La autora del libro “Patya y los misterios de Nasca” (La Nave, 2023) nos acerca brevemente a la historia de este original libro de corte juvenil. Fotos: Rosana López Cubas
La historia nos remonta al Valle de Nasca, 575 d. de C. La vida es dura y la sequía amenaza la supervivencia de sus habitantes. En este mundo árido y desolado, Patya, una joven valiente y decidida se niega a aceptar la realidad que la rodea. Con la sabiduría ancestral de su abuela y la ayuda de sus amigos se embarca en una misión peligrosa para traer de vuelta las aguas a su tierra. En ese camino se enfrentará a desafíos y peligros que pondrán a prueba su coraje y su determinación. Desde la hostilidad de su propio tío hasta la amenaza de los espíritus malignos que habitan en las montañas, Patya deberá superar obstáculos cada vez más difíciles donde, al final, la única arma que le quedará, y la más poderosa de todas, será la fuerza de su propio espíritu. Al respecto, Lima en Escena charló con la autora Kathi Huber.
-Kathi, nos gustaría que nos hables más de Patya, el personaje principal de la atractiva novela juvenil Patya y los misterios de Nasca. Nos llama la atención sus búsquedas a nivel familiar, grupal, social…
-Bueno, también se busca a sí misma porque siente la presión de seguir los mismos pasos de su madre, de su abuela y todas las generaciones de curanderas que la anteceden, sin embargo, no cree poseer ese don. A ella le gusta pintar, le gusta bailar, le gusta crear, tiene su lado artístico y místico. Patya se siente diferente porque su abuela no quiso que su cabeza sea alargada como el resto de las personas en su comunidad. La abuela tuvo un sueño que lo tomó como un presagio que sería mejor que Patya tenga la cabeza redonda.
-Como su hermanito…
-¡Claro! Cuando nació su hermano el padre dijo: “a él tampoco le vamos a cambiar la forma de su cabeza”. Se optó por esta decisión para que ella no se sienta tan diferente.
– A propósito de la sequía y escasez de agua, Patya impulsa valores como la integración en aras de resolver problemáticas de su comunidad. Es una joven sensible con lo social y lo artístico.
-Sí. Particularmente, deseaba celebrar esas cualidades y su interconexión con la vida. Asimismo, destacar el aspecto referido a las acciones y percepciones de su juventud. Su propósito con la vida, el compartir con los demás, su capacidad de convocatoria. Sus valores como la generosidad, la reciprocidad, el respeto a la tierra, a los ancestros. Patya sabe lo que es correcto, sabe el valor de la justicia, la importancia de entender a quienes la rodean. No tiene miedo de confrontar a los que no piensan en los demás como el caso de su tío deseoso de más poder.
– Su tío pertenece a un grupo que manipula las cosas para injustamente obtener más agua que los demás. Es un poco la idea del monopolio de este recurso, ¿no?
-– ¡Sí! Y, ese es justamente el conflicto humano ¿no? Quizás no tanto monopolio como codicia. El desafío es cómo compartir equitativamente los escasos recursos naturales para beneficiar a todos en una comunidad.
-El libro se argumenta en la cultura Nasca, en nuestras ancestralidades como la Pachamama, la luna, el sol, el mar, o elementos de la cultura popular como el chamanismo, la brujería. Cuéntanos, cómo fue todo este proceso de construcción.
– Para escribir este libro me puse a estudiar sobre la cosmovisión andina. Empecé a investigar y relacionarme con antropólogos y arqueólogos para comprender el pasado y conocer las ideas y prácticas que permanecen en la vida contemporánea en diferentes partes del Perú, como el curanderismo. Por ejemplo, la idea de “la Mujer Búho” fue inspirada por las tradiciones Moche. Viajé por a la costa norte para aprender sobre el papel de las plantas sagradas que utilizaban los Nasca. En Chiclayo hice varias sesiones con unas curanderas y charlamos sobre mi proyecto del libro. Estaban animadas con la posibilidad de compartir estos conocimientos a través de una ficción sobre los tiempos pasados. También visité Cusco donde tuve la oportunidad de aprender directamente de paqos Q’eros sobre su trabajo con energía. Conociendo el legado del antropólogo y lingüista cusqueño Núñez del Prado, me interesé en la recuperación del quechua antiguo y decidí incorporar algo del idioma quechua en la historia, ya que es muy probable que el idioma de los Nasca tenía la misma raíz que el quechua.
-La sabiduría popular andina pone en ejercicio el curanderismo, el chamanismo, prácticas que apelan a las plantas entre otros elementos originarios del Perú. ¿Cómo observas esta parte de nuestra cultura?
-Es importante conocer estas prácticas populares. Ahondar nuestro conocimiento sobre las hierbas o las plantas medicinales es una forma de recuperar el conocimiento no solo de una cultura, en este caso la andina, sino de diversas culturas a nivel global. Por ejemplo, uno de los usos de la muña es para ayudar a respirar mejor en la altura. Yo misma recibí sus beneficios cuando subí a una montaña mientras exploraba la ruta que Patya iba a tomar en su camino hacia Tiahuanaco. Era la parte más alta de la zona y me faltaba el aire. Al lado del sendero crecían plantas de muña. Oler las hojas mientras caminaba me ayudó a respirar. Fue como un regalo de la tierra que me hizo sentir mejor. Me encantó conocer personas que trabajan con plantas medicinales. Aprecio el trabajo de curanderas y curanderos y la forma en que pueden liberar las tensiones y sanar males corporales y espirituales. A veces me parece algo mágico.
-Hay una referencia a las orcas también.
-Me sorprendió que la representación de la orca es tan prevalente en la cerámica Nasca. Hoy en día no es un animal que se ve en la costa peruana frecuentemente. Obviamente los Nasca la trataban con reverencia y realmente es una especie fascinante. Es una ballena pequeña muy social, comunicativa, y poderosa. Viven en manadas lideras por matriarcas y, cómo los seres humanos, es un de las pocas especies en la cual las hembras viven largo tiempo después de no poder tener más crías. Las hembras mayores son las líderes y ayudan a cuidar a las crías. Esta especie está actualmente en riesgo de extinción por la caza, la contaminación marina, y la escasez de alimentos. Aunque crecí en una región poblada por orcas, descubrí mucho más sobre ellas mientras hacía la investigación para este libro. Estoy profundamente agradecida por todo lo que he aprendido durante el proceso de escribir la historia de Patya, y me ha hecho recordar una vez más el importante papel que pueden desempeñar las abuelas en las comunidades, tanto orcas como humanas.
Sobre la autora
Kathi Huber. Egresada de Teatro por Lewis and Clark College en Oregón, tiene Maestría de la Universidad de Columbia en Nueva York en Trabajo Social: Práctica Integrada y Programación. Se enamoró de un peruano y del Perú. Se mudó a Lima en donde trabajó con organizaciones educativas, coordinó programas culturales y en paralelo exploraba el país. Su investigación sobre la región de Nazca inspiró un documental hecho con la cineasta Delia Ackerman sobre la deforestación, tanto antigua como actual. Escribió la historia del Colegio Americano de Lima y su desarrollo en el contexto de la dinámica social y política. Los ensayos, poemas y cuentos de Huber han aparecido en Vice Versa, Earth Island Journal, MacGuffin, Post Road y Latin American Press, entre otros.