La escritora e investigadora peruana Bethsabé Huamán, presentó su interesante libro Hijas del horror: Rocío Silva Santisteban y Regina José Galindo. Mujer, testimonio y violencia en la poesía y la performance (Hipatia Ediciones, 2024) en el cual aborda la representación de la violencia sexual desde la voz de la mujer en el poemario Las hijas del terror de Rocío Silva Santisteban, y en Mientras, ellos siguen libres y La verdad, performances de Regina José Galindo. Ambas obras utilizan los testimonios vertidos tras los conflictos armados internos en Perú (1980-2000) y Guatemala (1960-1996) como herramientas discursivas, donde la voz poética y el cuerpo performático adquieren una función testimoniante de la violencia sexual que sufrieron las mujeres indígenas.
Lima en Escena charló con la autora al respecto.
– Bethsabé, antes de charlar sobre tu libro desearía hacerte una consulta. Acuñas también la expresión “Yo si te creo” …
– ¡Claro que sí! Le doy fe totalmente a esta campaña. Justamente, parte de este libro apunta en la dirección de dar herramientas a la sociedad para creer en la voz de las mujeres, en su sabiduría, en su palabra, en lo que tienen que decir y compartir. Me interesa trabajar con autoras que están en esa línea, en esas búsquedas y aportar todas y todos desde nuestros campos a evitar que se continúen con la violencia de género. El tema de la violencia contra las mujeres, los feminicidios y sus muertes parte de no darle autoridad a la mujer, a su voz, a su cuerpo, a su experiencia de vida, a su posición frente al mundo. Me interesa propiciar un cambio en la concepción simbólica que se tiene sobre la mujer en la sociedad.
– La comunidad artística, hablo de las actrices, bailarinas, escritoras, cineastas, entre otras, se suman a las luchas de los diversos colectivos feministas y ponen su cuerpo a través de sus actos performáticos. ¿Es posible cambiar la nociva cultura patriarcal con estas acciones?
-Sí. A través del trabajo del cuerpo compartido nos solidarizamos con las mujeres víctimas de violencia de género y se crea también una cadena de lucha a través del cuerpo. Las artistas y las mujeres en general ponen su cuerpo para alzarnos y luchar contra un patriarcado sin cuerpo. Precisamente, la concepción simbólica del patriarcado es justamente asumirse ángeles asexuados, sin duda, una concepción abstracta. En esa fantasía de ser una mente sin cuerpo se invisibiliza su ser hombre.
– Rocío Silva Santisteban y Regina José Galindo, la primera escritora y la segunda performer, a través de sus obras han interpretado a víctimas de violencia de género. ¿Cómo surgió la idea de trabajar sobre las obras de ambas?
-Rocío Silva Santisteban es una autora con la cual vengo trabajando desde hace algunos años. Concretamente recuerdo una de las ediciones de “Canto a la vida” -hablo de la década de los ochentas- en donde las poetas de esos años hicieron un recital. En esta actividad participaba Rocío. Me impactó su poética y la de sus compañeras. El nudo de su lírica era justamente el cuerpo. Estas voces nos decían mucho. Por otro lado, me desagradaba como cierto sector de intelectuales pretendían reducir el trabajo poético de estas autoras con el rótulo de “poesía erótica”. Desde ese momento deseaba trabajar con la poética de Rocío y de las poetas de esa década. Era una tarea pendiente. En el caso de la performer guatemalteca Regina José Galindo fue a través de una clase que decidí estudiar su trabajo. Me llamó la atención su performance “Perra”. En este trabajo artístico ella escribe en su pierna con una navaja. Me interesó justamente la letra, el elemento palabra. Al empezar a estudiar sus obras descubrí el tema de la guerra en Guatemala. Este hecho, nefasto por decir lo menos, tenía protagonismo en su arte. Fue, a partir de estas investigaciones de sus performances que encontré un hilo conductor entre éstas y la obra poética de Rocío Silva. Y, claro, el elemento común es el cuerpo. Es más, me sorprendió este parentesco entre el trabajo de ambas. Me pareció de una riqueza admirable este diálogo entre ambas artistas y sus particulares disciplinas. Regina es poeta también y Rocío es activista.
-El trabajo artístico de ambas es tal vez una forma de contribuir al cambio de esta ideología de la violencia impartida por esta sociedad patriarcal…
-Deseo pensar que sí. Sin embargo, considero que es un tránsito, un proceso. No se que tan cerca o lejos estemos de ese objetivo, pero estos trabajos suman. Permíteme explicar que Regina no se considera una artista activista. En Guatemala las activistas pasaron y pasan por actos de persecución política atroces. Ella trabaja con libertad y por respecto a las activistas caídas no se define activista.
-Incluso las matan…
-Por supuesto. En el Perú también. En estos últimos tiempos se han asesinados a las activistas medioambientales…
– Bethsabé, más allá de tu labor como académica, ensayista, investigadora, está también la de activista. Es mi percepción…
-Soy activista desde una posición clara: no parto de una objetividad abstracta. Apoyo e investigo a mujeres, me interesa difundir el pensamiento de las mujeres porque entiendo el desenvolvimiento de la sociedad desde una posición histórica en donde la mujer ha sido largamente marginada. Desde el período de la modernidad la mujer es violentada, apartada, invisibilizada, especialmente la mujer indígena. Contribuyo con un granito de arena para que las mujeres indígenas dejen de ser las más oprimidas y marginadas en nuestro país, un país cuya población en su mayoría justamente es indígena.
– “El Perú es un país colonial y mojigato”, dice con frecuencia Carmen Ollé, nuestra máxime escritora. Coincides con esta frase…
-Concuerdo plenamente con esta frase cuyas características se acrecentaron notablemente en estos últimos años. Lo observamos en el Perú y de manera global. En Estados Unidos, por ejemplo, se puso fin a la protección del derecho al aborto. La actual coyuntura política y social nos demuestra estos grandes retrocesos como sociedad. Se incrementó de manera cruda el racismo, la censura a libros, a artistas, a activistas. Esta expresión a la que alude Carmen Ollé cobra fuerza de manera preocupante.
Sobre el libro
¿La literatura puede promover la justicia? Esta pregunta que Kimberly Nance enuncia y responde afirmativamente podemos extenderla al arte en general. Enmarcada en las tendencias éticas y solidarias de las ciencias sociales y humanas, en este libro se aborda la representación de la violencia sexual desde la voz de la mujer en el poemario Las hijas del terror de Rocío Silva Santisteban, y en Mientras, ellos siguen libres y La verdad, performances de Regina José Galindo. Estas obras utilizan, respectivamente, los testimonios vertidos tras los conflictos armados internos en Perú (1980-2000) y Guatemala (1960-1996) como herramientas discursivas, donde la voz poética y el cuerpo performático adquieren una función testimoniante de la violencia sexual que sufrieron las mujeres indígenas.
Esta investigación interdisciplinaria se nutre de la teoría literaria, de los estudios de performance y del arte de la memoria desde un enfoque de género. Analiza las herramientas discursivas utilizadas por las artistas para representar la violencia, con la finalidad de que el público o el lector se comprometa con el punto de vista de las mujeres. Así, este libro busca establecer mecanismos discursivos que se alejen de la fascinación de la violencia contra la mujer y que nos acerquen a una conciencia política llamada a detenerla.
Sobre Bethsabé Huamán Andía
Ph. D., escritora e investigadora. Es catedrática en la Universidad de Saint Catherine (Minnesota, Estados Unidos). Se doctoró en Literatura y Cultura Hispana por la Universidad de Tulane (2019) y obtuvo una maestría en Estudios de Género por El Colegio de México (2007). Es especialista en teoría feminista, poesía y performance. En la actualidad, investiga representaciones de la violencia en diversos medios artísticos en América Latina. Ha publicado numerosos artículos académicos en español e inglés, y ha sido coeditora de las revistas Dedo Crítico (Lima) e Imanhattan (Nueva York). También coeditó la edición crítica Esta mística de relatar cosas sucias. Ensayos en torno a la obra de Carmen Ollé (2016). Ha escrito y coordinado números temáticos sobre cine en Con la A, y actualmente dirige el blog Asuntos circunstanciales.
Como escritora creativa, recibió una MFA en Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York, y ha publicado los conjuntos de relatos Sábado pm (2003), Memento mori (2009) y La oscuridad del sombrero (2018).