Juan Manuel Chávez: “Una ciudad es algo vivo que no deja de construirse”

Toda institución estatal y edil debe emprender acciones para el fomento de la lectura e invertir en ello; que nuestros impuestos también sirvan para publicaciones y no solo para salarios de funcionarios o cemento para las ciudades, asevera en la presente entrevista el editor de la colección La novela limeña

Gradualmente el programa Lima Lee de la Municipalidad de Lima, dirigido por Alex Alejandro Vargas, consolida un trabajo sostenible en el campo de la promoción a la lectura. Recientemente y como parte de las ediciones en conmemoración del Bicentenario de la Independencia del Perú, se editó la colección La novela limeña, bajo la dirección editorial del escritor y editor Juan Manuel Chávez.

Dicha colección reúne cinco títulos los cuales incluye la primera versión en tres volúmenes de La novela limeña 1920, publicada en ese año por la revista Hogar, y cuya misma trama, además, ha sido reescrita por doce autores contemporáneos: Alina Gadea, Daniel Soria, Rosa Carrasco Zuleta, Martín Roldán Ruiz, Miguel Ángel Vallejo Sameshima, Miguel Ruiz Effio, Carolina Cisneros Pinedo, Julia Wong, Ofelia Huamanchumo de la Cuba, Pedro Novoa, Gabriel Rimachi Sialer, Francisco Ángeles y Jennifer Thorndike. Al respecto una interesante charla con Juan Manuel Chávez, editor de dicha colección. Foto de portada:  Rosalí León-Ciliotta

-Juanma, hace poco se presentó esta interesante colección que agrupa a autores de 1920 y 2019. ¿Por qué es importante que los escolares fortalezcan su mirada y estudios sobre su ciudad?

-Más allá de los escolares en particular, considero que para cualquiera la experiencia de una ciudad debe superar el mero hecho de habitarla o visitarla; se aprovecha más ahondando en ella: sus historias, sus sonidos, sus sabores, pasado y futuros. Dado que una ciudad es algo vivo, que nunca deja de construirse y siempre está en movimiento, responde a un algoritmo como otros organismos. El físico Geoffrey West le llama escala súper lineal a esta regla que influye en la energía y hasta en el trasporte: mientras más grande es la ciudad más ideas se producen y mientras mayor es su crecimiento mayor es la velocidad en que se generan; por ello, fortalecer la mirada y estudios sobre la ciudad repercute en uno mismo, deja ganancia en cuanto a concepciones y reflexiones.

-Estas colecciones aportan significativamente en el trabajo sostenible de promoción de lectura. ¿Cuáles son los resultados de este programa desde que se inició hasta el momento?

-La novela limeña es la tercera colección, la anterior fue de literatura infantil y la previa agrupó cinco títulos de narrativa, ensayo y poesía sobre la ciudad. Imagino que los resultados los maneja la gente del Programa Lima Lee; no obstante, puedo suponer algunos a raíz del formato y los contenidos: son libros breves, están ilustrados… por lo menos, es probable que hayan concitado la curiosidad de quienes no están familiarizados con el hábito de la lectura, la atracción de posibles lectoras y lectores; además, como el tiraje es tan amplio que llega a las decenas de miles por título, facilita una cuestión extra de la experiencia con un libro: el convertirlo en un tema de conversación general, la socialización de la literatura.

-Esta colección forma parte del Plan Municipal del Libro. Por qué es importante este programa emprendido por la Municipalidad de Lima.

-Considero que toda institución estatal y edil debe emprender acciones para el fomento de la lectura e invertir en ello; que nuestros impuestos también sirvan para publicaciones y no solo para salarios de funcionarios o cemento para las ciudades. Me interesaba que mis impuestos se usen para un proyecto que siempre pensé para Lima: La novela limeña, que en principio es un rescate editorial. Fue muy positivo que este programa de la municipalidad acogiera el proyecto en las características que lo propuse: trayendo al presente las páginas originales de 1920 y reuniendo a escritores para una versión inédita de 2019. Mi acuerdo con ellos fue posible gracias a la independencia que gocé para diseñar y convocar, es cuanto las instituciones deben respetar en su responsabilidad de promover la cultura y las artes; yo puse el ojo en un antecedente: la publicación del Programa Lima Lee con el Fondo de Cultura Económica.

-Cómo surgió la idea de desempolvar la colección de Hogar y construir a manera de tejido con las nuevas formas de sentir y mirar la ciudad de parte de los autores seleccionados para esta ocasión.

-Hace unos años, escribí un artículo para “El Dominical” de El Comercio sobre La novela limeña; en aquella página mencionaba una serie de virtudes y advertía algunos defectos del proyecto que hizo en 1920 la revista Hogar: la autoría estuvo a cargo solo de hombres y el final queda relativamente inconcluso. Desde entonces, pensaba en una versión contemporánea que subsane los fallos y potencie las cualidades: enmarcar la nueva ficción en las proximidades del Bicentenario de la Independencia, cuando la original sucede en las vísperas del Centenario; además de escritoras y escritores de Lima, una no fuera de la capital; que nadie tuviera dudas en aprovechar la atmósfera y hasta las frases de la anterior: dar otra vida al poeta José Gálvez o al historiador Raúl Porras Barrenechea; convocar a un par de matrimonios por si escriben a cuatro manos o en espejo…

-Este entramado entre los participantes de La novela limeña de 1920 y los del 2019 nos ofrece una panorámica de cómo cambió nuestra ciudad. Cómo gestor y editor de la colección… ¿Cómo cambió tu ciudad desde la colección de Hogar hasta el momento?

-Por ejemplo, en la versión de 1920 se consigna la palabra “huachafo”, se toma pisco sour y fastidia la bulla por el caos de la ciudad; puesto así, 1920 podría ser 2019. Sin embargo, de aquella Lima de La novela limeña ya está desfasada la aceptación acrítica de una distribución estamental e intransferible de la sociedad; el desdén por el otro y el diferente con miradita por sobre el hombro ya no está normalizado, sino que se cuestiona; además, la centralización del poder económico y político se atomizó a varios núcleos de la ciudad; por otro lado, las mujeres conquistan espacios y toman las riendas del protagonismo.

-Me gustó el juego temático de los autores del grupo del 1920 y el actual. ¿Cuáles fueron las dinámicas de trabajo en cuanto a las propuestas temáticas? ¿De qué manera se llevó a cabo la elección de los temas?

-La dinámica no tenía más pretensiones que las de una cadena de ferretería: bastaba con que un eslabón se uniera a otro para hacer La novela limeña; y funcionó. La única instrucción se redujo a que una persona comienza y la siguiente continúa la trama donde la dejó la anterior, aunque podía cambiar el punto de vista, la focalización o qué prioriza de la historia. Así avanzó la de 1920 y así propuse la de 2019. El primer capítulo lo escribió Alina Gadea, quien recoge aspectos del original y los trasplanta al presente con su sensibilidad; el último capítulo lo hizo Jennifer Thorndike, que cierra todo en un penal de Lima. Para llegar al final, escritores y escritoras se han esquivado, emulado, proseguido… El abanico de temas y la diversidad estética, que considero suculenta, es producto de la complicidad creativa con que se sumaron al proyecto.

-En la selección histórica de Hogar no figuran autoras, sin embargo, en esta nueva mirada de La novela limeña destacan cinco autoras contemporáneas. Imagino que esta selección va más allá de una aparente cuota de género, ¿no?

-Ojalá llegue el día, querida Rosana, en que no haga falta plantear esta necesaria pregunta. A diferencia de 1920, sea por fin de lo más natural la naturalidad de que las historias sean contadas por mujeres y hombres porque igualmente las vivimos e, incluso, son ustedes quienes se ven constreñidas a superar más desafíos. No es una cuestión de cuotas; quizá la literatura —hablando aristotélicamente con el nudo de la trama y la situación problemática a resolver—, quizá la literatura es una manifestación donde la voz preeminente tendría que ser la escrita por mujeres.

-Finalmente y después de leer la colección La novela limeña, que nos entrega aquella que publicó la revista Hogar en 1920, exquisita colección que concluye con dos tomos en donde se juntan nuestros narradores y narradoras contemporáneos, me atrevo a pensar que más allá de tu labor como editor, está presente tu particular mirada y tributo al Bicentenario…

-Dado el resultado, más que un tributo al Bicentenario es el aporte de un abanico extra para el debate; no por gusto la pluralidad de La novela limeña tiene su correlato en las instituciones que respaldan la publicación, afines, aunque diferentes como el Ministerio de Educación, la Biblioteca Nacional del Perú y Unesco. Te confieso, Rosana, que para este proyecto me he sentido como conductor de un carro autónomo, esos robóticos donde pones las manos en el timón por hacer algo pero el vehículo avanza sin tus esfuerzos; te lleva. Y es que, cuanto generen los tres primeros volúmenes de 1920 y sobre todo los de 2019 es logro de quienes decidieron escribir en serio, como jugando: A. Gadea, D. Soria, R. Carrasco, M. Roldán, M. Ruiz Effio, M. A. Vallejo, C. Cisneros, J. Wong, O. Huamanchumo de la Cuba, P. Novoa, G. Rimachi, F. Ángeles y J. Thorndike.

 

 

Periodista y fotógrafa. Siguió la carrera de Comunicación Social y Periodismo Económico. Laboró en los diarios La Voz, Síntesis, Gestión y en la revistas Oiga. El 2000 fundó el portal digital MIAMI EN ESCENA (Florida, Estados Unidos) en donde radicó 10 años. A su retorno al Perú crea el magazine online LIMA EN ESCENA.