Autor de “Aníbal Quijano. Reconstrucción de su vida y obra 1948-1968”, título que forma parte la Colección Clásicos de la Filosofía Peruana del Bicentenario nos acerca a uno de los pensadores peruanos más importantes de nuestra historia contemporánea
El sociólogo Guillermo Rochabrún, considera que “Aníbal Quijano. Reconstrucción de su vida y obra 1948-1968” (Heraldos Editores, 2021), es un libro necesario e importante. Es necesario porque requerimos una biografía integral, intelectual y política, de Aníbal Quijano Obregón. Una biografía que deberá urdirse con la historia de las ciencias sociales, el pensamiento y la historia política peruana y de América Latina, para poder apreciar las inmensas distancias que siempre existieron entre Aníbal, y nuestro mundo intelectual, para no hablar de las distancias cósmicas con las izquierdas peruanas. Alguien que pudo reinventarse cuando ya tenía más de 60 años, desarrollando un modo de pensamiento increíblemente original”.
Al respecto, el filósofo Segundo Montoya, nos aproxima al pensamiento del sociólogo Aníbal Quijano.
-Segundo, antes de centrarnos en el contenido del libro permíteme apelar a tus inquietudes como persona, como filósofo. ¿Cómo se origina tu primer vínculo con el maestro Aníbal Quijano?
-Ciertamente descubrí a Quijano a través de Mariátegui. En mi primer libro Conflictos de interpretación en torno al marxismo de Mariátegui (2018) dediqué un capítulo a la lectura que hace Quijano de la obra del Amauta. En dicho capítulo buscaba las improntas del marxismo de Mariátegui en la colonialidad del poder, apoyándome en esa premisa sostenía que Quijano desarrolló la perspectiva crítica de la colonialidad del poder a partir del redescubrimiento del pensamiento de Mariátegui. En síntesis: “Quijano logra ir con Mariátegui, más allá de Mariátegui”, con el propósito de forjar una nueva teoría social y política para los pueblos del “Tercer Mundo”.
Lo cual, no debe sorprendernos porque leer a Mariátegui es motivo de encuentros, reencuentros, debates y combates interminables. Mariátegui fue, sin lugar a dudas, una fuente inagotable de pensamiento que se consulta revisa y actualiza permanentemente: un clásico de la tradición del pensamiento crítico y de la literatura marxista latinoamericana. Por tanto, todo lo que diga en esta entrevista es convicta y confesamente un «testimonio de parte» fiel al espíritu mariateguiano-quijaniano.
Finalmente, creo que es un lugar común señalar la filiación marxista que Mariátegui y Quijano compartieron en algunas etapas de su vida y obra, a pesar de la distancia temporal y de los diferentes contextos de producción intelectual y de activismo político. En mi libro Aníbal Quijano. Reconstrucción de su vida y obra (1948-1968) propongo que estudiemos a Quijano a partir de la noción de “movimiento de la reflexión-mariateguiano” en tanto proceso tensionado, conflictivo, abierto y dialéctico de desarrollo y continuidad-discontinuidad de un pensamiento que atraviesa múltiples “desplazamientos epistemológicos” en lugar de “rupturas epistemológicas”.
-Ahora, y después de haberlo estudiado más concienzudamente desde el ángulo académico ¿Qué es lo más destacas Aníbal Quijano?
-En mi libro destaco muchos aspectos, por ejemplo: la absoluta coherencia entre la vida y la obra, pues su vida y obra son facetas de un solo y único proceso de transformación incesante a lo largo de más de cincuenta años de trayectoria académica y política; también su vocación interdisciplinaria, pues su obra está atravesada por múltiples disciplinas que van desde la teoría literaria, historia social y cultural, la teoría sociológica, la sociología del conocimiento, la antropología cultural, la filosofía de las ciencias sociales, la música, entre otros.
– Aníbal Quijano. Reconstrucción de su vida y obra 1948-1968, es una propuesta editorial diferente, original. ¿Qué te llevó a investigar sobre su vida y obra en su etapa inicial?
-La ausencia de un trabajo sistemático sobre el “primer Quijano” de los años 50 y 60, como consecuencia lógica del mayor interés que goza el “última Quijano” de los años 90. Se tiene la impresión equivocada de que Quijano hubiera nacido, pensado y escrito en los años 90 y 2000; dado que la mayoría de los investigadores le reconocen el mérito de haber forjado la perspectiva crítica de la colonialidad del poder en esos años. Por consiguiente, hacen “tabula rasa” de la rica, versátil, multifacética y vasta trayectoria de la vida y obra de Aníbal Quijano. No se imaginan las interesantes conexiones, puentes y vasos comunicantes que existen entre el “primer Quijano” (1930-1968), el “segundo Quijano” (1965-1990) y el “tercer Quijano” (1990-2018).
-Esta reconstrucción, este mapeo sobre Aníbal Quijano que nos ofreces en tu libro eran temas pocos abordados incluso desconocidos. ¿A qué le atribuyes el silencio sobre su pensamiento, su obra, de este período en particular del maestro?
-Me parece que tres factores podrían explicar esta situación. En primer lugar, esto se debe al mayor interés y difusión que goza el “última Quijano” de los años 90; lo cual esta asociado directamente con el surgimiento del Grupo Modernidad/Colonialidad de 1998, aunque más que un grupo se trata de un red interdisciplinaria y heterogénea de investigadores latinoamericanos y latinos residentes en los Estados Unidos. Finalmente, el surgimiento de este grupo está ligado al nacimiento de gobiernos progresistas de Ecuador, Bolivia y Venezuela en las primeras décadas del siglo XXI.
-Finalmente. ¿Cuáles fueron los más significativos aportes de Aníbal Quijano al campo de la filosofía, ciencias sociales, en suma, a nuestra sociedad durante esta etapa?
Podrían ser tres. El desarrollo de una “sociología de la sospecha”, es decir, un tipo de sociología que describe la actitud sospecha frente al sesgo ideológico de las ciencias sociales norteamericanas (norte-américa-centrismo) que se implementaban en las universidades de los países del “Tercer Mundo”, en el contexto de la institucionalización de la sociología, como disciplina científica portadora de la promesa del cambio social; esta actitud de sospecha se tradujo en uso de la noción marxiana de “ideología” como herramienta de crítica a la orientación imperial-colonialista de las ciencias.
El desarrollo de una “sociología culturalista” asociada a un tipo de sociología que Quijano reconoce, con cierto “rubor juvenil”, como tentativa de una lectura culturalista del problema de la lucha de clases en el Perú, apropósito de sus ensayos sobre el “grupo cholo” y los movimientos campesinos. En efecto, el sociólogo peruano se propuso una lectura culturalista motivado, según sus palabras, por “una obsesión sobre el problema de la identidad cultural del Perú” a partir de los proceso y efectos de la modernización.
Y, finalmente, el descubrimiento e incorporación de la noción de totalidad-social en el análisis de la realidad social, política y cultural latinoamericana. Quijano aborda por primera vez la noción de totalidad social en su ensayo “Imagen saintsimoniana de la sociedad industrial” de 1964. Para Quijano, dicha noción representa “la más grande revolución intelectual de nuestro tiempo”. Finalmente, esta noción adquiere un carácter vertebrador y esencial que atraviesa el movimiento de todas sus reflexiones, incluso es condición de posibilidad de otras.