Además de poeta y librero, Ramiro Vicente ha sido y es productor y manager de reconocidos artistas, músicos y dibujantes latinoamericanos de los últimos tiempos. Los argentinos Kevin Johansen, Liniers y el chileno Alberto Montt, son solo algunos ejemplos. En esta ocasión Lima en Escena charló con el autor de Trilogía de la expansión (Animal de Invierno, 2023), su reciente poemario publicado en Lima, Perú, país con el cual el autor tiene significativos lazos amicales
La Trilogía de la expansión compuesta por los títulos Semánticasur, Incamino, y Distopics, comparte un ritmo musical que invita al lector a desplazarse con los sentidos al máximo. En Semánticasur, por ejemplo, los poemas nos ofrecen las postales de pequeños ritos de la cotidianeidad, con sus vicios, lenguajes, paisajes y frustraciones. Mientras que en Incamino, no solo enfatiza la propuesta, sino que lleva a la figura del viaje más allá, transformándola en elemento protagónico, imprimiendo en su ruta una genuina intensidad, que convierte el espacio en vértigo. Finalmente, Distopics, libro totalmente inédito hasta esta publicación, nos muestra a un artista con las virtudes intactas, pero que toma más riesgos como creador.
Al respecto Lima en Escena charló con el poeta argentino Ramiro Vicente.
Hola, Ramiro. Antes de hablar sobre tu poética, permítenos conocerte más, lo cual nos obliga a formularte preguntas cliché. ¿Por qué optaste por escribir, en tu caso personal, poesía, y abandonar la posibilidad de ser músico?
-Pues soy de los que cree que la poesía es música, así que nunca la he abandonado, aunque no me dedique a ello como músico. Cuando era muy joven y tenía mis primeras bandas con mis amigos, ocupé el puesto de cantante porque nadie lo hacía. Luego me di cuenta que no era bueno cantando, pero que podía escribir buenas letras y que me latía por ahí. Y ese fue el paso natural de escribir canciones a poemas. Dejé de tener bandas y solo me dediqué a escribir y a la literatura, aunque como te decía, sabía que nunca abandonaría la música, siempre estuvo y lo sigue estando, de muchas maneras. Literatura, poesía y música han sido la constante desde chico.
– Hay una estrecha distancia entre la composición musical y la poesía. De hecho, algunos poemas de tus diferentes libros y/o etapas escriturales que componen Trilogía de la expansión me saben a composiciones musicales. ¿Compusiste algunas canciones antes de comprometerte de lleno a la poesía?
-Compuse varias de joven. De hecho, evalué en un momento sumarlas a la trilogía. Pero es un material que está ahí… Y mis poemas me suenan a música, al menos un bajo y una batería siempre. Creo que debería hacer las lecturas de esa manera, con esos dos instrumentos…
Dos poemas de Distopics
-Argentina goza de una rica poesía escrita por mujeres. Alfonsina Storni, Alejandra Pizarnik, Olga Orozco, María Elena Walsh y paro de contar. Las aludo para no insistir en Borges. Si bien tus influencias literarias saltan a la vista en tu poética. ¿Estas poetas te dicen algo?
-Alfonsina y Pizarnik son parte de mi canon. Es difícil que te guste la poesía y no te guste Alejandra Pizarnik. Es única, como Spinetta. A Olga Orozco no la he leído tanto como para ofrecer una opinión. Y de María Elena, mi generación ha cantado sus canciones de niños, la hemos mamado. Creo que aún le falta un reconocimiento mayor en mi país.
– Más allá de tu vínculo con la editorial Animal de Invierno, hay un interés por los poetas peruanos. César Vallejo, Rocío Silva Santisteban. Háblanos de tu relación con el Perú.
-Uf, pues es algo tan hermoso, que no sé como empezar. Todo comenzó en 2006, con mi segundo libro (el primero de la trilogía, Semánticasur), que recibió un premio de una revista literaria que se hacía en la Universidad de Barcelona. Esa revista me invitó, luego del premio, a escribir en uno de sus números que iba a ser sobre literatura peruana. Yo elegí escribir sobre la poesía de Rocío. Me parecía y me sigue pareciendo algo muy novedoso para su momento en Latinoamérica, más que su forma, su sensibilidad joven y femenina, de los 80´, con rock latinoamericano de fondo, y con el caos político y social de nuestros países en esos años. Entonces intenté contactar a Rocío para saber si alguno de sus libros se conseguía en Buenos Aires -solo había leído poemas sueltos en antologías e internet- conseguí un email, le escribí, e increíblemente me respondió al día siguiente, sin conocerme, y muy gentilmente me dijo que sus libros no estaban aquí, pero que una amiga suya vivía en Baires y que seguramente tuviese algunos. Y así me contacto y conocí a Julia Wong, quien no solo me prestó los libros, sino que ese mismo año, dos meses después organizamos un festival poético Perú-Argentina, que incluso trajo a Rocío aquí, con tres días increíbles. Luego, por medio de Julia, que es una gran celestina de amistades, artistas y nacionalidades, empecé a conocer más, a viajar por el Perú, incluso hasta Chepén, a llenarme de amigos y conocidos, a viajar también por trabajo y shows, y así me fui enamorando del país y de Lima y de su gente, y a construir un vínculo con el país que creció con los años, hasta el punto de publicar aquí y no tanto en Argentina.
Poema de Incamino
-Semanticasur, Incamino y Distopics, los tres títulos de la Trilogía de la expansión nos ofrecen un paneo, una cartografía de vivencias, de hechos que van entre lo estrictamente lírico, lo político, lo urbano, lo erótico, lo sexual, lo musical, las metrópolis, la tecnología. ¿Es un mapeo de la vida desde tu ojo observador?
-Hay algo de eso, por eso el título del último libro es Distopics título que le debo en parte al poeta y editor mexicano Sergio Faz, quien me dijo que eran “poemas distópicos”. Pics, fotos, momentos de distopía en un mundo ya distópico… La distancia entre el primer libro y el último es de 18 años, una mayoría de edad, y el mundo se sigue viendo igual de oscuro…
– ¿Qué te permite la poesía que no te permite la música?
-A mí me gusta el lenguaje, la palabra, y poder jugar con eso. Nunca estudié música, solo me atreví a cantar. Pero entendí que mi forma de expresarme era a través de las palabras, a veces acompañado de música, pero también sin instrumentos, aunque los pueda tener en la cabeza. Por otra parte, la música se ha convertido en mi trabajo en otro aspecto, y en ese sentido, la poesía es un espacio de absoluta creación y libertad. Ese es mi resguardo. Mi arte es la poesía, fue una buena decisión optar por ella.
Dos poemas de Semánticasur
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