Una cabaña frente al Kremlin (La Nave, 2022) es la última novela del diplomático y escritor peruano Alejandro Manrique. Este título concluye la historia en torno a una dolorosa experiencia que marcó su vida como diplomático en Rusia
En esta nueva entrega literaria, el autor nos aproxima a la historia de Arturo Cáceres a partir de la muerte trágica e inesperada de su amigo Alonso en Moscú. Arturo intenta encontrar las razones y decide escribir un libro para recordar a su amigo. Para ello, se adentra en una lucha reflexiva sobre la vida, la muerte, la amistad y el amor, hasta descender a lo más hondo de su infierno personal, el único espacio donde es posible comprenderse como el ser humano imperfecto y sufriente que es.
Cabe destacar que Una cabaña frente al Kremlin, junto a títulos como La nieve roja de Moscú y El laberinto del Zar, constituyen una suerte de trilogía en la que cada libro puede leerse también de forma independiente. Al respecto, Lima en Escena charló con el autor.
-Alejandro, antes de ingresar de lleno a la entrevista sobre tu libro permítenos hurgar en los orígenes de tu labor como escritor. ¿Cómo surgió el Alejandro escritor?
-Hola Rosana. Muchas gracias por la oportunidad. Agradezco también la pregunta. Siempre soñé en convertirme en escritor, en novelista, pero quizá la inexperiencia, o tal vez dedicarme a los estudios y luego a trabajar me imposibilitaron la vehemencia necesaria para sentarse, entregarse y escribir una historia. Y, de pronto, en Moscú, la vida se las ingenió para sacudirme en un espiral doloroso y darme un tema de reflexión, lágrimas y creación: la desaparición y muerte de un amigo cercano. Empecé a escribir sobre este triste suceso para poder recordar, desde la ficción, a mi amigo. Se me abrió la puerta de la literatura, la he cruzado y ahora pertenezco a dos realidades, por decirlo de alguna manera.
– ¿Hasta qué punto ejercer la carrera diplomática influenció en tu labor escritural?
-Para cualquier arte, en este caso la narrativa, es necesario la imaginación. La capacidad creadora, la sensibilidad, los deseos de inventar mundos con sus propios códigos y símbolos. Todo aquello lo podemos hacer sin siquiera salir de nuestras casas. Hoy también el internet ayuda bastante para poder leer e investigar sobre lo que queramos, lo que contribuye a estimular nuestra capacidad creativa. Y, sin embargo, creo que muchas veces no sólo es necesario viajar y conocer otras realidades, sino vivir dentro de ellas. El clima, el idioma, la idiosincrasia, la presión atmosférica, las dinámicas socio-culturales, entre otros, son determinantes. Los países tienen sus propios olores y estéticas. La carrera diplomática ha podido ponerme en contextos que tienen que ser vividos, no sólo pensados o imaginados.
-El ejercicio de la diplomacia involucra algún punto con lo policial. Lo policial en tanto lo investigativo…
-Más que lo “policial” estrictamente, o de manera particular, creo que la diplomacia, en alcance a mi respuesta anterior, me ha permitido mimetizarme con la realidad en la que he vivido, haya sido Rusia o algún otro país. Sin llegar a ser un sujeto socio-cultural propio del país donde me he encontrado, creo que he podido desarrollar la empatía y sensibilidad necesarias como para entender muchas cosas. Dicho eso, el papel policial ha desempañado un rol concreto en la investigación sobre la muerte de mi amigo en Rusia, así como también dentro de la novela La nieve roja de Moscú. Alguna vez un crítico llamó a mi libro “un policial lírico”. Si bien dicha novela tiene un componente de “investigación policial”, creo que lo más sustancial es la sensación constante de “búsqueda”, lo que se encuentra y percibe en las tres novelas. Una búsqueda para intentar comprender la condición humana.
-Si bien Una cabaña frente al Kremlin cierra la trilogía con La nieve roja de Moscú y El laberinto del Zar, lograste que cada historia se pueda leer de manera independiente. ¿Qué implicó este trabajo, está formula o idea de que se puedan leer de manera autónoma?
-Si bien es válido, no es tan aconsejable iniciar un proyecto literario con la ambición de que sea una trilogía, o saga, porque desconcentra y confunde nuestra capacidad de vislumbrar historias, estructuras, momentos claves, conflictos, desarrollo de personajes, entre otros. Mi caso fue muy sui generis porque yo sólo quería escribir y escribir para recordar a mi amigo que partió, acaso también como una suerte de autoterapia, y me di cuenta de que podía abordar mi experiencia desde tres niveles (tres libros): el amigo que murió, el amigo que quedó dolido, y ese mismo amigo que quedó y trató de reconstruir su vida. Cada historia tiene un inicio y final y son autosuficientes. También se pueden leer en desorden. Por los comentarios recibidos de algunos lectores, se refuerza la idea de que cada libro se puede leer de manera independiente; lo cual, creo yo, enriquece mi proyecto literario en su conjunto.
-Sin embargo, lo interesante de cada uno de estos títulos es el hilo conductor que une historia de otra.
-Así es. Gracias por decirlo. Ese hilo conductor es el deseo de recordar al amigo que partió. Desde la realidad, desde la ficción, desde la metaficción, desde la imaginación. Con los ojos abiertos o cerrados; despierto o dormido; sea realidad, vigilia o sueño; sea un proceso consciente o inconsciente; sea surrealista o metafórico; lo importante para mi es recordar a mi amigo Sergio del Castillo, que en la ficción es Alonso García. Me han preguntado cómo ha sido posible escribir tres libros sobre la muerte de un amigo. Un cuento y/o una novela habrían sido, quizá, suficientes. Mi respuesta es la siguiente: los grandes temas humanos ya han sido desarrollados en la literatura mil veces; y, sin embargo, siempre será nueva y diferente la mirada íntima que podamos darles. Allí radica lo que para un lector puede llegar a ser distintivo. Allí radica mi proyecto literario.
-Arturo, es un personaje que lo descubrimos y lo disfrutamos a lo largo de los tres libros de esta trilogía. Podríamos afirmar que es tu alter ego…
-Arturo Cáceres es mi alter ego. Distorsionado, exagerado, manipulado, con más virtudes, con más defectos, acaso con más humanidad. Si bien parte de mi propia voz, mente, experiencias, alma, como quiera entenderse, lo cierto es que Arturo es un personaje que encarna esa tarea desesperada por conocernos a nosotros mismos, por entender algo de esta ingente y arbitraria cosa llamada “realidad”, por comprender lo hermoso y triste de la condición humana, y por batallar en nuestras luchas internas. Tropezar y caer al suelo, sólo para volver a ponerse de pie en un camino circular, inacabable, que se llama “vida”. En el primer libro, Arturo busca a su amigo y, tras encontrarlo muerto, trata de hallar razones. En el segundo, Arturo retorna a Lima y convive con su dolor. En el tercero, Arturo emprende un viaje hacia adentro, introspectivo, con la ambición de comprender a la humanidad sólo para poder recordar con más fuerza a su amigo en toda dimensión posible.
-Finalmente. ¿Por qué Moscú?
-Por qué Moscú. Me preguntaría también por qué el mundo, por qué la condición humana, por qué la lucha interna. Por qué desmoronarnos, sufrir, intentar ponernos de pie, soñar. ¿Para qué cerramos los ojos y sentimos el brillo del sol en nuestros rostros? Porque buscamos, acaso con desesperación, toda fuente posible de energía y fortaleza. Me pregunto todos los días si el destino existe y si alguna vez estaremos en capacidad de entender algo. ¿Por qué desear que un corazón resurja, más fuerte que nunca, desde nuestras propias tinieblas? Sólo sé que debemos seguir hacia adelante, tratando de ser mejores cada día. La memoria, el recuerdo, la identidad, el amor, la amistad, la muerte, la vida, la alegría y el dolor. Moscú, Lima y la humanidad. El punto de partida variará, pero siempre arribaremos al mismo lugar de reflexión.
Sobre Alejandro Manrique
Licenciado en sociología por la Pontificia Universidad Católica de Perú (PUCP) y Magister en relaciones internacionales por la Academia Diplomática del Perú, y Máster en escritura narrativa en la escuela de escritores de Madrid. Ha trabajado en las embajadas peruanas en Moscú, Londres y Berna. En Perú ha publicado las novelas La nieve roja de Moscú (Animal de Invierno, 2016), El laberinto del Zar (La Nave, 2018) y Una cabaña frente al Kremlin (La Nave, 2022). Asimismo, ha publicado de manera experimental los proyectos literarios en tiempo real Prometeo Ruso y La novela del mundial (Facebook, 2018), así como Un asesino emocional (Amazon, 2019). Algunos de sus relatos y ensayos literarios y críticos han sido incluidos en las revistas literarias La Rompedora y Fábula (España) y Temporales (Estados Unidos).