Louise Glück, Nobel de Literatura 2020

La autora está considerada una de las poetas más dotadas de su generación por su “excepcional capacidad para hacer que la experiencia sea asumida como propia por un lector sorprendido ante la intensa percepción de unos poemas que iluminan acontecimientos absolutamente comunes”, como aseguraba el crítico Andrés Ortega en una reseña de su libro Las siete edades

Fuente: El País

La poeta estadounidense Louise Glück (Nueva York, 77 años )ha ganado el premio Nobel de Literatura 2020 por su “inconfundible voz poética, que, con una belleza austera, torna la existencia individual universal”. La neoyorquina sucede a los dos galardonados el año pasado, la polaca Olga Tokarczuk (por 2018, año en el que no se entregó) y el dramaturgo y escritor Peter Handke (2019). Gluck nació en la ciudad de Nueva York y creció en Long Island. Se licenció en 1961 por la George W. Hewlett High School en la ciudad de Hewlett, Nueva York. Posteriormente asistió al Sarah Lawrence College en Yonkers (Estado de Nueva York), y a la Universidad de Columbia. Ganó el Premio Pulitzer de poesía en 1993 por su poemario The Wild Iris (El Iris Salvaje). «Me he convertido en una anciana. / He acogido con agrado la oscuridad / que tanto temía”, escribía en Vita Nova (Pre-Textos, 2015), el mismo sello editorial que publicó, El iris salvaje.

Louise Glück (Nueva York, 1943) se graduó en 1961 en Hewlett High School de Nueva York y asistió al Sarah Lawrence College y a Columbia University. En poesía ha publicado: Firstborn (1968), House on the Marshland (1975), Descending Figure (1980), The Triumph of Achilles (1985), Ararat (1990), The Wild Iris (1992), Meadowlands (1996), Vita Nova (1999) y The Seven Ages (2001). Con The Wild Iris obtuvo el premio Pulitzer de poesía en 1993. También ha obtenido el National Book Critics Circle Award y el Academy of American Poets Prize. Actualmente es profesora de literatura en la Universidad de Yale.

MEMORIA (Louise Glück)

Nací prudente, bajo el signo de Tauro.
Crecí en una isla, próspera,
en la segunda mitad del siglo veinte;
la sombra del Holocausto
apenas nos rozó.

Tuve una filosofía del amor, una filosofía
de la religión, ambas basadas
en mis primeras experiencias de familia.

Y si cuando escribí sólo usé unas pocas palabras
fue porque el tiempo siempre me pareció corto,
como si pudieran arrancármelo
en cualquier momento.

Y mi historia, de todos modos, no era única
aunque, como todo el mundo, tenía una historia,
un punto de vista.

Unas pocas palabras fueron todo lo que necesité:
nutrir, sostener, atacar