«Debemos empezar por ser consecuentes con nuestras propias vidas las personas que queremos una sociedad feminista», señala la autora de temas como «Caramelo», «Como una lorna», «Selva Negra», «Zamba puta», en la presente entrevista. Foto de portada: Romina Vera
Desde la nueva normalidad, desde el universo remoto canta en las actividades solidarias por nuestras golpeadas comunidades amazónicas. Alza su voz y apoya a las personas más vulnerables. Interpreta algunos de sus temas más populares para sus seguidores. Ofrece algunos avances de lo que será su nuevo repertorio musical. Apela a la memoria familiar y evoca a su mamá, a su papá, a sus abuelos. Destaca la poesía de Blanca Varela.
A través del fan page de sus cuentas de Facebook e Instagram, la destacada cantautora peruana La Lá, nombre artístico de Giovanna Núñez, nos ofrece un panorama de sus actividades cotidianas, que van más allá de lo estrictamente musical. Lima en Escena le robó unos minutos de su tiempo y apretada agenda en línea para charlar brevemente.
– La Lá, hace unos días un grupo de cantautoras, entre las cuales estabas presente, ofrecieron un concierto virtual solidario por las golpeadas comunidades amazónicas. ¿Qué queda por hacer?
– Creo que en tanto haya gente padeciendo esta enfermedad, desprotegidos, en la suma pobreza, abandonados por el estado, hay mucho trabajo por hacer.
-Nuestra sociedad cambio drásticamente con la pandemia. El tema de la solidaridad se activó. ¿Qué piensas al respecto?
– Sí… Creo que muchas personas hemos pasado por muchas reflexiones profundas y eso nos ha cambiado como seres humanos. Creo que es momento de afirmar esa inclinación a relacionarnos de otra manera como sociedad, en mensajes y nuevas normas de convivencia que usen esta reciente empatía para construir otra idea del bien común. Pero ya veo que eso no está sucediendo ahora. A inicios de la pandemia te daban el pase los autos como si, ahora sí, valoraran más la vida; ahora, nuevamente, puedes quedarte cinco minutos parado en una esquina con tus niños tratando de cruzar y nadie para.
– Sin ponerte el rótulo de feminista, tus acciones, tu música nos habla de un activismo tácito. Desde tu mirada. ¿Qué cambios se deben hacer para que las luchas sobre la violencia de género se tornen más efectivas?
– Debemos empezar por ser consecuentes con nuestras propias vidas las personas que queremos una sociedad feminista. Es importante protegernos a nosotras mismas y a otras mujeres. Luego, conocer las leyes que nos protegen o amenazan y luchar por la aplicación de las primeras y la modificación de las segundas. Y por supuesto, educar a los niños desde otro punto de partida, pero ahí está la pobreza favoreciendo a la violencia. Las niñas, niños y niñes deben ser educados, protegidos, alimentados y amados para poder pensar en una sociedad justa y feliz.
– La pandemia, la cuarentena, la nueva normalidad te toca en pleno trabajo de tu nueva producción musical. ¿Cómo afectó, modificó esta crisis sanitaria a los contenidos de este?
– Pues modificó los contenidos con una canción más, que surgió con la intensión de cantarle a la Tierra y su energía amorosa y amatoria, que está en todos sus seres también. Con la voluntad de reconocer el amor creativo por sobre cualquier susto.
– En retrospectiva y mirando tus primeras producciones musicales como “Rosa”, “Zamba puta”, hasta lo que vienes produciendo en estos momentos… ¿Consideras que tu proceso creativo cambió?
– Creo que sí. Cambió desde el hecho de que un primer disco presupone que vas a tener uno segundo y uno tercero, y así… Eso te lleva a un cambió en la mirada que le das a tu propio trabajo, porque el primer disco, en mi caso, que no me preparé para él ni para ser música, fue una sorpresa. Después tienes que fingir que “todo estaba friamente calculado”, como dice el Chapulín, y que eres artista y que, “claro”, a eso te dedicas y es lo que tu haces, cuando la música para mi es un milagro y si no viene la inspiración no hay canción para mí. No quiero componer así. No digo que esté mal hacerlo de otro modo, pero el que menciono, es el modo en el que quiero relacionarme con la música, servirle a ella, no ella a mí. Pero desde que dice “soy músico” para que te dejen entrar a un camerino, hay algo raro y alienado. Luego, componer un siguiente disco desde ese papel, es duro. Hay algo que se pierde.
– Leí en tu muro: “Mi mami… La recuerdo en cada cosa, con su espíritu rebelde, generoso, brillante y sincero. La extraño siempre y cada día a mi amada Giovi.” ¿Qué influencia te dejó?
– Mi madre hizo de la locura un valor; de la alegría irreverente un arma para ser feliz. Ella me dio la risa contra viento y marea, por eso sobrevivo.
-Finalmente. “Mi papá es un ser humano especial. Creo que su enorme sensibilidad lo desborda y lo hace reacio a muchas convenciones del mundo.” Eres una artista no convencional. Podríamos decir que esta cualidad viene del lado paterno…
– De grande he ido conociendo historias de mis dos familias y he sabido cosas de mi abuelo paterno con las que me he identificado: intereses e ideas. Pero los Núñez eran pintores. Por otro lado, en mi familia materna ayacuchana hubieron músicos. Me contaron muchas cosas musicales de mi abuelito materno, quien me crió, de cómo le gustaban las fiestas y cantar. Y caigo en cuenta de que, ¡claro!, él siempre me cantó. “Adios pueblo de Ayacucho, perlas chayay…”