La escritora y guionista peruana de ópera contemporánea Maritza Núñez, radicada en Finlandia, no cesa de crear obras con mensajes potentes que animan al cambio y a ser pensadores críticos que confrontan el lado más oscuro de la humanidad, y que nos recuerdan que podemos comprender mejor la existencia y, por eso, transformarla
Por: Lucy Quintanilla
Entre sus piezas más aclamadas encontraremos múltiples óperas, musicales y obras de teatro como “Frida y Diego”, “Suyai, la esperanza también es un canto” o “Niña de Cera”. Sin olvidar su repertorio para niños con temas vinculados al trabajo infantil, el pandillaje juvenil o la ecología como ocurre en “Espíritus del Bosque” o “La Ciudad y el Mar”. Al respecto, Lima en Escena charló con la destacada artista.
Ópera Isabelle
-Maritza, el concepto de la libertad define tu trabajo y tu carácter como escritora …
-La palabra libertad resume la constante más importante como tema en toda mi obra. La libertad sobre todas las cosas, la libertad en el sentido para el cual fue creada la palabra. La puedo abordar desde distintos ángulos, desde distintas perspectivas, pero la libertad sigue siendo una columna esencial en mi obra. Es lo que siento también a nivel personal.
– En medio de una sociedad donde desarrollar la creatividad al máximo no siempre es posible, ¿qué significa ser talentoso actualmente?
-Hay mucha gente, mucho artista o mucha persona talentosa que, si hubiera tenido la libertad de explorar, de desarrollarse como ser humano, con todo lo que eso debería significar como posibilidades en una sociedad, esa persona llegaría a descubrirse. Ahora, lamentablemente no todos los niños que nacen con talento tienen posibilidades para desarrollarse, entonces ¿cuál es la libertad para un niño que está trabajando en la calle a los seis años?, ¿de qué libertad hablamos? Ojalá los niños tuvieran posibilidades de llegar a descubrir su talento. Pienso que todo ser humano tiene un gran potencial para algo. La persona que no es buena para tal campo lo es para otra cosa, y eso lo vemos con la gente que está privada de alguno de los sentidos, pero tiene desarrollados otros. Apuesto por el ser humano como un ser talentoso y con el derecho a ser libre.
– ¿Qué es el arte activista?
-Es el arte que intenta producir una reacción en la sociedad, más allá del valor estético, para poder dar como resultado acciones. Creo que es el arte que asume temas urgentes y el artista, con el objeto artístico, intenta participar en los cambios que aún son posibles.
– ¿Y cuáles son esos cambios?
-Siempre he tenido conciencia, pero ahora es una urgencia física, la siento a nivel de piel. Siento que ya son demasiadas cosas. Los seres humanos todavía no tomamos conciencia de los desastres que ocurren, como los incendios que ya no se apagan en un día ni en dos, y que requieren de miles de personas intentando apagarlos. Por ejemplo, cuando estuve en Ecuador viendo “La Ciudad bajo el Mar”, hubo una proyección en la que se mostraban las masas de plástico y cuando vi una imagen real, sentí estremecimiento, se me salieron las lágrimas porque claro, eso es una realidad, eso es lo que le vamos a dejar a los niños. Ahora hay activistas como Greta Thunberg, la pena es que hoy son los niños los que han necesitado hacer huelgas, ¿dónde estábamos nosotros? La conciencia ecológica aparece muy tarde, y en unos países más tarde todavía ¡y es tan urgente! Otro tema es el contrabando de niños. Eso es algo que ocurre, que nos atañe, hay miles de personas que están perdiendo a sus hijos porque son vendidos, son raptados, son prostituidos. ¡Eso no es una ficción!
– ¿Qué te motiva a crear desde estas temáticas tan duras?
-Escribo porque quiero creer que justamente el arte te permite mantener la esperanza en otra realidad posible. Creo que es la explicación maravillosa para entender por qué en medio de Auschwitz, un campo de concentración en la Alemania Nazi, la gente ensayaba y tocaba música; por qué en los momentos de las guerras grandes, europeas, la gente seguía practicando con sus instrumentos, seguía haciendo arte. Sería la única manera de entender por qué Ana Frank cuando estaba en una situación tan extrema como esa sintió una necesidad de escribir, no fue casual que ella hiciera un diario, estaba dejando un testimonio y hoy la representamos como un objeto artístico. Quiero creer en el arte justamente porque el mundo es horrible en muchos aspectos. El ser humano ha nacido con bellos sueños, ha nacido con un mundo interior bello. E incluso el niño nace con derecho y con necesidad de belleza, otra cosa es que las sociedades no se la prestan.
– Desde la mirada de una artista, ¿qué es la belleza?
-La belleza es la vida y todo lo que eso implica como concepto filosófico, en el más puro sentido de la palabra. Y también es la libertad, porque una vida fue creada para ser libre, lo otro es disfuncional, es una deformación de lo que ésta debió ser.
Ópera Hiroshima de los siete brazos
-Hace pocos días tu trabajo más reciente “Héroes olvidados”, cobró vida en Finlandia. ¿El tema de la trata de personas está presente en esta nueva obra?
-Es una obra de denuncia que atraviesa un incidente diplomático muy puntual entre Iván El Terrible y el rey de Suecia, hace ya varios siglos. ¡El cuñado del rey ofrece a su cuñada como objeto para el éxito en una negociación! Y claro, esta mujer es casada, tiene niños y como no la entregan, eso significó que Iván El Terrible quedó tan fastidiado y que después hubo varios años de guerra. Eso ahora sería venta de un ser humano, tráfico de personas. La obra la abrí con un largo monólogo en donde ella habla y acusa de que la quisieron vender:
Me quisieron vender como a un trozo de carne,
como a un oso,
como a una yegua.
Pero yo a mis hijos les dejo un legado.
Yo soy libre y nací libre.
Nadie va a someterme.”
En el caso de Hemingway habló de la libertad, pero no por Ernest sino por su hijo, que cambia de sexo. En Frida y Diego, la libertad desde todo punto de vista: en el amor, en la revolución, en el arte y también en la política. En Gabriela Mistral, se trata del acercamiento del público al lado real de un personaje, tal vez, idealizado como ícono, uno que ahora se presenta humano ante todos.
La escritora también ha hecho ópera para niños con temas vinculados al bullying o a la ecología como en “Espíritus del Bosque” o “La Ciudad bajo el Mar”. Además, tiene tres obras sobre el trabajo infantil: una sobre la prostitución, maternidad infantil y pandillaje juvenil; la segunda, relacionada al trabajo infantil en la minería, “alrededor de cinco millones de niños en el mundo, ¡eso es horroroso, es una tragedia!”, comenta la guionista; y la tercera, habla de niños en la Selva Peruana trabajando en el contrabando de especies exóticas que están desapareciendo.
Maritza Núñez nos recuerda por qué escribir enmarca una poderosa herramienta para narrar historias, para decir verdades y también para mostrar a una sociedad desnuda, sus radiografías y además sus impulsos, debilidades, manías y en sí, sus infinitos matices emocionales y mentales. Escribir abraza siempre la posibilidad de concebir relatos sobre todo y sobre todos, de provocar histerias e historias únicas, denunciar al desamor y soñar siempre con la belleza de un aquí y un ahora más cristalino. Seres emocionales, seres racionales, seres magnéticos y también enigmáticos. Escribir para crear, para evidenciar, para decir y siempre para sentir.
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