Los abismos

De pie al borde de un precipicio de la sierra de Cali, Claudia encuentra en la imagen que tiene frente a sí, la metáfora perfecta para la sensación íntima de vacío y oscuridad que ha descubierto en los ojos de su madre. Los abismos (Premio Alfaguara de novela 2021) de Pilar Quintana (Colombia, 1972) va de eso, de esa característica que la niña identifica en algunas personas de su entorno y alguna vez en ella misma: un sentimiento profundo, insondable, implacable, que no revela su verdadero contenido y que le inspira temor y a la vez atracción.

Con escasos 8 años, Claudia percibe el abandono que ha marcado la vida de su padre, la frustración de su madre, la traición que golpea al matrimonio, la tensión entre sus familiares… Intuye que convive con emociones oscuras y éstas le producen sentimientos encontrados: por un lado, el reproche por el descuido y la indiferencia de sus padres y por otro la comprensión, porque imagina sus motivos y los compadece. La niña se adapta inconscientemente a la realidad de estar entre un padre taciturno y una madre depresiva. Registra sus experiencias y su relación con ellos y la impresión que le generan marca su infancia y probablemente le dan fin de manera prematura.

El libro contiene vivencias descritas desde la perspectiva infantil de la protagonista y eso propicia una profunda identificación:

– “Quería vérmelas de nuevo con el abismo, sentir la cosa rica en la barriga y el miedo, las ganas de saltar y de alejarse.”

– “Entonces lo vi en sus ojos. El abismo dentro de ella, igual al de las mujeres muertas, al de Gloria Inés, una grieta sin fondo que nada podía llenar.”

– “Entonces el abismo, como no lograba hacer que me lanzara ni podía devorarme, se me metía por los ojos, una cosa deliciosa y horrible, una bolita saltarina en la barriga y una náusea asquerosa y pestilente, hasta quedar bien sepultado dentro de mí.”

La lectura de “Los abismos” genera una mezcla de nostalgia y reconocimiento. La autora presenta de manera sencilla la forma cómo en la infancia se toman retazos de lo que escuchamos, vemos e intuimos para explicar y organizar la realidad que nos rodea. Esta forma pasiva de aprender, con su espontaneidad y sus limitaciones nos marcan para siempre.

Me acerco a los libros con nada más que mi fascinación por las historias. Cada uno es para mí algo vivo y maleable, con lo que consigo la dosis de belleza, razón e inspiración que necesito en cualquier momento de la vida.