En este mes de marzo en medio de la pandemia aún, por su temple, constancia y fuerza es urgente hablar de Sara Joffré, dramaturga, directora, crítica de teatro, editora, traductora, investigadora, actriz, poeta, gestora de proyectos teatrales y una de las figuras más importante de las artes escénicas locales del Siglo XX. Justamente, el destacado actor, dramaturgo, director e investigador Diego La Hoz, escribe sobre su maestra y amiga
Escribe: Diego La Hoz
Recordar a Sara Joffré siempre es una ofrenda para nuestro oficio. Mucho más significativo ahora que se abren los teatros para volver luego de dos años de encierro sanitario. Debo confesar que sus conversaciones, sus frases icónicas y su inagotable capacidad para adaptarse a cualquier situación fueron un gran soporte para mí en esta dolorosa letanía de obituarios.
Los grandes maestros y maestras del teatro contemporáneo han asumido un compromiso con su oficio desde la reflexión atenta de aquello que practican hasta la idea de convivir con un arte que nos reúne para que “algo pase” en su interlocutor y viceversa. La Muestra de Teatro Peruano (MTP), fundada por Sara en 1974, es un claro ejemplo de esto. Siendo el evento teatral más importante de nuestro país no ha perdido continuidad y ha sabido mantenerse vigente a pesar de las adversidades. Las versiones regionales de la MTP se han realizado durante el 2021 para llegar en agosto de este 2022 a La Nacional en la ciudad de Arequipa. Es muy alentador que los cargúyocs respectivos no hayan caído en el desánimo de la tragedia política. Eso confirma -una vez más- que la MTP es un encuentro de colectivos teatrales que depende únicamente de la suma de voluntades de sus participantes. Sin embargo, es difícil no hablar de lo que significa cultura para un país que parece mirar para otro lado o solo la valora desde su función mercantilista.
La palabra cultura está referida en su definición primigenia al cruce de las palabras “cultivo” y “crianza”. Por un lado, aquello que está vinculado a la tradición y por el otro a la siembra. Una prolongación de conocimientos que se entrelazan y asocian para darle continuidad a una serie de principios en aquello que llamamos civilización. Este conjunto de conocimientos que se trasladan, relacionados al sentido más puro de la educación, no tendrían razón de ser sin el desarrollo de un juicio crítico. Este, no solo responde a la depuración de un pensamiento a favor de una adecuada adaptación al entorno, sino también a la posibilidad de entender “lo crítico” como una forma de afrontar las crisis naturales del proceso de la vida. En definitiva, la cultura agrupa tradición, educación y elementos de juicio crítico que permiten avanzar en la propia historia y hacerse parte de ella. La Muestra de Teatro Peruano, más allá de su carácter festivo, es un ayni de convergencias que nos pone a trabajar para el bien común. Nos confronta y celebra lo diverso.
Sara Joffré ha construido un lugar revolucionario, y único en el mundo, para pensarnos como sociedad plural. Una oportunidad para ejercer en democracia (tan venida a menos) nuestro derecho a la cultura en su máxima expresión. Hoy más que nunca es necesario invocarla. Traer su infinita sabiduría y simpleza para que nos vuelva al camino con esperanza. Tampoco podemos olvidar los cientos de textos de dramaturgia peruana que ha publicado desde que fundó Homero Teatro de Grillos en 1963 y que luego continuó con la Revista Muestra durante catorce años. Sara, hasta el final de su existencia, nos regaló momentos dinámicos para crear, ocasiones para accionar más allá de las fronteras mentales y ninguna razón para usar coronas. Constantín Stanislavski resume su filosofía de vida diciendo que “el artista es un servidor público, mensajero de factores de elevación, dignidad y nobleza”. Sara lo sabía mejor que nadie.