Roxana Crisólogo ha llegado a la cima de la montaña, puede ver, ella ahora sabe. Ni siquiera las manos ayudan en este caso: “digo árboles con las manos, pero aún no hay árboles…” ¿Fue este quizá el dilema de la renuncia literaria de Rimbaud? Tal vez sí o tal vez no, señala nuestra columnista Carmen Ollé, en su presente artículo sobre el nuevo título Donde dejar tanto ruido (Álbum del Universo Bakterial, 2023) de la citada escritora peruana
Por: Carmen Ollé
La escritora argentina Ariana Harwicz sostiene que ninguna obra se forja sin el ruido de una época: “sean los cañones, sean los incendios de una revolución o sean las guillotinas o los campos de exterminio o las cruzadas, la guerra de religión o el catolicismo o la Inquisición. No hay manera de que no entre.” [i]
Donde dejar tanto ruido (Álbum del Universo Bakterial, 2023) de Roxana Crisólogo logra exactamente lo que enuncia Harwicz. A través de los versos de largo aliento, del tono -que va de los sonidos graves a los más agudos-, así como en el lenguaje coloquial y la ambientación callejera del texto dedicado a Sonia Susuki -que abre el libro de Crisólogo-, cómo no recordar algunos poemas emblemáticos de Jorge Pimentel y Enrique Verástegui en Kenacort y Valium 10 (1970) y En los extramuros del Mundo (1971), respectivamente. Roxana apuesta en aquel por una aproximación a la poética integral de Hora Zero más que por la poesía esencial y económica que predominó en los años noventa en el Perú.
Este primer poema le habla a la amiga del barrio; juntas soñaban con viajes remotos cuando aún no existía África en el imaginario de estas jóvenes limeñas. Sin embargo, no es un canto nostálgico, nada más lejos que eso -aunque hay un término mágico en portugués, rico en evocaciones: saudade-, que representa algo distante, aquello que nos gusta y nos hace falta. En el texto dedicado a Susuki, se trata más bien de volver la mirada a la casa paterna enclavada en el árido desierto limeño, allá por los años ochenta, época del conflicto armado entre Sendero Luminoso y el Estado peruano.
Dónde dejar tanto ruido se engarza con fuerza en la naturaleza, porque la poeta es también naturaleza, capaz de sentir la herida de las plantas: “Si digo árboles y no concreto árboles /es porque dejaron sobre la tierra hoyos tan profundos/debo excavar hasta tocar el nacimiento/de la herida…”
El misterio de la poesía radica en este verso sin terminar: “Si digo árboles y no concreto árboles…” si bien la estrofa continúa, lo que se oculta entre líneas es lo imposible de la creación física de los árboles mediante cábalas o palabras cifradas. Y ello se convierte en furia, porque “no hay suficiente agua en el lenguaje” para reverdecer las bayas.
Roxana Crisólogo ha llegado a la cima de la montaña, puede ver, ella ahora sabe. Ni siquiera las manos ayudan en este caso: “digo árboles con las manos, pero aún no hay árboles…” ¿Fue este quizá el dilema de la renuncia literaria de Rimbaud? Tal vez sí o tal vez no.
Pero este libro y su autora se mueven como en toda la obra -ya significativa en diversos títulos- de Roxana Crisólogo, quien no solo es activista y promotora cultural sino una gran viajera. Sus poemas viajan como ella por muchos países, avanzan en bicicleta o en bus, eppur si muove ¿no Galilei? Pero no son solo turistas o mochileros o migrantes los que vemos en la ruta, sino animales en peligro de extinción: abejas, avispas, pájaros.
Y claro, el amor no podía faltar, el amor en su estado original en el poema “Me he enamorado del chico que conduce el tractor para remover la nieve”; sin verle la cara, sin que ella, la mujer, le devuelva la mirada, solo “la suave mirada del cemento”; hermosa humanización de las cosas. Tan solo un trazo de aquel rostro ignoto, un trazo de ojo, el izquierdo. Bellísima metáfora del amor en estado químicamente puro.
Donde dejar tanto ruido es un libro exuberante por su temática, ya que cruza la política global, los prejuicios, las ideologías conservadoras, la cotidianeidad, pero con una delicada mano que se alza para decir stop al mal, paren de jurar en vano, de ser “el enemigo encubierto entre las flores”, como apunta en “La arpillera” el último poema de esta estupenda publicación, que curiosamente alude a un tejido de estopa con el que se cubren las cosas del polvo, una alegoría formidable sobre los movimientos sociales y la represión policial.
[i] Entrevista a Ariana Harwicz El ruido de una época (Gatopardo, 2023) por Aloma Rodríguez, 2 octubre 2023, disponible en <Libres [email protected] a través de gmail.mcsv.>