Román Luján: “Sánafabich es un libro sobre el horror”

 

El reconocido poeta mexicano Román Luján, se encuentra de visita por nuestro país. Justamente, hace unos días en la librería Blanca Varela del FCE Perú presentó su poemario Sánafabich, título que estrena la sección Poesía Latinoamericana del sello independiente Intermezzo Tropical. El aludido libro explora el lenguaje de la frontera sin medias tintas. El poder que ejerce la lengua del Imperio frente a los del otro lado. Un título imprescindible para cualquiera que esté interesado no solo en la poesía sino en el lenguaje como tensión y disputa. Al respecto, charlamos con el autor.

-Román nos presentan a Sánafabich como un título que nos habla de la problemática de la frontera. Sin embargo, observo que tiene más aristas de reflexión. Estamos ante un poemario político que nos grita, nos denuncia asuntos sumamente álgidos: migración, segregación, racismo…

-Los poemas del libro intentan construir una crítica a la forma en que se percibe a los inmigrantes y otras personas consideradas marginales en cualquier país. Vivo en Estados Unidos, así que me enfoco en la manera en que los estadounidenses ven a los inmigrantes racializados, los indigentes, las personas cuya primera lengua no es el inglés, pero esto sólo es una circunstancia geográfica. Si viviera en Francia o el Perú, probablemente escribiría de temas similares. Hablar de marginalidad, explotación, migración, es relativamente fácil porque existe un mercado para ello; sin embargo, no me interesa en lo más mínimo complacer al lector que busca en mis poemas una respuesta inmediata a sus males o sus quejas, sino exhibir —por decirlo de algún modo— la asimetría de las relaciones humanas, los mecanismos de exclusión contra ciertos grupos, las interacciones complejas, intrincadas, ambiguas que ocurren entre una población hegemónica y otras poblaciones que coexisten en un espacio determinado.

– Las y los personajes involucrados en Sánafabich son seres de a pie que deciden ir a “América” a trabajar y en su afán por cruzar la frontera terminan muriendo de la manera más cruda. Este es un tema recurrente de los medios de prensa. Precisamente a través de tu poética nos ofreces también una mirada de estas atrocidades.

-El libro está atravesado por cadáveres. Algunas de esas muertes son resultado de la guerra contra el narco, otras de la migración. En todos los casos, se trata de un sistema económico que desecha, desmenuza, disuelve cuerpos cuando no satisfacen sus necesidades de consumo. Sánafabich es un libro sobre el horror al que nos hemos acostumbrado. En cuanto a la llamada crisis migratoria, considero que la migración es un derecho humano. Es un fenómeno que siempre está ocurriendo, sólo que, en algunos momentos, sobre todo durante campañas políticas, recibe mayor atención de los medios. Lo que me interesa, más bien, es poner un espejo frente a la desensibilización, menosprecio, falta de empatía que nos producen ciertas muertes, ciertos cuerpos.

 -El maltrato a las empleadas del hogar igual es un tema de reflexión poética en tu escritura. En suma, son las grandes minorías vulnerables el eje del libro. Además de denunciar Sánafabich nos interpela y obviamente incomoda a algún estamento de poder. ¿Es una manera de confrontar, cuestionar al poder…? 

-El poema al que te refieres recrea una conversación que escuché en un autobús de Los Ángeles que conecta el centro de la ciudad con una de sus playas más exclusivas. En este autobús suelen viajar muchos inmigrantes que trabajan en casas y negocios de gente rica: jardineros, conserjes, empleadas de limpieza. La vida de las trabajadoras domésticas es el tema más evidente de este poema, pero otro tema igualmente importante es las redes de apoyo, cuidado y transmisión de saberes que las comunidades hispanohablantes en Estados Unidos construyen en espacios como el transporte público.

Por otra parte, sí, la poesía que más me interesa confronta al poder a través de alguna estrategia lingüística sugerente. Hay quienes dicen que todo poema es un acto político, pero no estoy tan seguro de esta idea. Hay poemas bastante apolíticos, escapistas. No es lo mismo Jorge Guillén sosteniendo que “El mundo está bien hecho”, que César Vallejo cuando dice con indignación “¿Cómo hablar del no-yo sin dar un grito?” o el poeta venezolano Miguel James cuando afirma: “Toda mi obra es contra la policía”. 

-En Estados Unidos se burlan de los hispanos que no saben hablar el inglés. En Sánafabich haces un inventario crítico de todo lo que ellos no saben de nuestra lengua y cultura. ¿Es una forma de interpelar sus carencias?

-Como poeta que escribe en español desde Estados Unidos, me parece fundamental revisar el carácter extractivista del inglés en los productos, usos, tradiciones y experiencias de otros ámbitos geográficos y lingüísticos, empezando por las culturas latinoamericanas. El poema que da título al libro está estructurado como una lista de nombres en español de cosas, lugares y personas que el inglés busca incorporar a la cultura estadounidense de manera violenta, eliminando sus rasgos distintivos, sus señas de identidad. De ahí que la palabra guacamole, proveniente del náhuatl, al pasar por la maquinaria extractivista del inglés se haya reempaquetado como guac, mutilando su origen indígena. Este poema es una respuesta sarcástica y furiosa al inglés como instrumento de supresión histórica. Desde hace unos años, he estado pensando en la rabia como motor de la investigación artística, en la incomodidad como poética. El libro entero es un intento por introducir fragmentos de memoria colectiva en español, creando pequeños huecos, zanjas, canales en el inglés como lengua franca del poder.