Liliana Miranda: “La imagen también es poesía”

 

En Plumas en mis Cornisas el inconsciente juega un rol importante. La fotografía y poesía se encuentran para dialogar y tienen como protagonistas al mar, las aves y una poética a la que se sumaron las duras experiencias de la incertidumbre del encierro. «Diez estancias o diez pasos antes de levantar vuelo sobre lo pedestre y planear ahí contemplando y amando incesantemente la belleza, eso es lo que le sucede a Liliana Miranda con su nuevo libro, Plumas en mis cornisas», dice el escritor Renato Sandoval Bacigalupo al respecto. Precisamente, Lima en Escena charló con la autora quien después de publicar Aligerando mi paso (2005) Piel de setiembre (2012), El Pulso de tu Son (2018), nos acerca brevemente a su nuevo trabajo poético.

-Liliana, tu nuevo libro nos permite observar y comprometernos con la naturaleza, con nuestra ecología en un periodo de pandemia y muerte. ¿Es una coincidencia?

-Nada es coincidencia. Todo este universo natural que se teje a la par con mi escritura es un modo de vivir. Un modo de ver y sentir. Soy cercana a todos esos procesos de vida natural, desde mis macetas hasta el parque, o espacio más complejo, maravilloso, peligroso. Recorro esos espacios naturales, que me permiten impresionarme, y que en ocasiones no pueden ser reproducidos con palabras ni con fotografías. Al ver esa inmensidad natural a la que me refiero, me ha provocado alguna vez darme volatines de felicidad. Las aves son protagonistas recurrentes en mi trabajo fotográfico. En plena pandemia visité Paracas, para verificar que seguía ahí, por decirlo de algún modo; era una ciudad fantasma frente a una inusualmente pródiga fauna. Lo mismo los Pantanos de Villa, por mencionar algunos de los lugares más asiduos en la llamada normalidad, viendo con sorpresa a los flamencos mezclarse con las especies usuales del lugar. A pesar del miedo y las prohibiciones hay un instinto que me lleva a persistir, a continuar, porque sin tener alas, las tengo, siempre quise la libertad de un pájaro, ese estar sin pertenecer, e intenté volar cuando no se podía, estrellándome en parajes inciertos.

– Háblanos sobre tu tejido escritura y fotografía

-Es un proceso de trabajo cada uno en su momento. En mi caso, las fotografías, los relatos breves, la poesía, los cuentos se acoplan, se entretejen, se fusionan todo el tiempo. No es casual. Más de 30 años que trabajo en disciplinas como la fotografía y la poesía. En el año 2002 fui parte de la muestra fotográfica “Cinco lentes, cinco visiones”. En esta cada artista tenía un módulo para exhibir sus obras; recuerdo, que me propuse exponer seis obras. Durante el montaje sentí la necesidad de incluir un poema que dialogaba con las fotografías que estaba exponiendo, así que grabamos los versos en la pared. Vi que el público apreció esta iniciativa que desde entonces aplico en mi obra.

– ¿Qué implicó trabajar Plumas en mis Cornisas en este período de pandemia?

-Había comenzado hacía unos meses con este proyecto cuando nos llegó la pandemia- una etapa castrante de guerra viral. Todas nuestras costumbres se quedaron incrustadas como espinas en nuestro cuerpo. Pero lo pude retomar cuando se inicia el proceso de vacunación y empezamos a sentir que teníamos una salida, así que me arriesgué e hice lo necesario para sacarlo adelante. Juntarme con personas que también tomaron sus riesgos, cada una con una historia extraña, pesada, única, fue como ser parte de una película en cámara lenta. Más allá de los resultados, que esperamos sean positivos, la vida se trata de tomar riesgos.

-Plumas en mis Cornisas, es un título no canónico, no tradicional. Es un trabajo grafico poético arriesgado…

– El trabajo artístico es intenso, llámese pintura, fotografía, poesía, narrativa, te agota, te desvela, y su ejecución ocupa gran parte de tu tiempo. Si mi trabajo fotográfico/poético no me demanda una intensa y difícil labor siento que no hice lo necesario. Desde que empecé a escribir poesía la he asociado con imágenes, a veces similares a las capturas fotográficas que logro obtener. En mi trabajo ambas disciplinas se acompañan, se anuncian. Sin embargo, algunos textos necesitan espacio para que el lector pueda desarrollar su imaginación. Es una suma de lo sensorial, el tacto, la vista, el olfato. Toda mi vida pienso y escribo a través de imágenes. En Plumas en mis Cornisas, peligro y salvación, todo tiene un porqué. Los textos, las fotografías, el diseño, la ubicación de cada capítulo.

– Observo que Liliana Miranda es el equivalente a Plumas en mis Cornisas…

– No eres la primera que me lo dice. En una presentación reciente de este libro una de las asistentes me dijo que mi libro era yo. Que me parecía mucho a él. Lo sentí como un grato elogio. El libro también es magia. Este libro lo hice en un estadio de soledad absoluta, en medio de días tristes y dolor, donde también afloraba la ternura y la esperanza. Este libro es como abrir una puerta inmensa y encontrarme con facetas no exploradas. Aquí está mi experiencia de vida. Una especie de tabla de salvación navegando en aguas estancas e impolutas.

Sobre Plumas en mis Cornisas el poeta Renato Sandoval Bacigalupo señala:

Diez estancias o diez pasos antes de levantar vuelo sobre lo pedestre y planear ahí contemplando y amando incesantemente la belleza, eso es lo que le sucede a Liliana Miranda con su nuevo libro, Plumas en mis cornisas. Y con su vuelo se alza también una voz prístina, reluciente, franca y escrutadora, revestida de timbres armónicos y resonantes que reflejan un mundo complejo e ínsito de una poeta que ha redomado el arisco verso que siempre se rebela a decir lo que tiene que decir, pero que sabe resistirse a cualquiera que pretenda ponerlo al descubierto. Liliana, no obstante, lo consigue mediante un lenguaje repujado, a manera de un esmeril que destaja las capas inútiles de las apariencias para desnudar lo que esconde el núcleo de la verdadera poesía. Poesía que es también el álter ego de la propia poeta que se descubre y se libera, tal como advierte en el epígrafe con que abre su libro: “Cautiva de historias ocultas / Hielo seco / Volcán día por medio”. Y con ella trascienden, nítidos y pulcros, los pájaros, el mar, el cielo y el amor en llamas, mientras -como proclama en “Epitafio”- ella descerraja “una fruta carnosa/ Y me encuentro limpia”. En suma, un libro aéreo, lleno de exhalación y respiro; una manera de vivir para la belleza que no tiene fin.