De la reciente visita de la escritora mexicana Martha Riva Palacio, Premio de Literatura Infantil Barco de Vapor, le ofrecemos una breve charla
En su narrativa como poética, al igual que en sus trabajos de experimentación sonora, la escritora mexicana Martha Riva Palacio revela una trama de materialidades, texturas y nuevas percepciones que amplían la visión de las cosas y de los individuos. Títulos como “Orfeo” y “Buenas noches, Laika”, nos muestran otredades que son motivo de redefinición de identidades y de la instalación de una ética creadora que integra y revela.
Sobre “Orfeo”
Martha Riva Palacio retoma el mito de Orfeo para construir una historia de amor que se repite en el tiempo. La prosa poética presente en esta corta novela cautiva y envuelve al lector en una atmósfera donde Eurídice canta por los pasillos de Argos mientras un barco se encuentra suspendido en el mar del tiempo y Orfeo relata, a veces desde su propia voz, otras desde la voz de su amada, estos encuentros y desencuentros, donde él no tendrá más remedio que mirar hacia atrás una y otra vez. Varias historias entretejen esta novela y será decisión del lector decidir cuál de todas es la verdadera.
Al respecto, le ofrecemos una breve conversación con la autora mexicana Martha Riva Palacio.
Fotos: FCE Perú
– Martha, ¿cuál es la finalidad de resignificar contemporáneamente los mitos? Acaso, ¿es esa una las funciones de la literatura, según su parecer?
-El poder de los mitos reside en su vigencia. Interpelan a lo más profundo del ser humano, a esa parte que a lo largo de la historia se ha planteado de todas las formas posibles quiénes somos, quién es el otro y cuál es nuestro lugar en el cosmos. En Orfeo, retomo el concepto de transmigración de las almas (que forma parte de los ritos órficos) para explorar a partir de ahí cómo un mito puede desdoblarse, mutar de una época a otra y, sin embargo, mantenerse igual. Este libro surgió de la necesidad de explorar qué papel juega en mi historia personal el mito de Orfeo. ¿Por qué me ha llamado la atención desde niña? ¿Qué me evoca? ¿Qué me provoca? Por último, yo diría que sí, que la literatura nos permite cambiar de perspectiva, retomar lo ya visto, lo ya conocido y transformarlo en algo más. Como yo lo veo, escribir es también plantearte una serie de preguntas que deseas, que necesitas, responderte. A veces con urgencia.
-Uno de los personajes entrañables de su literatura es Marina. El carácter humoral de este personaje de Buenas noches, Laika (FCE, 2014), que nos recuerda a la niña-lobo de su poemario Lunática (FCE, 2015), da cuenta de una suerte de “melancolía” contemporánea. Su trabajo literario, en este sentido, busca “diagnosticar” las inseguridades que asedian las psicologías individuales y colectivas, o anunciar los inesperados devenires.
-No lo tenía muy presente, pero es cierto: Marina y la chica loba comparten algo de esa melancolía, de esos humores afectados quizás por la luna… Curiosamente, trabajé en ambos textos casi al mismo tiempo, así que es muy posible que a nivel inconsciente vengan de un mismo sitio. En Buenas noches, Laika, más que hacer un diagnóstico, me interesaba explorar un poco más a fondo como es que justo los estereotipos y prejuicios que tenemos con relación a temas como los trastornos emocionales o la muerte nos enajenan y aíslan; y la pequeña cosmonauta, Laika, se volvió la metáfora perfecta para hablar de eso: El ansia de orbitar alrededor de un mundo repleto de gente y de perros sin que nadie te escuche.
-Tanto en Buenas noches, Laika como en Lunática y Orfeo el carácter terrenal de nuestras inquietudes, deseos, esperanzas, deja de expresarse como un continente, para introducir nuevas espacialidades, otros ámbitos…En este sentido, las ondas electromagnéticas, en el caso de Buenas noches, Laika, las inmersiones acuáticas o en el vacío espacial, en Orfeo, la codificación astrológica de las emociones, en Lunática, acaso buscan revelar una orografía vertiginosa donde el cuerpo y la totalidad entran en “contacto”.
-Me encanta cómo lo planteas. En efecto, en cada uno de estos textos, vuelvo de un modo u otro a mis mismas obsesiones, que tienen que ver con lo que he llegado a llamar la poética del macro (micro) cosmos. ¿Qué pasa cuando nos vemos enfrentadas a esas regiones que por sus dimensiones se encuentran más allá de la escala humana? El cuerpo, sí, que es un límite, pero también memoria no sólo de nuestra vida sino de la historia del universo. Los elementos químicos que componen nuestro organismo, nuestro ADN que contiene –por decirlo de algún modo- la huella digital de la Tierra. Cada vez me interesa más explorar esa zona gris en la que el lenguaje poético se empalma con el científico. En su Argonáutica, Apolonio de Rodas menciona que Orfeo les canta a sus compañeros de viaje sobre el origen del cosmos; tal vez ahora su canción hablaría también sobre la fotosíntesis o el Big Bang.
-Además de su trabajo literario, usted desarrolla un trabajo de experimentación sonora. La presencia de esta línea experimental se hace presente en su literatura. Al respecto, ¿qué experiencia introduce la música, la escucha, lo sónico, en el intento de sus personajes por explicarse el mundo, por “ordenarlo”, o derivar en él?
-Después de pensarlo mucho, he llegado a la conclusión de que en ambos casos estoy contando historias. A veces es a través de mis paisajes sonoros o registros de campo y otras por medio de palabras… y aquí caigo en una trampa porque el lenguaje es también sonido. La sonidista errante, me ha permitido ampliar mi campo de acción, encontrar nuevos modos de hablar sobre lo que me preocupa. Burlar quizás mis propias defensas para poder encontrar cuál es mi verdadera voz. Aún no lo he logrado del todo, sigo escuchando y buscando.
Sobre “Buenas noches, Laika”
Nos cuenta la historia de Sebastián un niño que trata de comprender las complejidades del mundo en que vivimos y un pequeño, pero gran misterio de tras de la muerte de una de sus compañeras de clase, Marina. Mientras en su alrededor están sucediendo muchas cosas históricas como el lanzamiento de un cohete tripulado por una pequeña perrita astronauta: Laika.
Sobre la autora
Martha Riva Palacio Obón. Narradora y poeta mexicana. Estudió Psicología en la Universidad Iberoamericana. Académica en la especialidad Artes Visuales por la Escuela Nacional de Artes Plásticas (UNAM). En 2011, ganó el XVI Premio de Literatura Infantil Barco de Vapor; en 2013, el Premio Gran Angular de Literatura Juvenil, el Premio de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (FILIJ) de Cuento para Niños y Jóvenes y el White Raven Award, otorgado por la Internationale Jugendbibliothek, Munich. En 2014, obtuvo el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños otorgado por la Fundación para las Letras Mexicanas (FLM) y el Fondo de Cultura Económica (FCE). Fue guionista para Televisión Azteca y del programa Once Niños.