Lima: Intermezzo Tropical, 2023
Escribe: Rossella Di Paolo
Es cosa de seguir andando
retrete para huérfanos (1997) y chico de mi barrio (1998)
me conmovieron por su ternura y su rabia, sus letras minúsculas,
sus barras, sus diarios y papelitos,
su helado de vainilla, su huerto Tamarindo
versos cortos, astillas casi,
arañados graffitis en las puertas y paredes de los baños,
o versos largos que corren de un extremo a otro de la página
como un grito sin fin
nunca un poema se pareció tanto a respirar
ninguna pretensión, ningún alarde
dejar entrar el aire, dejarlo salir
pura frescura
y en ese ritmo acompasado
o quebrantado llegan las palabras
la poesía oh suave espacio / mar
de los atormentados refugios me abre las puertas de su casa
sus brazos / espacio silente y regio donde siempre soy bien recibida
sin palabras sin voz sin nada
palabras en los ordenadores de las oficinas
en las que trabajó como cronista cultural,
en cuadernos de colores y espiralados
a la espera de una llamada telefónica
algo, alguien, capaz de mirarla a los ojos, de sostenerla
porque las alas de ángel no la ayudan
la entreveran
quiere abrazar a todas las mujeres, a todos los hombres,
cargar al niño, al loco, al asesino, al huérfano, al enfermo
ella enferma que cura
ella curada gracias a los buenos alimentos de la tierra
a su esperanza
de poder ver otra mañana y dar las gracias
curada por su tabla de correr olas
por su lapicero y sus poemas secretos
por sus tres amores
Armando, Ricardo, Daniel
alimentados por su mano de madre y de mamacha linda
por su mano alegre de muchacha hortelana
que aprendió a mirar lo pequeño
a bajarle los humos a las letras y cosas mayúsculas
(ahora que uso las mayúsculas siento como si aplastara
tus pequeñas flores, abejas y mariposas)
Cómo no conmoverse ante un ser humano
que nos muestra sus llagas,
su cáncer, sus vómitos
pero también sus amores
su alegría por la belleza de este mundo
a pesar de todo
cómo no admirar versos como este:
el mar turquesa se deja caer cómodo en el cuadro del paisaje
y no olvidemos sus protestas contra esto, aquello y todas las huevadas (sí, huevadas,
pensar huevadas, escribir huevadas) de las ciudades, del ruido y el sinsentido
donde tildes y ántrax son igual de malvados
donde la gente trabaja de nueve a cinco sin pensar en nada / a la una de la tarde
sin pensar en nada la gente almuerza ordenadamente / hasta las cinco de la tarde
hora de marcar tarjeta /
su dolor por la indiferencia de los locutores que nos entregan noticias atroces con la sonrisa del último perfume de Valeria Mazza en Nueva York
su dolor por los niños de Uganda, del Cusco, de las guerras, del hambre, del friaje
el negro Canebo en el Perú
y la asesina droga ejecutada en EE. UU. cuando ya había cambiado de vida
y nadie puede hacer nada contra el sistema
esa película sobre Lucha Reyes que no te gustó, ir al Haití
para tomar un café y no un plato de sopa
“para seguir con la cojudez de la pose”
la cajera de Santa Isabel y su impotencia para consolar al que llora…
Y en cuanto a la escritura, es acaso una huevada haber dicho esto
dilatar el significado de las palabras retrucando su sentido
más próximo para darle un tono literario puede ser un error/
o la carencia absoluta de algo que comunicar
Claramente, no.
Has visto tanto, Doris, has experimentado casi todo y por eso tu sonrisa
es una sonrisa sabia
y tus manos que saben de la tierra y el esfuerzo
abrazan con verdad
Vuela, Doris querida, a tu maravilloso planeta de heroínas y héroes, a tus juegos,
a tus pequeñas canciones
si quieres te regalo un muro
y nos ponemos a pintar casas de colores
helados de vainilla
y tortugas voladoras
pero también a tu planeta atravesado de madrugada, de tarde, de noche por el dolor,
la enfermedad,
la muerte
y cuando lloras, porque lloras,
de miedo de oscuridad de duda
ríos
de lágrimas que bajan de mis ojos
las mariposas se acercan a beber de los ojos de la taricaya
la angustia y el dolor entreverados en un plato de tallarines
ese humor delicado y travieso que te acerca a Luis Hernández, a sus cuadernos y dibujos
y a su gana inmensa de curar el mundo
pero llegan los camiones de la muerte o los trenes
y lo arrollan y te arrollan
y huyen
bicicleta rota
cuerpo roto
en una zanja de la carretera
y nunca volviste a casa
pero de pronto vuelve tu cuerpo
sobre las olas
vuelve tu sonrisa
tu ternura
todo vuelve entero completo íntegro
como danzando
como colocando
tus pies descalzos en la tabla
ayúdame
a organizar nuevamente el rompecabezas
de esta historia
para jugar
a que la muerte
no
a que la muerte
no
a que la muerte
no
Querida amiga, te regalamos una buena ola, la mejor,
te ayudamos
tú que hiciste tanto por nosotros
tu mano de hierbabuena nos acompaña
tu mano de hierba
buena para nuestros corazones
rotos
tu mano buena nos arma, nos vertebra
como esos libros tuyos morir en lima (ca. 2005-2010)
cuadernos naranja y negro (2008-2009) y otros poemas
que Armando y Victoria rescataron
y que Romanet Silva ilustró en colores sucesivos desde la carátula
y juntaron a los dos poemarios ya publicados
y así pudieron llegar a nuestras manos
“con amor y delicadeza, con cuidado” leo en el prólogo de Victoria
en esta preciosa edición de Intemezzo Tropical
poemas ya no más guardados
nunca más ocultos
porque la luz no sabe esconderse
no debe esconderse
nunca