Hace unos días estrenó la puesta en escena “Discreto corredor de humo”, obra con la que Libera(c)ciones, Laboratorio Teatral de Espacio Libre termina con sus investigaciones del año 2016. El montaje se basa en la Epístola a Belardo de la poetisa peruana Amarilis. Asimismo, hace unos días subió a las tablas en compañía de Eliana Fry García-Pacheco, Javier Quiroz y Ramón García, con quienes forma parte del elenco de “El país de la canela”, puesta en escena ganadora de Sala de Parto, escrita por Alonso La Hoz y dirigida por Diego La Hoz, director del grupo EspacioLibre. Al respecto Lima en Escena charló con el actor y director Karlos López Rentería.
-Karlos hace poco estrenaste un montaje con tus alumnos en donde asumes la dirección, dramaturgia y la escenografía. Háblanos de esta experiencia.
-Ya estamos en nuestra tercera semana. Se trata del montaje “Discreto comedor de humo”, una producción que pertenece al laboratorio teatral Libera(c)ciones el cual fundamos y dirigimos desde el 2011 Diego La Hoz y yo. Este pertenece al Espacio De-Formación. Es nuestra plataforma de cursos en capacitación escénica. La experiencia responde a las necesidades que -yo sentía-, un espacio como Libera(c)ciones tenía que proponer artísticamente. ¿A qué me refiero? A que siempre trabajamos con un disparador creativo que es un texto escrito no teatral. El año pasado se escogió la “Epístola a Belardo” de Amarilis. En noviembre pasado Diego (La Hoz) me solicita que me haga cargo de la última parte. Siempre me gusta observar el proceso más allá de mis propias intuiciones y mucho mejor si se trata de estudiantes porque me agrada que se descubran entre ellos y lo que se les ha puesto delante.
–¿Qué elementos de la Epístola a Belardo de Amarilis te motivaron para armar “Discreto comedor de humo”?
-Me llamó la atención que la Epístola a Belardo de Amarilis no se tome en cuenta como una obra literaria de estudio y/o figure en el plan lector de las escuelas como otros fenómenos literarios con los cuales uno se comunica y lee durante la etapa escolar. Sé de algunos intelectuales o académicos que han estudiado este tema. Salvo estos estudios aislados no se sabe a profundidad al respecto. De otro lado existen una serie de mitos en torno a este documento. Me llamó la atención que exista en tanto Lope de Vega porque se supone que Amarilis le escribe a Lope. Como sabemos Lope de Vega es una personalidad del teatro y un autor de tablas existe en tanto el trabajo de los actores. Observé esto y me dije: este texto, que pertenece a la etapa colonial, comienza a crear un universo que atrae a los actores del laboratorio. Les llama la atención un tema que ellos mismos no visualizan del todo, no curten. Justamente ahí está el teatro, en la incapacidad de los actores de aterrizar lo que les atraía de este texto…
-¿De qué manera empezaste a trabajar esta pieza con tus estudiantes?
-Empezamos a realizar una serie de ejercicios con los actores. Ejercicios para observar y trabajar cómo ese año de investigación podrían contrastarlo con este momento actual que nos toca vivir. Así aparecieron tópicos como el uso del lenguaje en los medios de comunicación. Así llegamos a un punto que me pareció fundamental: pensar en una compañía teatral de otra época.
Si analizamos el teatro que se consume en Lima (ayer y hoy) es una idea que viene de Europa. Las primeras compañías teatrales que llegan a América y se establecen acá traen ese concepto. Con esta figura empecé a diseñar, a fabular. Es precisamente con estos elementos con los cuales se activa el rol de creador en el que uno da rienda suelta a sus obsesiones. Trato de mantener el ritmo que ese impulso creador despertó y espero que los demás colegas sigan y se contagien de él. Entonces aparece la idea de la llegada de esta compañía de actores para acabar con el teatro. Y fue con eso que se armó el texto y el montaje.
-No es usual que otros directores comulguen con tu propuesta teatral… ¿Qué piensas al respecto?
– Dicen que no. Pero es inexorable no comulgar. Que estén de acuerdo o no, que les guste o no, que la entiendan o no, es otra cosa. El teatro es comunión y la obra existe porque estás presente. No puedes huir de eso. Particularmente apuesto por una producción de lenguajes y propongo no tener miedo a la interrogante ¿le gustó o no le gustó? Los actores afortunadamente apoyaron mucho. Soy asistido por Juan Aguilar, antiguo estudiante de la Casa con quien hicimos un buen trabajo. Incluso su presencia en el montaje devino en una aparición de él en las funciones. La obra ha sido recibida como la esperaba (risas), las funciones se llenan y eso me deja tranquilo. El público va a ver lo bueno y lo malo, lo bonito y lo feo. Tengo mucha confianza en mis actores y en el público, no por las palmas que podamos recibir, sino porque creemos que hoy hacemos algo que libera.
-¿Qué te empujó a trabajar la obra?
-El primer motivador fue plantearme premisas e interrogantes: “El teatro es de los actores”. ¿Pero la obra? ¿A quién le pertenece la obra? ¿Quién cuenta? ¿El público o los actores? Estos me cuentan, esos la construyen. Discreto Comedor de Humo nuestro cura ficcional es un poeta que es “el público”. Los actores le piden a ese “poeta público” que ficcione. Y entre ese “poeta público” y los actores hay una neblina que no ven. Esta imagen me cautivó mucho.
Me atrae de esta obra, y de este proceso, notar cuánto como personas de teatro podemos desadaptarnos de nuestras ideas, riesgos y cuan sinceros somos con lo que pedimos. Cuando aparecen temas o elementos que renuevan la escena (rompiéndola algunas veces, ridiculizándola otras) no se las aceptan. Desde esta premisa la obra es un reto.
-El país de la canela, obra en la que participas como actor ha tenido un eco en el público. ¿Qué nos puedes decir de este montaje en donde participas desde el otro lado de la escena?
-No hay mucha distancia entre mi trabajo como actor y todas las actividades que realizo. Empecé a trabajar como actor y sigo en ese camino. Sigo pensando como actor incluso cuando escribo, dirijo o trabajo una escenografía. La diferencia es que El País de la Canela ha sido una coproducción. Convenía que entremos en una dinámica de actividad compartida no solo con Sala de Parto sino con el ICPNA. Trabajar además con un actor invitado como Ramón García es interesante. Eso ha sido lo distinto.
-¿Qué te parece el eje temático de la obra?
-La obra de Alonso (La Hoz), el autor, estaba en la línea del trabajo de Espacio Libre Teatro. De pronto sentí que estaba diseñada para nosotros. Un texto como El país de la canela, plantea situaciones de incongruencias en el discurso que me parecen interesantes y poderosas.