Desde la “Presentación” del libro, la poeta Violeta Gonzales Blanco confiesa su necesidad del lenguaje, el mismo que ha sido una compañía ineludible para ella desde niña. Esta necesidad es el eje y la guía de Habitar el rojo, poemario publicado en 2022 por la editorial Gafas moradas.
Por: Carmen Ollé
Habitar el rojo es un poemario breve pero intenso, compuesto de cinco apartados: Transformaciones, donde la autora deja constancia de aquello que nos diferencia de todos los otros seres vivos: la imaginación a través del arte poético. Asumimos gracias a ello la gran responsabilidad con el ser, que significa respetar y amar al otro en su condición, particularidad y diferencia. En Instintos se libra la batalla eterna entre Eros y Thanatos: sabiduría/ignorancia, bondad/maldad; como en el Tao, la unidad de los opuestos. Sospecho (SOS), un escueto caligrama, es la tercera sección donde Gonzales Blanco conjura el miedo mediante una vigilia constante de todo lo que media o sucede entre los seres humanos y el medio ambiente. Variaciones de poetas peruanas, el quinto y último apartado, constituye un homenaje a tres escritoras: Magda Portal, María Emilia Cornejo y Victoria Santa Cruz. El hecho de elegir a estas tres poetas trasciende el gusto subjetivo, ya que es probable que en dicha elección cuente más el legado de cada una para la historia cultural y social del Perú: El activismo político de Portal; la rebeldía adolescente en Cornejo y la lucha contra el racismo discriminador en Santa Cruz. Son tres iconos de resistencia relacionados con el papel de la mujer peruana en contextos históricos diferentes.
En Habitar el rojo, el énfasis puesto en el cuerpo femenino es álgido en el poema “Fango y depredadores”. En él, la autora, con gran habilidad de síntesis en un delicado texto de solo seis versos, presenta inquietas interrogantes sobre quién somos, cómo es el rol de madre y su parición.
La riqueza en la composición de los poemas del libro nos deslumbra. Varios de los textos albergan hermosos haikus. Ejemplo de ello es “Equilibrio” que empieza con dos versos urdidos en la tradición del poema japonés: “Afuera el viento/pájaros anunciando el atardecer…”
En “Pluma”, son las letras las que dibujan el mundo del poeta lleno de sentidos, emociones y sensaciones. Encontramos la desolación en el enigmático “Puedo ser (DESOLACIÓN)”, compuesto de dos cuartetos y un terceto. La lectura atenta nos lleva a tejer correspondencias entre las imágenes de cada verso: “Puedo ser ruina/una piedra filuda/una voz mortecina/un cuerpo cáustico// La niña escondida/la adolescente en proceso/la mujer extraviada/la que denuncia…”.
Entonces nos preguntamos por la relación de una piedra filuda con el resto de los objetos nombrados en la primera estrofa y buscamos la estrella que nos oriente. La respuesta podría estar en lo que sigue después. Así, en el primer verso de la estrofa inicial habría una correspondencia con el primero de la segunda estrofa: “Puedo ser ruina” y “niña escondida”; y continuamos descubriendo equivalencias: “una piedra filuda” y la “adolescente en proceso”; una “voz mortecina” con “la mujer extraviada”; o un “cuerpo cáustico” y “la que denuncia”. Seguir develando o descifrando es una aventura literaria que nos acerca más al misterio del título. El rojo y sus múltiples símbolos: pasión/vitalidad/peligro, entre otros.
En el poema “Para habitar el rojo” nos topamos con la naturaleza y los elementos, tierra, agua, luz solar, aire. El fuego, la explosión del comienzo de todo, que cobija el poema “El mar de María”, dedicado a su madre: “la tierra el fuego el aire” nos indica el camino -como escribe la poeta- para “meditar frente a la creación”. Los elementos vibran en el libro igual que una danza. Llegamos en un viaje de introspección a “Luna”, el arte poética de Violeta Gonzales Blanco, que nos regala su mirada al cómo y por qué escribe poesía. “Cuando la luna me acompaña/ el apetito de escribir brota/, son las palabras que corren”. El lenguaje otra vez que logra vencer al miedo y alcanzar el sosiego.
Bien dice Alessandra Tenorio en la contraportada, Habitar el rojo “tiene una relación especial con la naturaleza, que la conjura, que se hace una con ella.” Nada más urgente que dicha unión en épocas en que aún no reconocemos -pobres necios- que somos también naturaleza. Coincido con Iván Thays cuando afirma que Habitar el rojo es vivir.