Esta noche la autora participará en el recital poético Playlist Nro. 1 de poesía en el Cous Cous/Calle Bolívar 164 – Miraflores… ¡Están todos invitados!
Después de cumplir con una nutrida agenda de actividades literarias en el Festival Internacional de Poesía de la Ciudad de México, la poeta, promotora cultural, y viajera eterna Roxana Crisólogo, se encuentra en Lima. Hace unos días concluyó una serie de presentaciones en las ciudades de Arequipa, Puno y Cusco.
Radicada en Finlandia desde hace más de dos décadas, la escritora peruana es además fundadora del proyecto de literatura multilingüe Sivuvalo cuyo objetivo es promover y hacer visible en Finlandia la literatura escrita en lenguas distintas al finés y el sueco.
Entre sus libros publicados destacan: Abajo sobre el cielo, Animal del camino, Trenes, entre otros. Asimismo, parte de su obra ha sido traducida al finés, danés, sueco, alemán portugués, noruego e italiano. En breve, se publicará la antología en italiano Sotto sopra il cielo (Abajo sobre el hielo), de los antologadores Alessando Seri y Tizziana Pucciarelli. Este título recoge algunos trabajos recientes de Crisólogo.
Para hablar al respecto Lima en Escena charló con la destacada autora. Fotos: Lima en Escena.
-Roxana, hace poco participaste en el Festival Internacional de Poesía de la Ciudad de México, posteriormente realizaste algunas lecturas de tus trabajos en Arequipa, Puno, Cusco… Ahora te encuentras en Lima ofreciendo algunos recitales.
-Sí… Gracias a una beca que me otorgó el Consejo de Arte de Finlandia pude visitar y participar en este festival internacional y concretar un proyecto referido a temas de investigación y cooperación con trabajos similares en países como México. Más allá de estas búsquedas, el objetivo de este proyecto es conectarlo con los proyectos de promoción de la literatura escrita por inmigrantes en Finlandia y en los países Nórdicos. Asimismo, ver qué espacios se pueden abrir para que estos poetas participen en este tipo de eventos literarios. Deseamos crear lazos, vínculos e intercambios.
-En México representaste a Finlandia, país en donde resides y desarrollas un intenso trabajo de gestión cultural en el campo literario.
-No necesariamente un finlandés originario puede representar a Finlandia. Como peruana que además tiene nacionalidad finlandesa puedo representar al citado país como si hubiera nacido ahí. Representar a Finlandia y al Perú es parte de mi identidad transnacional. Precisamente hace unos días estuve presente en el Festival Internacional de Poesía de la Ciudad de México, en la Feria Internacional del Libro en el Zócalo de la Ciudad de México, entre otros. Mi participación fue específicamente en programas de traducción, eventos multilingües. Estuve presente en recitales en donde los poetas leen en su lengua materna y en las lenguas en las que su poesía ha sido traducida. Fue una experiencia integradora.
– ¿Habrá intercambio cultural entre Finlandia y Perú?
-En México existe un punto de vital importancia. Su sistema de becas y la promoción de sus autores es parecido a lo que existe en los países Nórdicos. Hicimos el enlace para trabajar en cooperaciones futuras. No puedo decir lo mismo del Perú. El tema de becas o de intercambio cultural es un desafío enorme. Es complicado. Aquí no existen becas o bolsas de viaje como sí las hay en México. ¿Cómo podemos hacer un intercambio cultural o de cooperación con un país que no tiene un festival de poesía oficial? No sabemos cómo conectarnos. No existen los canales de apoyo e intercambio cultural oficial.
– Sin embargo, hace unos días participaste en una lectura y mesa de diálogo en Arequipa.
-Antes de viajar al Perú hice planes para visitar Arequipa en donde me contacté con Martín Zúñiga, uno de los gestores culturales más importantes de esta ciudad. Se hizo un evento de poesía en la Biblioteca Mario Vargas Llosa y también charlamos sobre futuros intercambios de cooperación entre Finlandia y Arequipa.
– ¿Cómo te fue en Puno?
-En Puno fue grato encontrarme como una riquísima comunidad poética. Autores y autoras que destacan. Algunos ganadores del Copé. Pude observar excelentes poetas hombres y mujeres. Intercambiar ideas y charlar con los más jóvenes fue fascinante para mí. Pensé quedarme tres días y estuve seis. Me pareció interesante la riqueza de sus discusiones, de su lírica, de su experiencia. Visité el mausoleo de Gamaliel Churata. Estuve “Churateando” por la ciudad.
-Ellos tienen una profunda identidad con su cultura, ¿no?
-Totalmente. Son admirables. Desde hace un buen tiempo trabajan las traducciones al quechua y al aymara de su producción poética. Muchos de estos trabajos son desconocidos en Lima. Observo toda una corriente transcultural, multilingüe, que me dio energía, inspiración. Recordemos que el colonialismo nos hizo monolingües. Esa fue una de las taras que heredamos de la Colonia y que nos replegó en el retraso. Cuando nos reconectamos con la diversidad lingüística descolonizamos nuestra forma de ver al Perú. El Perú nunca fue monolingüe pese a que la educación primordialmente se recibe en español.
-El tema multilingüe forma parte de tus intereses como autora…
-Claro. Mi condición de viajera me permitió compartir con comunidades lingüísticas diversas. Aprendí a saludar en otras lenguas. Algunos idiomas los manejo bien. Toda esta experiencia me enriqueció y activó mi capacidad de aprender otras lenguas. Estoy familiarizada con la comunidad árabe, rusa y persa. Este acercamiento me ha permitido conocer además sus maravillosas tradiciones literarias
-Volviendo a tus rutas literarias. ¿Qué pasó en el Cusco?
-En la ciudad del Cusco pude explorar y conocer a algunos autores. Fue un poco más difícil. En el Cusco no hay una conexión con Lima. Es tremendo. Es una tragedia. Nuestro país está fragmentado, está incomunicado. Cuando viajamos al Perú y visitamos algunas de las ciudades del interior no podemos tener una imagen anatómica global de país. Encontramos cortes, rupturas. Es bello conocer las inmensas regiones que componen el Perú, sin embargo, el panorama de su fragmentación salta a la vista.
-Ahora te encuentras en Lima en donde participaste en un recital y mesa de diálogo con Miguel Ildefonso. Cuéntanos sobre esta experiencia.
-Sí… Finalmente llegué a Lima. Gracias a la invitación del poeta Miguel Ildefonso participé en un recital y mesa de reflexión sobre nuestra poética, nuestros barrios, y todo lo que nos movió en los noventas. Hicimos una revisión de nuestras vidas surgidas en barrios emergentes. Pese al difícil momento que se vivía en el Perú, en los conos aún se bailaba, se pogueaba y se hacía poesía que hablaba de nuestras raíces como migrantes, de nuestros cerros de Lima, de nuestros sueños. Vidas totalmente distantes y ajenas a lo que se veía en la televisión de aquel entonces. Justamente así fue la vida de muchas y muchos poetas que vivíamos en los conos en ese momento.
-Vidas sumergidas en sus propias singularidades, en sus propios conflictos…
-Vidas épicas como el Cantar de Mio Cid, aunque en estos barrios no existió ningún rey. En todo caso, las reinas o las heroínas éramos nosotras que andábamos saltando de barrio en barrio.
-El recorrido de estos poetas noventeros y de conos contemplaba El Agustino como un punto de ruta, ¿no?
-Por supuesto. Nosotros íbamos a los Agustirock, festival en donde el rock subterráneo mandaba. Una época oscura. La era de las explosiones. Siempre teníamos miedo a esa oscuridad que matábamos bailando cumbia, huayno o rock. Una manera de sobrevivir a esta época violenta fue estar de fiesta. Éramos musicales y fiesteros.
-Todas estás vivencias justamente se perciben en sus poéticas.
-Mi poética habla sobre mi origen de inmigrante. Mi familia es migrante. Vinieron a Lima de Cajamarca. Desde chica pensé que estaba en Cajamarca. Tenía una confusión geográfica en mi mente hasta que me di cuenta de que crecía en un desierto. Mi casa en Lima olía a Cajamarca. Los cuyes corrían por nuestros pies. Teníamos mangos, chirimoyas. Recuerdo a mi familia y sus viajes en el camión de frutas de mi abuelo o en los interprovinciales Atahualpa. Ellos entraban y salían de mi casa, migraban también, huían o se escondían.
– Estos viajes familiares te marcaron desde pequeña…
-Soy viajera por naturaleza. Necesito ver con mis propios ojos otras tierras, otras gentes, escuchar otros idiomas. Por mi trabajo debo viajar, es mi destino. Antes viajaba a Cajamarca y me tomaba 12 horas para llegar. Es exactamente el mismo tiempo que me toma viajar de Lima a Ámsterdam. Es extraña esta coincidencia.
-Roxana, Rompehielos es un uno de tus nuevos títulos traducido íntegramente al alemán. De otro lado, estás preparando tu nuevo libro. Podrías contarnos sobre este nuevo título.
-Por medio de una beca que me otorgó el Consejo de Artes de Finlandia cuento con una subvención económica gracias a la cual escribo mi nuevo libro. Me siento privilegiada de poder escribirlo en mi lengua materna, el español, y no tener que fingir que puedo escribir en finlandés o sueco. Eso sería traicionarme a mí misma. El título del libro es La Belleza. Este libro cierra una serie de interrogantes que me hacía cada vez que me miraba en el espejo y me costaba decir quién soy. En este ínterin recordaba mi niñez, mi vida como viajera. Me acordaba de mi madre cargando baldes de agua para que nos bañemos. Para que nos saquemos ese polvo que parecía estar en todas partes y que nunca nos abandonó en el entonces desierto de San Juan de Miraflores. A mis hermanas y a mí nos decían cajamarquinas feas, sucias … El libro habla un poco de todas estas experiencias.
-¿Qué papel juega tu mamá en este nuevo libro?
– Ella fue un personaje único, potente. Hablo también de la violencia política, un tema que atraviesa todos mis libros. De la discriminación, de la exclusión. Abordo estos temas desde la poesía. Es un recorrido por todos los espacios que recorrí y recorro. Mi nuevo libro es irónico, realista y cruel. La crueldad es necesaria en determinados espacios y momentos.
-Seguimos siendo un país colonial, misógino…
– Claro que sí. Crecí en medio de una generación misógina y acosadora. Fue un tiempo en el que me defendí como pude. ¿Cambió esto? Con el tiempo decidimos decirlo públicamente, denunciamos y lo gritamos en recitales, escribimos al respecto. Se cayeron las máscaras de los que pensaban que apadrinaban a las poetas mujeres en los 90.
-Parece que de la violencia política hemos pasado a la violencia de género…
-Hay un profundo odio hacía las mujeres. Siempre existió este odio, este desprecio hacía las mujeres que se resistían y no se doblegaban. En los 90´s coexistimos con los seudos patriarcas de la poesía que se tomaban la atribución de organizar encuentros de poetas mujeres y hacer antologías. Ellos eran quienes organizaban recitales poéticos en donde pretendían manejarnos a su antojo. Eso se acabó. Todo cambió. Seguiremos cambiando.