Carla Valdivia: “Hacer teatro es una forma de hacer poesía”

 

Hace unas semanas, la actriz, directora y dramaturga Carla Valdivia, presentó su primer libro de poesía “Una casa que no existe” (Vallejo & Co., 2022), ópera prima que nos ofrece una cartografía que nos conduce por temáticas sobre la madre, el núcleo familiar, la muerte, el cuerpo y toda esa parafernalia cruda y dramática que envuelven estos temas. “Cuando comencé a hacer teatro no podía poner en palabras que era eso que me capturaba de la escena. Después me di cuenta que el buen teatro está construido de pequeñas capas sobrepuestas que en su profundidad contienen toda nuestra humanidad, y ahí está la poesía”, señala en la presente entrevista, la creadora escénica, escritora de poesía, teatro y guion, Carla Valdivia.

-Carla, Una casa que no existe es un poemario cuya cartografía es rica en imágenes y metáforas. Sin embargo, la madre nos asalta de manera constante y desde diversas miradas. ¿Qué nos puedes decir al respecto?

-La madre es esa mujer que nos ha dado la vida, de la que alguna vez fuimos parte. A mí me llamaba la atención esta idea de la madre como una mujer que lo daría todo por sus hijos, que se quita el pan de la boca para que sus hijos no pasen hambre. Eso que se da por sentado porque las madres tienen que siempre quitarse el pan por sus hijos. Creo que esa abnegación es una decisión y que una madre es también una mujer que siente, que tiene deseos que van más allá de esos hijos que ha tenido. Una vez, una mujer que cargaba a su hijo entre brazos me dijo que, si en ese momento hubiera podido retroceder el tiempo, hubiera preferido no tener a su hijo. Me impactó en ese momento, pero comprendí que ser madre era una decisión muy grande. Los hijos, buscamos en nuestra madre un lugar seguro al que volver cuando el mundo nos asusta, y a veces eso no sucede, no se da, porque las madres también son aprendices de vida. Ahora me pregunto…¿Cuál es el lugar al que corren las madres cuando se asustan del mundo?

-El hogar, el núcleo familiar y sus carencias. El hambre y la necesidad de escapar nos lleva por una etapa vital en nuestras vidas: la infancia. ¿Por qué la necesidad de ponerla en el tapete, de hablar sobre ella y sus recovecos oscuros, claros?

-Nuestra infancia es una etapa fundamental en la que empezamos a comprender el mundo, donde nos ilusionamos y nos decepcionamos. Yo escribo de mi infancia porque siento que hay mucho material sensible de aquellos tiempos en que fui niña. Si en ese momento mi voz no se hacía escuchar, ahora le doy lugar a esa niña que fui para que encuentre su lugar en el mundo, que se haga fuerte y sepa que está acompañada siempre.  Fuera de eso, me da la impresión que muchas veces la infancia se nos vende con colores pasteles, y con muchas canciones dulces, sin embargo, la infancia es mucho más que eso. Yo considero que los niños y niñas son receptivos, sensibles e inteligentes y hay que estar atentos a sus voces y a lo que les toca atravesar. Fue en mi infancia en que aprendí a posar mi mirada, a poner foco en la poesía que siempre está presente en lo cotidiano.

-El cuerpo es atravesado por infinitos momentos de vida incluso por su paso por tierras lejanas y recovecos limeños. ¿Cómo sobreviven nuestros cuerpos ante toda esta parafernalia de vivencias?

-Siempre me ha gustado ver fotos mías y fijarme como he ido cambiando a través del tiempo. Cuando me veo en mis fotos de pequeña siento una mezcla de tristeza y alegría. Me gusta pensar que alguna vez fui ese cuerpito pequeño, y así, mi mirada viaja sobre esas transformaciones que han ocurrido, pero aquí estoy ahora y contengo esas multitudes en mi interior. Yo creo que nuestro cuerpo es nuestra demostración más clara de resistencia, de demostrar que existimos, que somos. Creo que nuestro cuerpo sobrevive porque vive en constante pelea, en constante aprendizaje. Nuestro cuerpo es fuerte y resistente.

-Es inevitable hablar de la muerte que aquí también está presente. Todo es un sueño. Nuestra niñez, nuestra familia, nuestra juventud. Una casa que no existe en suma recoge nuestra propia existencia con todo lo que ella representa, ¿no?

-A los siete años, una noche en mi cama, me hice consciente de que todos íbamos a morir algún día. Ese fue un momento muy duro. No pude dormir bien esa noche, ni muchas otras. Me costaba entender lo doloroso que me resultaba perder a alguien o dejar de vivir. Me costaba pensar en otra cosa. Ahora, hay días en que me da mucha ansiedad esta misma cuestión, entonces, trabajo mucho en no enfrascarme. Intento no tener miedo, porque la vida tiene como requisito la muerte. «Una casa que no existe» es poder decir: esto que me atravesó ahora soy yo, el amor, el dolor, la muerte…Toda esta historia me contiene. Para mí, no existe esa casa segura más que dentro de ti misma, atravesada por todo ese entendimiento de que la vida es en realidad, cambio constante. No hay nada seguro. 

-Finalmente. Se dice que el teatro es poesía. Desde tu experiencia como dramaturga, guionista y poeta. ¿Qué nos puedes decir al respecto?

-Para mí hacer teatro es una de las formas de hacer poesía, siempre que trabajo en una obra intento trabajar sobre estas imágenes que sostienen la obra, rebusco para encontrar esas figuras poéticas, esas metáforas, que la sostengan y la engrandezcan.  Cuando comencé a hacer teatro no podía poner en palabras que era eso que me capturaba de la escena. Después me di cuenta que el buen teatro está construido de pequeñas capas sobrepuestas que en su profundidad contienen toda nuestra humanidad, y ahí está la poesía. 

Sobre Carla Valdivia

Creadora escénica. Escritora de poesía, teatro y guion. Se desenvuelve en el medio teatral como directora, dramaturga y actriz. Ha escrito obras como Ofelia no estaba loca, La mujer y el mar, Nacer, entre otras. En el 2021, fue guionista del programa Pequeña Galaxia para Canal IPE.  En el 2022, dirigió Ofelia no estaba loca y El collar de Airam Galliani, además, fue asistente de dirección en Trucos para ver en la oscuridad de Mariana de Althaus y de la obra Aquellos dos de Luna Lunera. Este año publicó su primer libro Una casa que no existe. Actualmente, continúa con su formación en Comunicación audiovisual.