Era apenas una niña cuando a escondidas empezó a tocar la guitarra de la popular compositora e intérprete huachana María Luisa Rivera, su mamá. Paralelamente, cantaba. De esta anecdótica experiencia pasaron algunas décadas. Aquella traviesa niña, es hoy la cantante, compositora y educadora musical Marty Torres, una artista independiente cuya apuesta por la música peruana y latinoamericana con ritmos contemporáneos la ubican entre las cantautoras contemporáneas más interesantes. Foto de Portada: Cristian Castillo Taboada
Recientemente, Marty Torres musicalizó algunos poemas de Blanca Varela (2023) y entre sus composiciones más resaltantes se encuentran: “Sé Que”, interpretada por Nicole Pillman (2021); “Mujer, alma y ternura”, reconocida en el IV Festival de Música Nativa-Cusco (2020), entre otras más.
Justamente, en el marco del Festival de Cantautores que organiza el Centro Cultural de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, se presentó e interpretó sus composiciones en vivo. Razones de sobra para charlar con la popular cantautora peruana.
– Marty, escuchar tu música y saber de la trayectoria artística de tu mamá como compositora y cantante me lleva a preguntarte: ¿tu vena artística la heredaste de tu madre?
-Empecé en la música desde pequeña. Heredé esta vocación por parte de mi madre, María Luisa Rivera. Ella, nació en la ciudad de Huacho y allí desarrolló su actividad musical como compositora y cantante criolla. Asimismo, se presentó en varias ocasiones en Lima en programas de radio y televisión del Canal 7 y Canal 5 de la época. Hablo de los espacios “Los criollos somos así”, “Danzas y canciones del Perú”. Desde que estuve en el vientre materno -pienso- escuché este género de música que ella interpretaba. Absorbí y amé la música peruana, y otros géneros musicales también, porque mi madre amaba la música en general. Este fue mi primer contacto con la música y definitivamente, es una herencia materna.
-Además de componer e interpretar tu música tocas instrumentos como la guitarra, el cajón. ¿Estas prácticas musicales surgieron en tu infancia?
-Sí. En realidad, desde niña tuve facilidad para aprender a ejecutar algunos instrumentos musicales. Recuerdo una anécdota. Mi madre guardaba su guitarra dentro de un ropero bajo llave. Un buen día la descubrí y, sin que se diera cuenta, fui aprendiendo a tocar mis primeros acordes en su guitarra. Todo este proceso inicial fue de forma autodidacta. Tenía menos de 7 años ¿te imaginas?, ¡la guitarra era más grande que yo! Todos en casa se sorprendieron y algunos amigos de la familia preguntaban quién me había enseñado a tocar. Fue de esta manera que mi oído musical se fue entrenando y mi lado artístico se desarrolló poco a poco. Hubo momentos en los cuales me pedían tocar o cantar en alguna actuación en mi colegio. Mi madre me permitió el privilegio de acompañarla porque tenía facilidad para sacar las tonalidades de las canciones.
– ¿Tu madre es tu mayor influencia?
– ¡Así es! Fue, además, una gran influencia porque me sugería conocer la música de cada país, pero, sin dejar de amar lo nuestro. Me sugería investigar y conocer los diversos géneros musicales, sus compositores e intérpretes más representativos. Saber, por ejemplo, que “El cóndor pasa” es de Daniel Alomía Robles; que “El Plebeyo” es de Felipe Pinglo Alva; que “La flor de la canela” es de Chabuca Granda; que el bello vals: “Madre” es de don Manuel Acosta Ojeda. Mi madre me nutrió sobre la música peruana, latinoamericana y música del mundo. Fue así como mi vida se fue llenando de un hermoso bagaje musical.
Foto: Giuseppe Falla
-Sin embargo, tus registros interpretativos van más allá de lo estrictamente criollo, ¿no?
-Bueno, me encanta interpretar música romántica también, baladas, boleros y procuro escoger un buen repertorio, ya que este género goza de buenas composiciones escritas en períodos distintos. Muchos boleros, por ejemplo, pueden haber sido creado hace muchos años, pero son composiciones de toda la vida como lo demostró el gran Luis Miguel cuando decidió trabajar su primera producción de boleros y tuvo gran acogida convirtiendo en grandes hits estos bellísimos temas de antaño. Pero, el siglo XXI nos trajo la invasión del ritmo y quizás hoy, salvo algunas excepciones, ya que contamos con excelentes y emergentes cantautores peruanos, las nuevas composiciones son efímeras, son más superficiales porque responden a la coyuntura agobiante que vivimos como sociedad; todo es muy rápido y vertiginoso y las canciones de hoy, son olvidadas en poco tiempo. Recordemos que las composiciones son el reflejo de una sociedad.
-Pasemos a tu labor de autora, tu labor como compositora. Cuéntanos cómo te desarrollaste en la autoría.
-Sí, me gusta mucho escribir. Escribo poesía y cuentos también. Sin embargo, mi pasión es escribir canciones de diversos géneros. Un buen día, decidí inscribirme en APDAYC y en una ocasión, el maestro Alejandro Lara escuchó una de mis composiciones: “Bohemio Corazón”, que es una poesía romántica con matices de landó y zamacueca. Don Alejandro, salió rápidamente de su oficina para felicitarme personalmente: “Marty, bienvenida al mundo de los compositores, me encantó tu Bohemio Corazón”, me dijo. Sus palabras me halagaron y me motivaron a seguir en la composición. Bohemio Corazón, habla de un amor que ya no está, que has perdido; está compuesto en tonalidad mayor, lo que le da mucha frescura a la canción y tiene un ritmo cadencioso de nuestro landó. Es una composición que brotó de forma natural, en libertad y sin presión.
-En tu caso, ¿cómo es el proceso de escribir una canción”
– Las canciones que escribí antes de “Bohemio Corazón”, las pensaba mucho. Esta canción es importante para mí porque a partir de ella empecé a componer letra y música al mismo tiempo. Antes mis canciones eran un poco largas, me enfocaba más en el texto y otras en la música. Justamente, mi madre escuchó alguna de mis canciones y me dijo que no hacían falta mil palabras para comunicarse a través de las canciones. Una sola palabra o un solo verso pueden ser poderosos y transmitir un sin número de cosas. Y, si la música, va en armonía con todo ello no hay más que decir. Ha sido importante también desarrollar el hábito de la lectura y mi constante aprendizaje sobre música. Así fue madurando mi trabajo como compositora. Sobre la temática de mis canciones estas están relacionadas con el amor, con lo social, la reivindicación de la mujer, la esperanza, la solidaridad. Musicalmente apuesto por los ritmos peruanos, latinoamericanos con toques de sonidos contemporáneos.
– ¿Es importante que un cantautor tenga dominio de los instrumentos?
-No es imprescindible, pero si es de valiosa ayuda ejecutar algún instrumento musical. Me encanta tocar instrumentos y fluir con ellos; explorar diferentes sonoridades para luego colorear y matizar con ellas mis composiciones. Es una práctica como la elaboración de una pintura, por ejemplo, pero, sin dejar de seguir aprendiendo de otros, porque uno nunca termina de aprender; creo que esa es la clave. Además, tener la capacidad de conmoverte, de emocionarte y dejar que aflore tu sensibilidad frente al mundo que te rodea, frente a todo lo que sucede cada día; tener la capacidad de leer esos signos y transformarlos en música; es hermoso y necesario para la cultura de un país. Justamente, así es el trabajo de un cantautor.
-Pasemos de tu labor académica. ¿Qué te permite el rol de maestra de niñas, niños y jóvenes?
-Me ha permitido ser un agente transformador; me ha permitido comprobar que la música puede transformar vidas y que puedo llevar esperanza a través de ella, a las chicas y los chicos, a las niñas y los niños, a los jóvenes y adultos con quienes trabajo. Me ha permitido, conectar con el otro, llegar a su espíritu porque al final la música es eso para mí, “espíritu” y el espíritu de la música revolotea por todas partes, hoy más que nunca, ante un mundo que desborda de ausencia de valores.
-Nuestra música es rica y diversa en géneros y temáticas. ¿Qué implica para una maestra darla a conocer, hablar sobre ella, mostrar nuestro repertorio?
– Es sumamente importante y necesario dar a conocer y enseñar nuestra música a los niños y jóvenes. Sin embargo, reconozco que no es una tarea fácil porque muchos de ellos son grandes consumidores de otros géneros musicales, pero hay que insistir y enseñarles a descubrir y amar lo nuestro primero. Un proyecto interesante para los colegios como estrategia puede ser la creación de los festivales de música criolla, de música peruana, donde los estudiantes puedan ser los protagonistas, pero también los organizadores. En mis clases, con la pequeña orquesta escolar del colegio donde trabajo, les enseñé nuestra música afroperuana a través de un arreglo especial con un “Mix de Festejos” que les gustó porque son buenas composiciones, cargadas de musicalidad, de mucho ritmo y cadencia y mis estudiantes conectaron inmediatamente y se dejaron seducir por ellas. Es importante, además, como maestros, ir más allá de solo transmitir conocimientos, es decir, tener la disponibilidad de acompañar a nuestros estudiantes para ser mejores personas; motivarlos constantemente, renovar nuestra didáctica y saber llegar a nuestros niños y jóvenes, ya que ésta es una generación difícil, llena de muchas carencias, por ello debemos sintonizar con ellos, desde lo más básico, por ejemplo: “aprender a escuchar” y conversar con ellos sobre la temática de las canciones, de los compositores, de los intérpretes. Evidentemente, estaremos contribuyendo, de esta manera, a preservar nuestra identidad, del respeto a nuestras raíces, nuestras tradiciones, nuestra cultura. Estoy convencida que la música nos puede ayudar como sociedad, porque la música sana, la música transforma.
Foto: Giuseppe Falla
Sobre Marty Torres
Cantante, compositora y educadora musical. Es una artista independiente que apuesta por la música peruana y latinoamericana con ritmos contemporáneos. Recientemente, ha musicalizado algunos poemas de Blanca Varela (2023) y entre sus composiciones más resaltantes se encuentran: “Sé Que”, interpretada por Nicole Pillman (2021);” Mujer, alma y ternura” en el IV Festival de Música Nativa-Cusco (2020);” Guerreras de Amor” para el Festival Internacional de Punta del Este-Uruguay (2019); “Sembrando Esperanza”, finalista a nivel nacional, en el concurso “Himno al Papa Francisco” (2018); y, su interpretación para la grabación en vivo de “María Landó”, en el Disco de la Orquesta de los 200 Años (2021); asimismo, ha participado en diversos Festivales como el 9°Festival Internacional de Folklore en México (2012).
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