOOM y google drive) desde nuestros hogares. Nos asesoraron Tamia Guayasamín (Directora de Balao), Laura Juliana (artista audiovisual mexicana) y Gustavo Friedenberg (bailarín y coreógrafo argentino).

Fue un trabajo de archivo y documentación donde excave mi cuerpo como casa y la cocina como el lugar donde se batalla y se alimenta. Esta es la pieza final de una trilogía sobre la búsqueda de identidad que empezó con “Caer es una forma” (2017) y “Nave” (2019). Para unAchifa registré esta primera etapa en una maniest Audiovisual. Fue un auto-aprendizaje sobre filmar y editar para contar la otra historia, la que entiendo como (hi)story compuesta por las memorias narradas, bailadas, cantadas y cocinadas.

En el tiempo de la residencia vivía en casa de mi abuela materna Oma. Había decidido mudarme con ella para cuidarla, unos meses atrás. Fue potente y significativo, que en ese momento el refugio familiar en donde me críe -la casa de mis Opas es la casa de mi infancia-, fuera el lugar para gestar mi residencia.

-Directoras, actrices, bailarinas, comentaron en su momento, que no concebían hacer teatro, danza en línea. Hace algunos meses, como todo el mundo, estaban aterradas. ¿Cómo cambiaron las artes escénicas a partir de la llegada del Covid19?

-Lo más obvio para responder a “cómo cambiaron” sería “usar la plataforma virtual o el soporte audiovisual”. Pero no sé si ha habido un cambio dentro del sistema en donde estamos creando. Me parece que se han acentuado las desigualdades porque son pocos quienes acceden a esa “virtualidad”, a la posibilidad de tener un tiempo para crear o pensar: ¿Qué quiero hacer?

La precarización aumentó también. Diría que no hubo cambios, sino un acentuarse de un sistema que quiere que produzcas, que no cuestiones y “entretengas”. Pero ¿qué entretiene?… Por un lado, dentro de mi contexto cercano (AAEE-Lima) pude observar que hubo tanto miedo por la incertidumbre, que se regresó a lo conservador, a los textos clásicos. La pantalla de la laptop era literalmente la cuarta pared. Lo importante sería desarrollar e investigar, pero entre lograr sobrevivir “entreteniendo” o “dictando clases” e innovar, obviamente la primera opción manda y con toda la razón. Por otro lado, espacios alternativos como elgalpón.espacio y el CC Cine Olaya, de trabajar en formatos digitales como espacios de investigación, al mudarse a lo virtual implicó repensar sus formas de crear y seguir creando red.

Observo también otro efecto positivo: un público que antes “no iba” al teatro y que ahora asiste a los eventos virtuales. La audiencia es intergeneracional y familiar. Eso podría sí ser un cambio positivo, que espero no se pierda. Otro aspecto positivo, es el mayor uso de herramientas que da el lenguaje audiovisual y la animación como el uso de fondo verde. No es que se está innovando, porque esos recursos fueron investigados antes de la pandemia y se volvieron parte del lenguaje de otrxs artistas. Hoy, por la necesidad, nos familiarizamos con estas herramientas y empezamos a usarlas lo cual es positivo.

– ¿Cuáles fueron tus estrategias para seguir trabajando en medio de esta pandemia global?

-El Zoom y el teletrabajo. Fueron las herramientas que se afianzaron en esta coyuntura para dictar clases, hacer la residencia y actuar.

-Desde tu mirada. Crees que algo positivo hemos ganado en esta coyuntura de enfermedad y muerte.

-Esta crisis de pandemia global reafirma algo que ya abrazaba. Valorar lo que realmente es importante: volver a la raíz y cuidar mis vínculos de origen. ¿Cómo veremos nuestras creaciones dentro de 10 años? ¿Cómo serán las nuevas piezas que conforman la historia? son las preguntas que me hago. Pienso estar presente cuando me toque mirarlo como pasado. Será un tesoro. Los trabajos creados en este tiempo, desde su lugar micro (individual/personal), componen un paisaje más grande de nuestra sociedad porque vivimos un espacio público desde lo virtual. Es increíble como abrimos nuestros cuartos, baños, cocinas a esos cuadraditos de zoom.

Ante un futuro incierto, regresar a indagar los archivos de mi familia para generar vestigios futuros, es un acto reflejo. Es un tiempo de reafirmación, ser honesta conmigo y escucharme. Asumir que soy una bicha rara, un menjunje, unAchifa, y que en esa imprecisión ubico mi identidad. He aprendido a apagar esas voces que antes me generaban mucha ansiedad y olvidarme de lo que se quiere como correcto, vendible, fashionable y sobretodo, que sí soy “xxx” o “yyy” o “···”.

-Finalmente. ¿Qué proyectos estás trabajando en estos momentos?

-Me has hecho pensar sobre el verbo activo “trabajando” y “trabajar”. En este momento el trabajo es estudiar, pero no voy a generar dinero. Trabajando en adaptarme a la vida académica sin perder mi investigación práctica. Trabajo en “unAchifa” para enriquecer más el proyecto con todo lo que aprendo en Choreomundus. Todo desde la teoría, los espacios prácticos y la interculturalidad. Aquí en Clermont Ferrand he retomado el Kung fu y otras experiencias de movimiento. Gracias a mis compañerxs de la maestría he abrazado nuevamente el poder de la danza la cual tiene herramientas de cambio. La danza es conocimiento y, por eso, me genera mucha bronca y pena que no se la apoye como debe ser.

El miedo trabaja para que sintamos que no podemos hacer nada, nos minimiza para cambiar la situación de injustica y desigualdad, nos pone un techo y nos quita los sueños y las batallas. Por eso trabajo para perder el miedo, pero sin dejar de ser responsable y sin dejar de cuestionarme. Trabajo para que otro mundo es posible.