Empieza junio y el cuerpo lo sabe, o al menos lo saben los libros. Cercano el Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+, como cada 28 de este mes, se me ocurrió el feliz matrimonio de dos libros, uno del irlandés Colm Tóibín y el otro de la española Cristina Domenech, porque ningún ridículo decreto supremo de ningún ridículo gobierno puede borrar el enorme aporte de la comunidad LGBTIQ+ a la cultura (o la ciencia, o lo que quieras). Aunque les fastidie. Spoilers pero no demasiados.
Por: Anahí Barrionuevo
Releo dos libros, el primero bastante anterior al segundo: El amor en tiempos oscuros, de Colm Tóibín, y Señoras que se empotraron hace mucho, de Cristina Domenech.
Lo hago porque a 55 años de Stonewall, mientras en muchos países del mundo se celebran los totales derechos alcanzados por la comunidad LGBTIQ+, en la aldea llamada Perú hace falta aún luchar por ellos, prisioneros como vivimos de mentalidades ultraconservadoras, que es lo mismo que decir subdesarrolladas, con todas sus letras. Y porque justamente esas mentalidades, enquistadas como están ahora en los poderes del Estado, son las que nos han endosado hace poquito, con silencio cómplice de muchos, el infame decreto supremo que, bajo la excusa tercermundista de una normativa retrasada en Salud (porque el Estado peruano, capturado por organizaciones criminales, se ha retrasado sistemáticamente desde 2016 y quienes gobiernan hasta parecen orgullosos de eso), ha lanzado a la comunidad LGBTIQ+, es decir a las identidades de género disidentes de lo heteronormativo y especialmente a la comunidad trans, al rincón de las enfermedades mentales. Vaya cosa. Enfermedad (y delito) es la corrupción, padecida como un cáncer por nuestras actuales instancias de gobierno. Enfermedad no es el deseo adulto y consentido; ni siquiera el deseo de que se vayan. Y tampoco es delito.
La cosa es que pensé en el feliz matrimonio de estos dos libros. Aunque a decir verdad es esta una perspectiva conservadora, puesto que sus autores no se casarían entre ellos, y quizá ni siquiera se casarían a secas. Sin embargo, sí son dos libros que forman una bonita pareja. Pasemos a ellos.
Le novio
Descubrí el primero a inicios del milenio, en la biblioteca acumulativa de una editorial, un mueble de toda una pared adonde iban a dar, medio abandonadas, las novedades enviadas desde allende los mares, y que llegaban en alegres cajas, ansiosas por ser escogidas para recibir impulso comercial en la sede local. A esta nadie le había parado pelota. Y nadie lo ha hecho hasta la fecha. Porque así pasa a veces con los buenos libros. Y así es más probable que pase en la aldea peruviana con un libro en cuya carátula aparecen dos hombres bailando abrazados o, más bien, apretados. No importa que se trate de una foto tomada por el extraordinario Brassaï, o George Brassaï, o Gyula Halász, en París, 1931, cuando… No nos distraigamos más.
El nombre del autor en ese momento no me dijo nada. Pero, junto con la foto, el título completo —El amor en tiempos oscuros y otras historias sobre vidas y literatura gay— me atrajo. Una hojeada rápida me decidió.
Colm Tóibín. Foto: bookstr.com
El autor: Colm Tóibín es irlandés, nacido Wexford en 1955, y a estas alturas no requiere mayor presentación. Baste decir que actualmente es uno de los autores más destacados en lengua inglesa, tanto por su obra periodística como por su obra narrativa, en especial sus novelas, entre las cuales recomiendo la brevísima El testamento de María (2014), sobre la madre de Jesús, y la extensa El mago (2022), sobre la vida de Thomas Mann; ambas notables, menos la segunda que la primera.
Pero este libro es de no ficción, que es el paraguas amplio bajo el cual se cobijan los libros que son una mezcla de crónica, investigación y ensayo que los anglosajones del otro lado del Atlántico se han inventado y saben hacer como nadie, y que también podemos llamar «de divulgación científica», ya sea referida a las ciencias exactas o humanas. Lo importante en estos libros es que el autor se muestra directa e íntimamente involucrado con el tema.
Y así, este libro de Colm Tóibín empieza con la Introducción, donde ofrece recuerdos de su niñez como monaguillo en su católica localidad irlandesa y también cómo, muchos años después, en 1993, fue invitado por un editor a escribir sobre su experiencia en tanto homosexual. No se sintió, en principio, preparado para ello. ¿Por qué? «Era algo sobre lo que parte de mí seguía incómodo, tímido y melancólico», dice. Pero, además, las leyes contra la sodomía (aquellas que encerraron y condujeron al suicidio por ejemplo a Alan Turing) permanecieron vigentes hasta principios de los noventa, aunque no se aplicaban desde mediados de los sesenta. Y sabemos que la ley, aunque sea letra muerta (o sea letra idiota como en el caso nacional) pesa.
Tóibín cuenta que solo pudo acercarse al delicado asunto a través de las obras notables de un conjunto de autores a los que admiraba sin saber que habían sido homosexuales, y no lo sabía porque esa condición fue acallada pública y a veces privadamente. Por eso dice:
«Este es un libro sobre figuras gays para quienes, mayoritariamente, ser gay parece relegado a un segundo plano en sus vidas públicas. Pero en sus vidas privadas, en su propia alma, las leyes del deseo lo cambiaron todo. La lucha por una sensibilidad gay empezó siendo una lucha intensamente privada».
Como la suya, podríamos decir.
¿De qué autores se ocupa? En realidad, no son solo escritores, y son nueve sobre los cuales profundiza, aunque menciona a muchos otros. Ahí está, por supuesto, Oscar Wilde, y también Roger Casement, Thomas Mann, Elizabeth Bishop (la única mujer), James Baldwin, Thom Gunn y Mark Doty, pero también el pintor Francis Bacon y el director Pedro Almodóvar. Lo interesante es que Tóibín considera su libro «una tímida historia de progreso». En efecto, traza las historias de los autores enhebrándolas con un marco social que ha favorecido la apertura y la aceptación de la comunidad LGBTIQ+. Una aceptación y una apertura que, por supuesto, han tenido un impacto favorable en la economía y el bienestar, es decir el desarrollo, de determinados países. Es bueno recordarlo ahora, cuando en el Perú continuamos en tiempos oscuros, y pretenden conculcarnos lo poquito logrado.
Le novia
Mucho más reciente, de hace cinco años, es el libro de Cristina Domenech con el irreverente título de Señoras que se empotraron hace mucho.
Cristina Domenech. Foto: yellowbreak.com
El concepto es esencialmente el mismo que el de Toíbín: perfiles, retratos, en este caso de lesbianas que realizaron obras destacadas. Sin embargo, por tratarse de mujeres, sus figuras, sus vidas (y menos sus obras) han sido bastante silenciadas (cuando no completamente invisibilizadas) por parte de los historiadores de sus respectivas disciplinas. Esta situación doblemente problemática compromete a Domenech, le concierne, le importa. Porque así es su generación (felizmente). Domenech, nacida en Málaga en 1987, es una millennial especialista en literatura desde una perspectiva queer. Y en la Introducción cuenta cómo surgió este libro, muy acorde con los tiempos: por Twitter. Unos cuantos posteos sobre el tema (unas señoras que se empotraron hace mucho) le reportaron, de pronto, miles de seguidores en 2018. Resultó, para su sorpresa, que el asunto le importaba a más gente de la que creía. ¿Por qué? Domenech no plantea una explicación. Quizá sea simplemente que todo lo referido a las mujeres importa ahora (lo cual molesta aquí a tantos incels), en tiempos de convicciones feministas, en especial por parte de las nuevas generaciones (millennials y centennials, gentes tanto mejores que las generaciones precedentes).
Justamente desde esas convicciones feministas escribe Domenech, decidida a mostrar a las mujeres borradas de la historia o conservadas muy a medias, y que, al mismo tiempo que desafiaron usos y costumbres (desde el matrimonio hasta la falda), y cultivaron el amor lésbico, trazaron una obra relevante, muchas veces de manera anticipada a los hombres que luego fueron celebrados por «sus innovaciones». Este doble compromiso de la autora la conduce a ser exhaustiva: aborda la historia de diecinueve lesbianas, no pocas, en un periodo que va desde el siglo XVII hasta el XX. También recoge, como Tóibín, y quizá siguiendo su modelo, el marco social en el que se desenvolvieron. Pero sobre todo se empeña en reconocerles su vida íntima, como diciendo que no existe razón válida para esconderla y que solo integrándola a su obra (menos pero también silenciada) seremos capaces y dignos de recordarlas.
El estilo de Domenech, desde el título, es irreverente, coloquial y desafiante. Escribe con humor y soltura. Esto, así como puede ser su mayor virtud, también es el punto donde a ratos flaquea, porque termina más interesada en el efecto actual que puede producir el dato sublevante, abordándolo desde la ironía o el sarcasmo, antes que en exponer la injusticia que se encuentra detrás, y que produjo dolor y sufrimiento, es decir, a fin de cuentas, tragedia.
Con todo, Domenech jamás aburre, lo cual es por sí mismo un enorme logro. Para más señas, este libro ha alcanzado gran éxito en ventas, al punto que tiene una segunda parte.
Invitación a la boda
Búsquenlos y léanlos. Y feliz mes del Orgullo, sin miedo y con libros.
Colm Tóibín (2001). El amor en tiempos oscuros y otras historias sobre vidas y literatura gay. Madrid: Taurus, 2003. 280 pp. Título original: Love in a Dark Time and other Explorations of Gay Lives and Literature. Traducción de Ivor Rubio Tamplin.
Cristina Domenech (2019). Señoras que se empotraron hace mucho. Barcelona: Plan B.