Carolina O. Fernández: “El quechua está presente en nuestras vidas”

Rumikuna del mar (Hanan Harawi, 2021), es el último título publicado de la poeta y ensayista Carolina O. Fernández, poemario que, según el poeta de la comunidad Otavaleña de Ecuador y docente de la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito, Ariruma Kowii: «enciende la llama del profundo mar, tejiendo killkas y hermanando las dos lenguas madres, el kichwa y español, en imágenes que permiten alumbrar los sueños del mundo andino; el Illapa, el rayo poderoso junto a Chaupiñauca que hace brotar las callanpas, las palabras, los versos, la brisa del profundo mar, que seguirán acompañándonos, inyectándonos de mejores amaneceres, en estos tiempos de seguir sembrando, mejores días».

Al respecto, Lima en Escena entrevistó a la destacada autora.

-Carolina, Rumikuna del mar, es un poemario que sin ser íntegramente bilingüe nos ofrece palabras, que dan nombre a un grupo de poemas en quechua, una de nuestra principal lengua originaria. ¿Cómo surgió este interesante título?

-En realidad, Rumikuna del mar es una sección de un libro que en aquel momento estaba en proceso de culminar por lo que pensé que podía publicarse como un adelanto en una plaqueta. Sin embargo, John Martínez y Ana Mónica, editores de Hanan Harawi, prefirieron publicarlo en un bello formato artesanal de libro del cual estoy gustosa y agradecida.

Si bien como dices, no es íntegramente bilingüe, el quechua está presente porque deseaba enfatizar su presencia en nuestras vidas y me puse a explorar y a jugar con algunas palabras. Es algo que ya había iniciado antes. Cuando estuve escribiendo A tientas (2016), por ejemplo, aprehendí la palabra botaman, la sentí sonora y la saboreé con mucho placer. Es una palabra que viene de la lengua camëntzá de Colombia y significa belleza en el actuar, en el decir, en el hacer. Es así como exploro con varias lenguas y de manera especial lo hago con el quechua, una de nuestras lenguas madres. Es bueno recordar que muchísimos vocablos quechuas están incorporados al castellano peruano y las decimos sin saber su procedencia.

La quechuización del español o su aymarización, por mencionar dos de un total de 48 lenguas originarias en el Perú que son parte del patrimonio vivo, ha venido ocurriendo tempranamente en la creación, veamos los poemas de Vallejo, por ejemplo, en Trilce, la obra narrativa y poesía de Arguedas, entre muchas más. Estas obras representan un desafío a la institución de un español impuesto y sentí que lo que faltaba era la mirada de las mujeres hijas e hijes de migrantes de la que formo parte y que está latente en nuestras expresiones orales y escritas, en nuestro “mal hablar”, en las interferencias sintácticas y en nuestros modos vivir. Como sabemos, cada idioma expresa una visión del mundo, unas maneras de sentir y pensar, de crear, de valorar, de interpretar, de vincularse con el cosmos, con los seres humanos y todo lo existente. El racismo, el patriarcalismo y la ausencia de una educación intercultural bilingüe para todes ha contribuido a que cada lengua madre negada de cada región subsista casi en la clandestinidad familiar, en las fiestas, en las canciones o “contaminando” al castellano. Es esa “impureza” recriminada y sojuzgada por la cultura dominante lo que sentí necesidad de enfatizar.

-En Rumikuna del mar, figuran dos epígrafes del estudio Dioses y hombre de Huarochiri, de José María Arguedas. Esto responde a que diversos elementos de este trabajo poético apelan, evocan a los mitos y dioses de este universo andino…

-Si, Rumikuna del mar se inspira en los Manuscritos de Huarochirí y en mis propias circunstancias. Los Manuscritos constituyen uno de los registros más importantes de la memoria contada en quechua desde la visión indígena en el siglo XVI y es una fuente poderosa para entender en parte quienes somos y de dónde venimos. Al leer las traducciones realizadas por José María Arguedas y Gerald Taylor, a fines de los 90, quedé maravillada porque dan cuenta del sentir de la población quechua, al sur de Lima, de los modos de concebir la vida, de sus divinidades y ritos, del poder, de los conflictos por el agua, la violencia, el erotismo, el amor, la seducción, la fiesta, la organización social antes del violento encuentro y los primeros atisbos de como de sintieron después, todo eso caló en mí y me sentí muy conmovida.

Desde entonces se convirtió en una inquietud persistente en tanto me descubría una poderosa rama genealógica que no invisibiliza a las mujeres y el deseo de escribir sobre ello me capturó y lo intenté, pero creo que no lo logré hasta que finalmente siento que se ha cristalizado un poco en Rumikuna del mar. Además, en los Manuscritos y en los relatos andinos la piedra/rumi tiene un símbolo de eternidad, los humanos nos convertimos en polvo; esto que fue comprendido por los pueblos del antiguo Perú, se asemeja a lo expresado por Carl Sagan cuando asegura que: «El cosmos está también dentro de nosotros. Estamos hechos de la misma sustancia que las estrellas”.

Y ocurre que, en los Manuscritos, quienes se convierten en piedra, en situaciones límites, son las divinidades femeninas, aunque no son solo ellas. Es así como conocí la historia escrita de lo que había oído de pequeña en los mares del sur, la historia de Cahuillaca y su wawa convertidas en rumikuna/piedras/rocas de Pachacámac. Otra de las divinidades femeninas es Chaupiñauca, amante del amor y el erotismo sin la idea de pecado; también está Urpay huachac y muchas más; por eso, Rumikuna del mar es un homenaje a estas enérgicas, bellas y sabias mujeres cuyas descendientes en el siglo XXI continúan superviviendo y navegando a contracorriente en diversas partes del planeta.

-Asimismo, Rumikuna del mar es un diálogo que excava bien en el tejido de lo andino y lo moderno. La maternidad, la pérdida, la cultura popular: la vampiresca, por ejemplo. ¿La historia, la memoria, van de la mano?

-Bueno, lo moderno no existiría sin la extracción de la riqueza material y espiritual de los pueblos del antiguo Perú y del trabajo de la mayoría de la población peruana en doscientos años de vida republicana. Por cierto, son las mujeres las que usualmente han conservado la cultura del cuidado, del trabajo colaborativo, la ayuda mutua y la reciprocidad como lo continúan haciendo las mujeres migrantes plebeyas generalmente “no blancas” y sus descendientes, han aprendido a supervivir en condiciones sumamente adversas y hostiles en cualquier parte del mundo. Las Cahuillacas del siglo XXI constituyen un símbolo de ello. Estas mujeres plebeyas han resistido y resisten la succión vampiresca de los yarqaykuna que roban la energía y la salud mental y tienen la habilidad de abrirse y dialogar con toda la condición humana en su pluralidad. Todo este proceso creo que son algunas de las huellas constantes en mis textos, escribirlos me permite comprender mi propia existencia y es una manera de contagiarme de su energía y sanar.

 

-También podemos sentir, observar, apreciar elementos comunes en tu escritura. La tierra y todos sus elementos: mar, roca, vientos. La naturaleza en su conjunto y su diálogo con lo mitológico, las divinidades, desde una mirada crítica…

-Si, no puedo eludirlas, me siento parte de ellas, un poco arena, viento, agua, piedra, pez, ave, río, desierto, cordillera… La composición humana y no humana los contiene. Este sentir y aprendizaje vinculado a la poesía, como te comentaba en una conversación anterior, viene del lado materno. Ha sido Andrea, mi mamá, quien nos enseñó a amar y a respetar la Naturaleza y ella lo aprendió de mi abuela. Por cierto, la alusión al mar, al río es una constante porque en mi diario transitar siempre han estado allí, sea en Perú o en algunos otros lugares del mundo en los que aprendí a supervivir y bueno los territorios en los que nacemos y vivimos marcan nuestras vidas. Además, el agua es símbolo de fertilidad. Cahuillaca y su wawa se arrojan al mar y la vida continúa en sus profundidades. Rumikuna del mar, empieza allí en el mar, en la wiksa/vientre del Pacífico y el Atlántico, las dos supervivientes son protegidas por estas aguas madres y son sus defensoras. La Naturaleza es un ser vivo y es la más democrática de los seres, nos da todo de manera gratuita, no elige el tono de piel ni el género ni la edad, ni la condición económica; son los humanos, el poder que despliegan en esta era de capitalismo salvaje los que por ambición están destruyendo nuestra casa mayor.

-Finalmente, el tema de género. Me conmovió el texto a Solsiret. La vida de una joven truncada. ¿La poesía no puede estar lejos de estás tiranías no?

-Es verdad, es imposible guardar silencio ante estos crímenes y siendo un hecho que podemos considerar pandémico nos hiere constantemente y en estos casi dos años de confinamiento, al lado de la otra pandemia, se ha ensañado doblemente. ¿Cómo cerrar los ojos y el corazón ante el sufrimiento y la violencia que arrebata la vida de tantas niñas, de tantas mujeres amantes de la vida y defensoras de sus territorios?