Yuyachkani despide este 2018 con la reposición de las clásicas “Adiós Ayacucho” y “Los Músicos Ambulantes”. Foto de portada: Rosana López Cubas
Una de las agrupaciones de teatro más significativas e importantes del país y de la Región: Yuyachkani, cierra este agónico 2018 con dos de sus obras más simbólicas. Nos referimos a “Adiós Ayacucho”, unipersonal de Augusto Casafranca, versión teatral del libro del mismo nombre de Julio Ortega, dirigida por Miguel Rubio Zapata y el acompañamiento musical de Ana Correa, que se presenta este 12 y 13 en el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM). Textos y Fotos: Rosana López Cubas
De otro lado, los días 14, 15 y 16 del presente, el Teatro de la Universidad del Pacífico presenta “Los Músicos Ambulantes”, obra que cuenta con las actuaciones de Augusto Casafranca, Ana Correa, Débora Correa, Marco Iriarte, Teresa Ralli y Julián Vargas. La pieza, una de las más populares del grupo, es una creación colectiva del Grupo Cultural Yuyachkani, dirigida por Miguel Rubio Zapata y que ha recorrido todo el Perú, parte de América Latina, Estados Unidos y Europa. Sobre este y otros temas charlamos con el director y una de las personalidades más importantes de la escena local.
-Miguel este 2018 se despiden con dos de sus montajes más significativos: “Adiós Ayacucho” y “Los Músicos Ambulantes”. El primero es un tributo al líder sindical agrario Jesús Oropeza, cruelmente torturado, quemado. En una lectura actual ahora queman y carbonizan a las mujeres …
-Es un tema doloroso y cierto. Esta problemática de las torturas, de las desapariciones, lamentablemente tiene una terrible vigencia y para mí esa es justamente la manera de entender la memoria. Es decir, ir a la memoria no para pasar por el dolor, no para contar y quedarte literalmente en el acontecimiento, sino para mirarnos desde el presente. La lectura que acabas de hacer mediante tu pregunta sobre las mujeres violentadas, quemadas, me parece importante, prudente…Esta creciente y dolorosa problemática del feminicidio que observamos día a día en nuestro país tiene que ver con asuntos no resueltos en nuestra condición de ciudadanos, de peruanos, en medio de este machismo exacerbado, de esta carencia para entender una educación que nos permita ser más amplios y menos discriminadores. Me parece tan negativa esta resistencia de algunos sectores de la sociedad que se oponen a una educación con enfoque de género.
-Lo que le sucedió al líder campesino Jesús Oropeza fue literalmente atroz.
-Como atroz es lo que les viene sucediendo a las mujeres. Esta obra se escribió en el año 1986, el período más crítico de esa década. La historia se escribe a partir de una fotografía publicada en la revista Quehacer en el año 1984. En esta imagen se observa a Jesús Oropeza muerto, quemado, chamuscado. A partir de ahí Julio Ortega escribe Adiós Ayacucho, un libro que recrea la historia de un dirigente sindical campesino, muerto, masacrado, carbonizado que viaja a Lima para reclamar sus huesos para poder enterrarse.
-Más allá de todo este periplo simbólico que realiza Jesús Oropeza en la ficción, la obra es abiertamente cuestionadora, política.
-Lo interesante de este trabajo teatral es que el personaje no se queda en el dolor. Él tiene una urgencia política desde su primera voz. “Vine a Lima a recuperar mi cadáver”, dice él en uno de sus primeros parlamentos. Su objetivo era llegar directamente a la Plaza de Armas para entregarle al presidente de la República su carta para exigir que le devuelvan sus huesos. Él tiene claro que hay un responsable político en todo este tema y todo lo que le sucedió. Esta obra es clave porque reivindica la situación política de este personaje y nos sitúa dónde está el reclamo.
-Desde lo teatral. ¿Qué ganaron con este trabajo?
-Para nosotros esta obra fue importante porque nos permitió acompañar las audiencias públicas de la CVR. Esta experiencia nos motivó a cuestionar nuestros niveles de representación, cuestionar porqué representar al otro, encontrar nuestra voz propia. En la ficción el personaje central de la obra llega a la Plaza de Armas. En la realidad, el actor Augusto Casafranca, y otros miembros del grupo, el día que el presidente Paniagua estaba por firmar la ley de la CVR, acompañamos a los familiares. Adiós Ayacucho cumplirá 28 años y es importante alzar la voz de todos aquellos que no están.
-Este montaje tiene una sólida aceptación en Colombia también. Miembros de la CVR de este país se muestran interesados en este montaje.
-Esta obra se presentó en Colombia en varias ocasiones. Los amigos de la CVR de Colombia están identificados con la pieza, con la historia. Les gustó mucho el proceso. Me impresionó la manera cómo la interpretan y la valoran. Ellos ven la obra como una herramienta de investigación importante. Desean conocer más al detalle sobre el proceso de la obra…
-Miguel Los músicos ambulantes es una de las obras más añejas, queridas y populares.
–Los músicos ambulantes es una obra a la cual le debemos mucho y en varios campos. Desde el oficio es la más sencilla y la que tiene menos pretensiones. Con respecto al trabajo teatral es la que más nos enseñó. Con un mínimo de elementos hemos podido hacer una mirada de esos personajes que tradicionalmente no han estado incluidos en la historia del teatro. Me refiero a los migrantes, principalmente a aquellos migrantes que quieren ser artistas en un país pluridiverso. En el camino nos acompañó el pensamiento de Arguedas para entender esta obra y tratar de acercarnos a este país tan difícil, tan rico, tan diverso, con tantas postergaciones, con tantos pendientes. Todo nuestro equipo tiene un infinito agradecimiento con esta obra.
-Defines a Los músicos ambulantes como una obra sin pretensiones. ¿Por qué?
-Por su naturaleza. Por su agilidad, por su ligereza. La misma experiencia te va orientando en el trabajo. Esta pieza nunca dejó de hacerse, todo lo contrario, creció y maduró con el tiempo. Se presentó a lo largo y ancho de nuestro país y en gran parte de los países de la Región. Igualmente, en Europa y Estados Unidos. Siempre tiene una conexión con el espectador que a través de los años ha hecho su particular lectura sobre cómo esa diversidad unida hace la fuerza. En un momento se pensó que Los músicos ambulantes sería la obra previa a nuestro gran proyecto sobre Arguedas, que fue Encuentro de zorros, sin embargo, el gran proyecto fue Los músicos ambulantes.
-Estamos ante una obra llena de satisfacciones y anécdotas.
– ¡Absolutamente! Cuando visitamos Argentina, después de la Guerra de Las Malvinas, nos pareció increíble observar como el público argentino despedía la obra. Parecía un concierto de rock. Perú, Perú, Perú, gritaban … Con sus barras prácticamente nos invitaban a salir al escenario. ¡Asombroso! La misma reacción tenía el público que nos recibía en los emblemáticos gremios sindicales, espacios en donde nos presentábamos. En los colegios la lectura era diferente. Es una obra en donde vienen las personas de nuestra edad, sus hijos, y sus nietos. Ahora nuestro público lo arman las tres generaciones.
-Un tema de vital importancia es destacar como el Grupo Cultural Yuyachkani realiza una interesante conexión con diversos puntos del país. Hace poco estuviste en la región norte en donde ofreciste un taller que reunió a los teatreros de la zona.
– Fue un privilegio compartir y tener este espacio. El actor y gestor Carlos Mendoza me invitó a desarrollar una experiencia para la macro región norte. Hay una muestra nacional de teatro que agrupa a los teatristas de todo el Perú en esta región. Ofrecí un taller dirigido a actores y directores desde la experiencia del actor/creador.
-Podrías hablarnos sobre esta experiencia del actor/creador
-No es un tema que lo inventamos nosotros. El actor nuevo de América Latina y el Perú surgió a mediados de siglo pasado. Me refiero al actor creador. El actor que no es un declamador, que no repite textos que otros han escrito. Hablo del actor gestor de su propia opinión frente a la sociedad. Del actor ciudadano que genera un texto artístico. Desde este lugar hemos creado un taller para sistematizar las herramientas de este actor creador. Cómo elabora su material, cómo trabaja poniendo el cuerpo, su voz, sus ideas, y cómo elabora procesos creativos. Es lo que los maestros llaman “inventar el teatro”. No repetir aquello que está escrito sino inventarlo. No tengo nada en contra la literatura dramática, pero sí me parece importante que los actores de Cajamarca, Trujillo, Chiclayo, Huaraz, compartan con nosotros una pedagogía horizontal, de intercambio. Fue una experiencia absolutamente gratificante. En agosto lo repetiremos en el sur.
-En algunos países de América Latina también desarrollan diferentes talleres. ¿Qué representa toda esta labor?
-Estos viajes, estos intercambios a nivel de América Latina nos permite pensar. Con nuestros pares de la Región estamos en un momento de intercambio y reconocimiento. Nos interesa saber qué están haciendo en términos académicos, de movimiento escénico y pedagógico. Tenemos miradas diversas y zonas comunes de exploración. Nos interesa la idea de descolonizar el pensamiento escénico. Esa imposición de un tipo de teatralidad de teatro hegemónico, un teatro que trata al espectador como un cliente no nos interesa. Nosotros tratamos a los visitantes como un interlocutor y proponemos desde lo creativo tejer relaciones diferentes. Todos estos viajes tienen que ver con reconocer movimientos, actores, pedagogos, y espacios académicos en donde problematizan esta nueva condición del teatro, del actor y su relación con el espectador. Acabo de llegar de Brasil. Es un país fascinante, libre. De una dramaturgia diversa. Comparto con ellos una preocupación actual: esperamos que el fascismo no colonialice su pensamiento. Es la lucha y amenaza de lo que se podría venir en Brasil en términos políticos. Para nosotros es una preocupación política actual.
-Viajaron a Ecuador también…
-Este compartir preocupaciones, caminos, es importante para el grupo. Nuestras compañeras han hecho un trabajo interesante de intercambio en Ecuador. Ana Correa está dirigiendo una experiencia de teatro de calle en Brasil. El próximo año iremos a México. Tratamos de no perder la perspectiva regional, nos vemos como movimiento. Es una experiencia enriquecedora.
-A propósito de las celebraciones por el Bicentenario. ¿Cómo lo celebrarán?
-Permíteme contarte primero que, en marzo, en el Gran Teatro Nacional, haremos dos funciones de la obra Santiago. Es un trabajo con el período de violencia y el culto a un santo durante la conquista. Se trata de Santiago Matamoros, el santo de la conquista, conocido en América como Santiago mataindios invocado por los españoles contra los indios precolombinos. Es una reposición que prepara el camino de la celebración del Bicentenario. Empezaremos con Sin Título – Técnica Mixta, seguimos con Discurso de promoción y ahora estamos preparando una tercera obra que forma parte de un tríptico que se llama Trilogía Bicentenaria.
– ¿Qué nos ofrece Trilogía Bicentenaria?
-Con esta trilogía trasmitimos cómo hacemos estas obras de cara al Bicentenario, pero no en la celebración, no en la fiesta, sino desde la mirada de todo lo que la República nos debe. La deuda que tiene con nuestra memoria, con nuestra historia, y con todo aquello que tenemos pendiente. Este momento es una oportunidad para mirar a nuestro país en toda su riqueza, en toda su diversidad y en todos los pendientes que tiene como nación. Como reclamo ofrecemos la primera obra Sin título ni técnica mixta, que termina con el discurso de Salomón Lerner que ofrece cuando entrega el informe final de la CVR que habla de un país, de un estado sustentado en la exclusión. Esta obra da cuenta de este período de conflicto armado interno y llega al estado. Plantea que el tema está en el estado, una república fallida sustentada en la exclusión. El segundo cuadro de este tríptico es Discurso de promoción, que justamente parte del cuadro de la Proclamación de la Independencia, una pintura de Juan Dellepiani. Nuestra interrogante es cómo mirar ese cuadro desde el presente, quiénes no están en la foto y cuáles son esas batallas previas. Qué papel tuvieron las mujeres, los indígenas, los negros, en la lucha por la independencia y cómo podemos mirar esa memoria desde ahora. La tercera parte de este tríptico recién la estamos trabajando y tiene que ver con la idea de completar el cuadro. La escuela es el eje conductor de todo. Es un proyecto interno que compromete a artistas multidisciplinarios provenientes de las artes plásticas, escénicas y performance.
Fotos Adiós Ayacucho: Luis Rodríguez Pastor
Fotos Miguel Rubio: Lima en Escena