En busca de Giannina Lanata Ricard: la escultora

La destacada poeta quechuahablante Gloria Cáceres entrevistó a la escultora peruana Giannina Lanata Ricard, quien gran parte de su trabajo artístico lo realiza en París

Desde que la vi por vez primera a Giannina Lanata en una premiación del festival del cine peruano hace ya muchos años y el saber que ella había esculpido Le Soleil Tournant, con el que, cada año, se premia a la mejor película peruana quedó en mí la necesidad de conversar con ella sobre su arte tan especial y el saber que ella también había vivido en Chosica, la eterna Villa del Sol me acercaba aún más. Con esta intención fui en busca de ella a la cuidad de Croissy – sur – Seine en el departamento de Yvelines, Francia donde reside desde hace mucho tiempo. Al llegar a su hermosa casa – taller y traspasar el enorme jardín tuve la sensación de que llegaba a un recinto sagrado poblado por dioses y otros seres hechos de piedra, de diferentes clases y procedencias que habitan en ese lugar entre árboles, flores y cantos de aves. La primera escultura de piedra tal guardián del paraíso me permite pasar, al tocarla sentí su energía. Intrigada por saber quién es, converso con nuestra anfitriona.

-Querida Gainnina, ¿quién es este personaje tal guardián del paraíso permanece ahí vigilante a quien se asoma?

-Se llama “El niño que se interroga”, es la primera escultura de piedra calcárea que hice en 1986. Es mi alter ego que se pregunta quién soy y qué hago. Gracias a mi maestro y escultor japonés Fumio Otani pude encontrarme y encontrar la piedra para ya nunca más separarnos. Antes trabajaba con la arcilla y otros elementos, pero fue el maestro Otani, que llegó de reemplazo a las clases de cerámica a la que asistía y, al verme me dijo que yo estaba hecha para trabajar en piedra. Muy seguro de sí mismo señaló nuestra pertenencia mutua. Al comienzo sentí temor, pero desde estoy entonces en constante búsqueda de mi identidad como mujer, madre y artista la siento mía y yo soy suya.

Llovía aquel día y eso hizo más hermosa la comunicación de los cuatro elementos naturales: tierra -piedra, agua -lluvia, aire por todos lados y fuego en el corazón y en la mirada de los seres que habitan ese espacio y en la de la visitante que intenta dialogar con ellos. Ante mi inquietud, Giannina generosamente, como la Beatriz de Dante, se presta a guiarme por todos los círculos que ella ha elaborado para estar en constante diálogo con sus personajes- esculturas hechas de piedra. Al asomarme a la sala de exposición siento la acogida de esas imágenes calladas pero que a la vez piden que les presten atención. Aprovecho de esos instantes para seguir indagando sobre el inicio de su trayectoria artística tanto en París como en Lima –que por cierto nada desconocida. Sus exposiciones individuales, iniciadas en Francia por los años de 1994 y las colectivas desde 1983 hasta la actualidad han sido notorias. Ha participado en varias de las colectivas del Salon Comparaisons – Grand Palais en París y en otras donde su trabajo le ha reconocido un merecido lugar dentro del mundo artístico. Giannina ha dado varias entrevistas, su nombre figura en diferentes catálogos de arte y sus esculturas de gran talla se hallan en diferentes ciudades de París y del Perú, tanto en Cuzco como en Lima. En todas sus esculturas es evidente la comunión de ella con la piedra y la complicidad de ese encuentro entre ellas.

-Sabemos que el amor te trajo a Francia y ese mismo amor a la familia los mantiene unidos, pero para ti no es suficiente, sientes el desarraigo, la confrontación personal y el amor a ti misma te impulsó a buscarte y a saber quién eres y qué esperas de tu vida aquí o en donde estés. Y desde entonces ha habido muchas cosas que han trazado tu recorrido como la genuina y gran escultora que eres donde la piedra, responde más a tu identidad y a tus propósitos. ¿Podrías tal vez decirnos cómo te sientes ahora y qué como fue tu inicio en esta aventura generadora de vida?

-Pues, ahora me siento adulta en todo el sentido de la palabra. Siento que he crecido como mujer, como madre y escultora y que sigo creciendo tanto en mi vida personal como artista, como la hacedora de una vida permanente para poder contribuir al equilibrio y a la paz que tanto buscamos. Mi aventura en el arte empezó cuando fui consciente de mi situación de inmigrante, de ama de casa, de madre de familia y eso era todo. Necesitaba saber quién era y la búsqueda caló en mi ser profundo entonces empecé a hacer varias cosas y a estudiar escultura hasta que apareció el maestro que hizo verme en un espejo para saber que mi encuentro con la piedra iba a ser definitivo. Si los poetas utilizan la palabra que ya es una creación del hombre, una entidad que ya evolucionado, al igual que los colores, pinceles, manipulados para crear su arte, el elemento que tiene Giannina para expresarse y generar vida es la piedra virgen, no manipulada.

– ¿Qué es la piedra para ti y que relación tienes con ella?

-La piedra para mí es la meta que te lleva a lo inicial, al origen de las cosas, porque es el único elemento que existe antes que el hombre, o tal vez paralelamente. Es aquella que está ahí en la naturaleza esperando que la vean, la acojan y que la huelan. La piedra me da la oportunidad de revelarla, de descubrirla lo maravillosa que es y también me da la oportunidad de revelarme, de saber quién soy y qué busco. Una vez, una frente a la otra empieza el diálogo. Y mis manos discurren por donde ella me conduce y manipula. En esa piedra que puede venir de Perú, de Asia o de cualquier parte del mundo me entrego con pasión, con confianza y disciplina. No tengo un proyecto cuando empiezo a esculpirla, es la piedra, su forma o tamaño que me llevando a generar nuevos rostros, nuevas vidas, nuevas realidades.

– He apreciado en tus obras que hay una serie de sentimientos que va del dolor al enfado, a la incredulidad, retos, pero hay otros más monumentales y poderosos como la Pachamama, nuestra madre tierra. ¿Cuáles son los criterios con los que has agrupado tus esculturas? 

-Las esculturas han sido agrupadas por series. Cada serie muestra una interrogante, una búsqueda de respuestas. Así, por ejemplo: La serie de la Pachamama; Madre tierra, aquella que expresa el origen de la vida, es la fuerza y del destino de la humanidad. Es la madre, la mujer que se interpela o se alegra cuando descubre su maternidad. La Pachamama con diferentes rostros, miradas, firmes para seguir apostando por la vida. Porque la Pachamama es el suelo, la tierra fecunda, pródiga que necesita del amor y del respeto de los demás. La serie de los dioses, diosas universales, sobre todo los prehispánicos como el dios Inti y los dioses cristianos. Tenemos la serie de la Trinidad (de tres dioses o elementos) que también se hallan en otras culturas. La serie de los secretos de familia, donde cada rostro – personaje expresa sentimientos diversos que existe en todo ámbito familiar: como el enfado, la burla, el odio, el dolor, el pecado, el perdón, la calma, la alegría ante diversas situaciones, algunas violentas y otras de reconciliación.

Los sobrevivientes, su nombre lo dice, los que se salvaron de la muerte, de las guerras fratricidas que se dan en el mundo; los que se salvaron de los desastres naturales, de la furia de la madre naturaleza: tempestades, terremotos y otros que han asolado nuestros territorios. Los emigrantes son los que se mudan de un lugar a otro, son los caminantes que vienen del más allá de la muerte para acceder a la vida, aquellos que traspasan muchos peligros para alcanzar la vida. Los vigilantes, esculturas regular dimensión que se hallan en los extremos del jardín son vigilantes. Ahí tenemos a personajes de la historia universal, como los patriarcas de la humanidad, Abraham, Moisés, entre otros.

– La monumental escultura Inti – Sol, de cuatro metros está en la ciudad Guyancourt (Francia) y la que la tienes a la vista de tu ventana es la original. ¿Qué significado tiene para ti el inti? ¿Acaso podría tener una relación con la eterna Villa del Sol, Chosica?

-En efecto, la visión de la escultura Inti que está en el fondo del jardín da a mi ventana, cuando la abro me alegra y me recuerda mi vida en Chosica, mis estudios y mis amigos del colegio. Chosica por tener sol durante todo el año es conocida como la eterna Villa del Sol y cuando vengo a París quiero tener también ese sol que no solo me dé su luz sino también su calor.

-Veo que tu casa es ya un Museo – Taller que cuando uno llega le interpela las cosas que siente. Parece un templo de sanación por el aire místico que emana. ¿Has pensado darle un nombre y seguir aportando con tu arte a las nuevas generaciones a encontrarse a sí mismos?

-Sí, hemos pensado que podría llamarse “Casa bonita” y en quechua Sumaq wasi porque en efecto es bonita no solo porque las esculturas están distribuidas en el lugar que ellas mismas han buscado, desde donde ejercen cierto poder sino porque da esa sensación de estar bien, de vivir en armonía, un Sumaq kawsay, de vivir bien espiritualmente. Uno de los objetivos de esta Casa – Museo – Taller es seguir trabajando con la piedra, e ir aportando a la búsqueda y al encuentro de los jóvenes con este material noble y virgen en su trabajo artístico. El tiempo, como siempre inexorable, cerró su ciclo y quedamos con muchas preguntas y respuestas cuyos misterios los iremos descifrando en las próximas sesiones.

Sobre Giannina Lanata Ricard

Nació en Miraflores en 1947. En 1972 se instaló en París en donde reside con su familia. A partir de 1983 incursionó en la escultura y participó por primera vez en la exposición Colectiv en el Salón de Arte de la Celle – Saint Cloud, Francia. Posteriormente, en 1986 el gran escultor japonés Fumio Otani descubre sus cualidades innatas para la escultura en piedra y la anima a seguir tallándola. En su gran trabajo se puede apreciar dos importantes influencias: la de la cultura precolombina y la de cristiana. Dos de sus monumentales esculturas se hallan en dos grandes ciudades del mundo. La primera de ellas Inti (2006), escultura de cuatro metros de bronce y pan de oro se halla la ciudad de Guyancourt – Francia y el Ausangate (2010) de 1,20 metros, de mármol negro y Huamanga que se halla en El Centro Bartolomé de las Casas, Cuzco – Perú. Asimismo, esculpió el Soleil Tournant (2005), trofeo para el premio del festival del Cine Peruano de París, Francia. Giannina Lanata continúa trabajando con la piedra, no importa de dónde viniere; lo importante es que entre ellas hay un grado de complicidad para llegar a un buen fin.