Gala musical. La Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil Bicentenario presentará música de Ravel, Debussy, Fauré y el compositor peruano Alfonso de Silva.
El Ministerio de Cultura presentará el jueves 17 de mayo, a las 8:00 de la noche en el Gran Teatro Nacional, el concierto de gala “Impresionismo Musical”, a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil Bicentenario, dirigida por el maestro Pablo Sabat, y los destacados solistas Caroline Morales (soprano), Christy Tamarelli, Eve Martin (arpas), Luis Melgar (clarinete), Sini Rueda (flauta), Edgar Querales, Keiber Utrera (violines), Jesús Mujica (viola) e Iván Pierantozzi (cello).
Emblemáticas obras compuestas por los franceses Claude Debussy (Danza sagrada y Danza profana), Maurice Ravel (Pavana para una infanta difunta, Rapsodia española) y Gabriel Fauré (Cinco melodías de Venecia), así como piezas icónicas del pianista y violinista peruano Alfonso de Silva Santisteban están incluidas en el repertorio que disfrutarán los seguidores del impresionismo musical, tendencia que apareció en Francia y predominó en Europa durante las últimas dos décadas del siglo XIX, influenciada por pintores y poetas de la época.
El impresionismo musical se caracterizó por su escritura no lineal, la experimentación sonora y la libertad absoluta para crear armonías y ritmos, empleando incluso escalas orientales y exóticas. Las formas no poseían una estructura clara, podían ser sinfonías, poemas sinfónicos, oberturas, romanzas, suites, sonatas o preludios. También destaca el uso de instrumentos que imitaban sonidos de fenómenos naturales como las olas del mar, el viento o la lluvia.
“Preludio a la siesta de un fauno”, compuesta por Claude Debussy en 1894, es considerada la primera obra representativa del impresionismo musical, con una escala de tonos enteros e intervalos complejos. El artista solía recrear con cada una de sus piezas un ambiente de sensualidad y fantasía, rompiendo el esquema clásico romántico para acercarse a un mundo de simbolismos.
El género se expandió muy rápido destacando Erik Satie, Paul Dukas, Gustave Charpentier y Albert Roussel, aunque el compositor de mayor proyección fue Maurice Ravel, quien marcó la transición a la revolución estilística impuesta a inicios del siglo XX, asociando melodías y ritmos inteligibles con armonías cromáticas.
La música de Ravel y Debussy resulta original e inclasificable de acuerdo a las normas tradicionales. Ni absolutamente modernista ni simplemente impresionista. Ravel (contrario a su contemporáneo Stravinski) no renunció a la música tonal y utilizó con parsimonia la disonancia, hallando nuevas soluciones a los problemas planteados por la armonía o la orquestación y brindando otros rumbos a la escritura pianística.
La obra del músico chalaco Alfonso de Silva corresponde al auge del impresionismo. Sus piezas fueron compuestas de manera autodidacta cuando tenía entre 15 y 21 años. Convertido en un romántico refinado viajó a Europa y aprendió música de Godunov, Bartók, Stravinsky y Mahler. Entre sus principales piezas tenemos la suite “Instantes” (Éxtasis, Vísperas, Jardines antiguos, Elegía ingenua y Consolación), “Canción amarilla”, “Las gaviotas”, “Yo seré tu tristeza” y “Los tres húsares”.