Todas las poetas peruanas tienen cáncer

La escritora y periodista italiana de origen africano Igiaba Scego (1974) emplea el término  jiran (enfermo) para describir la terrible historia de su país de origen convertida en una cruenta colonia italiana  (1886-1941). La palabra somalí me conduce hasta el poema Todas las poetas peruanas tienen cáncer de Victoria Guerrero Peirano, en el que el cáncer más que una metáfora de un padecimiento es una radiografía de la realidad peruana. Fotos: Rommy Balabarca

por: Carmen Ollé

Precisamente, contra el ensimismamiento- reacción natural de una afección que nos arredra-, la poeta abre una ventana para ver qué sucede más allá de su propio cuerpo: la situación sociopolítica que atraviesa el Perú. Hablamos de la trágica muerte de los manifestantes en las protestas contra los regímenes dictatoriales; muchos de ellos jóvenes, o personas que sin ser protestantes fueron víctimas mortales de la represión policial en ciudades donde la población es más aguerrida, aunque vulnerable: Juliaca-Puno, Apurímac, Ayacucho.

Sin embargo, no son solo las mujeres “calvas” o “pelonas” los “faros de la muerte” o el resultado de tratamientos invasivos contra la neoplasia maligna, sino que esta también aqueja a  los varones, según Guerrero: “… también hay otros hombres que lo tienen y no son poetas…”.

 Cada vez me convenzo más de que los temas circulan en el aire y nos señalan directamente, puesto que en este punto Victoria coincide con la joven Fiorella Terrazas (Fioloba, Lima 1990), poeta “post-depresiva transfeminista”, en un verso que se alinea con el suyo en el poema “Los poetas se mueren”: “Los poetas caen de los techos encima de nosotros”, escribe Fiorella.

 ¿Estamos ante una alegoría de cómo los gobiernos autoritarios arrinconan a los artistas? La estrategia de la autora de esta significativa plaquette traspasa la radiografía del deterioro social, ya que su estro poético impulsa su mano para hacer símiles entre la violencia asesina ejercida contra los débiles para evocar a los grandes escritores de nuestra tradición literaria:

Pum/ Y cae una joven en Juliaca-Puno/Una carlitos oquendo cualquiera”

“Pum/ Cae un joven en Apurímac/ Un arguedas cualquiera”

“Otro disparo. Ahora en Lima/Esta vez cae una maría emilia cornejo cualquiera”

El poema es, asimismo, un documento que cuenta con párrafos extraídos de plataformas virtuales alternativas que informaron en su momento sobre los movimientos de protesta en los años 2020 y 2022. Por ejemplo /Informa convoca.com/ / Informa ojopublico.com/. Y es que las únicas maneras para acceder a noticias veraces y eludir las fake news son estas plataformas o los canales independientes de Internet, ya que los medios masivos de comunicación obedecen a intereses particulares de sus directores y desinforman a la población que, por lo general, es crédula y no cuestiona sus contenidos tendenciosos.

Sabemos que nuestra autora es docente universitaria; es decir, no solo su palabra crea poesía, también crea conciencia en sus alumnos quienes, como la ingenua mayoría de la gente, intenta no mirar, no escuchar, no saber, escudados en sus computadoras.

Pero la poeta insiste y se apropia del terreno: “Digo mujeres arrojadas en basurales” /Digo mujeres decapitadas/Digo cuerpos arrojados a terrenos baldíos/Digo crímenes de odio en basurales decapitados…”

El camino trazado del crimen y la impunidad de gobiernos dictatoriales en este único poema de largo aliento transita a la inversa del reloj: va desde el presente hasta la época del enfrentamiento entre el Estado peruano y los grupos subversivos en la década del ochenta del siglo pasado: Guerrero hace memoria de las ejecuciones extrajudiciales perpetradas por las fuerzas del orden, registradas en el Informe Final de la CVR.

Entonces, la radiografía da paso a la metáfora trivial a la que nos tienen acostumbrados los opinólogos retóricos: “En el Perú siempre dicen que vivimos entre el cáncer y el sida…”. Pero Victoria Guerrero no es una poeta ni ampulosa ni alambicada, y al instante le da vuelta con la purísima realidad al escribir: “Yo estoy en el cáncer por ejemplo/ y todas las poetas peruanas igual/y a mi amiga d la atropelló un camión…”.Es justo en este verso, con esta imagen, que se liquida una comparación anodina, la cual trataba de proyectar en los peores candidatos a ocupar el sillón presidencial en el Perú dos enfermedades nada anodinas, que deberían ser atendidas plenamente por las políticas de salud.

En una entrevista en El Arriero, en el programa del antropólogo Javier Torres, Victoria Guerrero declara a propósito de su poema-documento que “la enfermedad puede ser politizable”; que para ella la escritura de este texto perturbador y radical significó a la vez la evocación desde su etapa universitaria de las crisis y miseria política de nuestra historia. Las muertes en las manifestaciones de muchachos como Inti y Bryan se han convertido -nos dice- en un símbolo de resistencia ante la injusticia; los desaparecidos -hombres y mujeres- agrega son un gran duelo. Claro que le creemos e igual que ella soñamos con ese hermoso verso que ahora leo melancólicamente: “Ojalá una utopía pudiera salir de nuestro tajo”.

 

Prolífica escritora peruana. Marcó un antes y un después en la historia de la literatura local a propósito de la publicación de su primer libro Noches de Adrenalina. Tiene publicado más de 10 libros de narrativa. Actualmente conduce un Taller de Escritura Creativa.