Hablemos de Rebeldes y Valientes: mujeres detrás de la cámara

Significativa muestra virtual que se inauguró en el marco del Festival de Cine de Lima 2021 y de la cual personalidades del cine peruano como Nora de Izcue, Silvia Kantor, Rosa María Oliart, Irela Núñez del Pozo, María Elena Benites y Jenny Velapatiño Neyra nos ofrecen sus apreciaciones. Fotos: Archivo personal de las invitadas

La muestra Rebeldes y Valientes: mujeres detrás de la cámara (1913-1992), curada por la directora de cine y dramaturga teatral Gabriela Yepes y que se puede ver en el marco Festival de Cine de Lima 2021 abarca el periodo de setenta y nueve años y está dividida en tres secciones. La primera corresponde al cine mudo (1913-1934), la segunda sección corresponde a las primeras cuatro décadas del cine sonoro (1930-1972) y la tercera sección corresponde al periodo de vigencia de la Ley de Fomento de la Industria Cinematográfica 19327 (1972-1992), durante el cual participaron aproximadamente 371 mujeres. De ellas, aproximadamente 112 ocuparon jefaturas de área o departamento en más de una película filmada en el Perú. Esta muestra recupera información fotográfica, biográfica y la filmografía de 44 jefas de área, y esperamos aumentar el número en los meses que siguen. ¿Por qué es de vital importancia una muestra que hable sobre las mujeres que construyeron la historia del cine peruano?… A lo largo de casi 80 años más de 300 mujeres trabajaron detrás de las cámaras. Aportaron significativamente a la construcción de la historia del cine peruano. ¿Por qué estuvieron silenciadas y qué valor cobran sus aportes ahora?… Dos interrogantes que nuestras invitadas responden en este especial.

Nora de Izcue

Una muestra como Rebeldes y Valientes: mujeres detrás de la cámara, es de vital importancia porque de manera inédita rescata y hace visibles los aportes que estas mujeres, desde distintas áreas del trabajo cinematográfico, dieron en el difícil pero hermoso camino de la construcción de nuestro cine nacional.

La memoria “oficial” suele incluir a las mujeres que tuvieron y tienen roles “importantes” tales como Dirección, escritura del Guion o Producción Ejecutiva. En la memoria personal y colectiva de los cineastas es muy distinto porque las mujeres, aun cumpliendo roles que podrían considerarse como subalternos, tienen una presencia importantísima y forman parte intrínseca de la aventura, no solo de hacer cine sino también de fortalecer su camino. Su esfuerzo, dedicación, creatividad y espíritu de lucha la colocaron siempre en la primera fila de los avatares de nuestra cinematografía y de la participación gremial sin la cual no se hubiera podido seguir adelante. Hoy día con esta Muestra esa memoria personal y colectiva de los cineastas cobra una presencia real y coloca en su lugar a estas mujeres.

Silvia Kantor

Es muy importante a través de la exposición –Rebeldes y Valientes: mujeres detrás de la cámara (1913-1992)– visibilizar el desempeño de las mujeres en las diferentes áreas del quehacer cinematográfico en el siglo pasado. Hacer cine en esos años es difícil de comprender ahora con la facilidad y versatilidad de las nuevas tecnologías que tenemos a nuestra disposición. Los materiales en celuloide y acceso a los equipos: cámaras, grabadoras de sonido), y los diferentes procesos del desarrollo de una película -revelado y copiado del film, edición, post de sonido, mezcla, copias- eran muy costosos y restringidos el acceso a ejercer cargos de jefatura de áreas para las mujeres.

Sobre María Esther Palant señala Norma Rivera “Si alguien entendió el papel de la cultura e identificó a quienes eran sus creadores y autores fue María Esther Palant, porque comprendió que la cultura engrandece el desarrollo de la sociedad, diferencia a los hombres e identifica a los pueblos”. “Su filmografía registra a notables personalidades como José Sabogal, Lucía Irurita, Camino Brent, Félix Oliva, Teodoro Núñez Ureta, Milner Cajuagaringa, Marina Núñez del Prado, y nos recuerda lo extraordinariamente poderoso y bello que puede ser el cine como testimonio vivo y permanente de una nación”

Los films que realizó mi madre no han perdido vigencia, son hoy en día el reflejo de nuestro desarrollo artístico de una época que originó nuevas corrientes que fueron el cimiento de generaciones, siendo patrimonio cultural de nuestro país. Para Marusia, -como así la llamábamos- el arte era su motor, si no estaba filmando -durante el apogeo de los 20 años de la ley de cine-, estaba dibujando, pintando o esculpiendo en arcilla. Polifacética y emprendedora. Era un ejemplo de versatilidad y de adaptación a los tiempos que le tocó vivir. “Trato de vivir cada día lo mejor posible, intensamente, disfrutando mi capacidad de trabajo… Por eso no dejo de agradecer todo lo bueno que recibo en una permanente celebración de la vida”, dijo en su momento.

Rosa María Oliart

La investigación o muestra Rebeldes y Valientes: mujeres detrás de la cámara (1913-1992) visibiliza el trabajo de las mujeres pioneras del cine peruano desde el periodo mudo. Esto es relevante en un momento histórico donde el quehacer de la mujer estaba más ligado al hogar y algunas artes más manuales, personales que no tenían que ver con el quehacer técnico y mucho menos liderar equipos de trabajo.

Estas prácticas discriminatorias hacia la mujer siguieron durante la historia ante un trabajo masculinizado en donde las mujeres jugaban más bien un rol subordinado, de facilitadoras, para el buen desarrollo del trabajo del verdadero líder, el hombre, el director, el fotógrafo, el sonidista, entre otros. Los jefes de área siempre eran hombres y las mujeres eran quienes reunían las condiciones para que la película pueda hacerse, aunque su importantísimo trabajo quedara más bien en las sombras. Muchas productoras, por ejemplo, levantaban los fondos, trabajaban años para conseguir las condiciones para hacer realidad el proyecto. En el rodaje se convertían en una suerte de prolongación del trabajo del hogar, las madres organizadoras y pendientes de que todo funcione.

Era más probable encontrar mujeres en las áreas de trabajo más artísticas como en vestuario y maquillaje. Muchos años después y con acceso a estudios y formación, las mujeres entrenan el campo de la dirección, otra forma era escalar dentro de los mismos equipos habiendo empezado como asistentes escalando posiciones la estructura jerarquizada del rodaje. A mí me tocó ser la primera mujer que se desarrolla en el campo técnico del sonido como actividad específica, habiendo estudiado cine y haciendo el recorrido en el rodaje como asistente, microfonista para llegar a ser jefe de área en una época en que no había ninguna mujer en las áreas técnicas.

Hay muchas explicaciones que tienen que ver con el acceso masculinizado a la tecnología, la falta de oferta de estudios en esta u otros campos específicos y el peso considerable de los equipos de filmación, pero en mi tesis de Maestría en Estudios Culturales he planteado entre otras conclusiones, que las razones son más bien de orden cultural, en donde siguen enquistados algunos patrones machistas y patriarcales que asocian el trabajo de la mujer a determinados campos y la discriminan para otros. Esto sin duda está cambiando y hay una creciente presencia de mujeres en las áreas técnicas antes territorio exclusivamente masculino y en se consolida la presencia femenina en la dirección, producción otras jefaturas de área que consolidan un cine hecho por mujeres con una mirada propia y particular.

Irela Núñez del Pozo

La exposición virtual Rebeldes y Valientes: mujeres detrás de la cámara (1913-1992) es significativa porque nos muestra el aporte de las mujeres en el cine peruano lo cual nos permitirá comprender muchos procesos de la creación cinematográfica en el Perú y a la vez lograr una conciencia de género y encontrar resonancias de la vida y la obra de estas cineastas en su propia historia creativa. Las mujeres han contribuido siempre y masivamente en la creación del cine, pero la producción cinematográfica ha privilegiado siempre una estructura patriarcal, jerárquica y vertical, centrada en la figura del director y del productor, especialmente en las películas de medio o gran presupuesto. Según el concepto del “cine como industria”, el filme debía ser el producto de una cadena de producción, una cadena donde se ha ignorado el aporte individual o de género de los participantes y todo está al servicio de la visión del creador. No es casual que los ejemplos más fulgurantes de personalidades que han tenido una creación cinematográfica más patente han sido mujeres extraordinarias que venían ya de otras experiencias, eran estrellas en otros campos o animaban todo un sector social.

Como por ejemplo María Isabel Sánchez Concha que quería establecer un diálogo entre el cine, prensa y teatro, Teresita Arce, artista de radio y variedades, Stefania Socha, artista polaca que dirigía una escuela de actuación o Ángela Ramos de Rotalde, periodista, feminista y simpatizante del comunismo de José Carlos Mariátegui, experta de guion a fuerza de redactar las sinopsis de los estrenos cinematográficos para los periódicos. Igualmente, en el período sonoro era inevitable convocar a la diseñadora de moda Mocha Graña, que ya desde jovencita nutría una impresionante colección de vestidos originales del Perú de todas las épocas. O escriturar a las voces de la canción criolla que, en un momento en que nacía la técnica del sonido, no solo debían irradiar una bella presencia frente a la cámara, sino una técnica perfecta detrás del micrófono. Al respecto puede mencionarse el caso particular de la “reina del criollismo” Jesús Vázquez, entonces de 17 años, a la que algunos directivos de Amauta no querían en el filme por considerarla “cholita”, pero que se impuso por su magnífica interpretación.

Es posteriormente, con la especialización del cine y para hallar un medio de expresar su voz en una estructura siempre más patriarcal y compleja, que se especializan en filmes de ensayo, firmas de distribución o realización de noticieros y documentales de arte o encuentran una estructura de producción más igualitaria como algunos colectivos de producción en los años ochenta o aún en empresas familiares. Para las que han continuado en la misma estructura de las “grandes” productoras, el camino se ha hecho injustamente larguísimo, pasando decenios antes de que pudieran realizar sus primeros largometrajes.

De igual manera, la historia del cine se ha movido por paradigmas y los historiadores, muchos de ellos ex-críticos de cine, se han basado inicialmente en las fuentes periodísticas y los medios del siglo pasado, que seguían estas corrientes. Se ha “traspuesto” entonces en la historia los estrechos moldes de los medios, que han privilegiado una especialización por géneros, el interés por la diva en el cine mudo, en el director y los aspectos más visuales del cast técnico, como la dirección de fotografía o la escenografía en el período sonoro y a la actriz protagonista como trabajadora única de la obra, responsabilizándola incluso del éxito del filme.

María Elena Benites

La muestra virtual Rebeldes y Valientes: mujeres detrás de la cámara (1913-1992), es importante porque da luz a las mujeres rebeldes y valientes que lucharon su espacio y se lo ganaron a pulso, levantaron su voz y nos dieron su ejemplo en un sector que ha sido muy machista durante décadas; donde las mujeres siempre estuvieron detrás de las cámaras, suministrando, diseñando, maquillando, produciendo, gerenciando, administrando, pero invisibles, sin voz, sin mirada, sin vivencias. Podías dar todo de ti como profesional, pero no te tocaba mirar por el visor, ni escuchar por los audífonos, ni dirigir tus historias… El pretexto, la cámara pesa te decían, la nagra pesa te advertían, es agobiante dirigir y, además, necesitamos alguien que haga la producción, terminaban.

Esta muestra me conmueve mucho por ser un homenaje a nuestras, abuelas, madres y hermanas, que desarrollaron por largo tiempo y en las sombras la aún incipiente industria cinematográfica que tenemos; fueron las que sembraron las semillas que en los últimos años han hecho florecer tantas mujeres seguras de tomar un cámara y contar sus historias con el coraje y la sensibilidad característica de nuestro género. Es importante también porque es un punto de partida para reconocernos, encontrarnos, conversar, analizar y planear que queremos y necesitamos las mujeres que estamos vinculadas a algún esclavón de la cadena productiva del cine y el audiovisual. Dicen que a lo largo de casi 80 años más de 300 mujeres trabajaron detrás de cámaras… una tarea pendiente es conocerlas y reconocer su aporte, su rebeldía y valentía.

Jenny Velapatiño Neyra

Organizar la muestra Rebeldes y Valientes: mujeres detrás de la cámara (1913-1992), en donde las mujeres sean las protagonistas de sus historias contribuye a visibilizar el aporte que realizaron desde las diversas áreas de la cinematografía nacional en las cuales trabajaron no solamente codo a codo con los hombres, sino que muchas veces fueron el motor fundamental para que los proyectos se cristalicen y salgan adelante. El trabajo que se hace en este medio es una labor esencialmente creativa y en equipo, nadie hace una película totalmente solo. Las mujeres en los rodajes siempre hemos tenido una presencia activa y sólida y es gracias a ello, que muchas mujeres han comenzado a destacar, en el campo de la dirección y han conseguido mayor reconocimiento internacional que sus pares hombres.
Y allí están las numerosas fotografías que la muestra “Rebeldes y Valientes” expone, para dar cuenta de la valiosa participación de estas mujeres en la historia de la cinematografía peruana y por supuesto también en el desarrollo del país; en tareas vinculadas, no solo, a los quehaceres propios de lo cotidiano o lo doméstico, sino también referidas a la creación.

¿Realizar proyectos con exiguos presupuestos, conseguir auspicios, convencer a empresarios que inviertan y apuesten por obras cinematográficas, entre muchas otras actividades no son acaso tareas que han pertenecido o pertenecen al cotidiano masculino o al mundo laboral de los hombres, y que las mujeres hemos realizado con exitosa creatividad en este oficio? Ahora que los prejuicios hacia las mujeres van cediendo lentamente, pero cediendo al fin y al cabo considero que la participación femenina en la escena cinematográfica nacional creció significativamente. Sus voces son escuchadas y las generaciones actuales parecen valorar en la justa dimensión sus luchas, logros, conquistas e identidades.

En el cine, las mujeres siempre han desempeñado roles protagónicos de manera silenciosa y lo han hecho muchas veces por esa actitud aprendida e impuesta de llevar la fiesta en paz, para que no las tilden de personas conflictivas por reclamar demandas y derechos justos. Felizmente esta actitud, ha cambiado sustancialmente y sus voces se han dejado oír en temas que siempre han sido materia de preocupación y análisis como el hecho de contar con ambientes seguros de trabajo, incursionar en jefaturas de áreas, lograr la paridad de género y el pago de sueldos equitativos, así como la posibilidad de expresarse desde la dirección con una mirada propia.

Las mujeres, cada vez más acceden a espacios que en el cine han sido por naturaleza territorio masculino, como el área de luces por ejemplo por mencionar el más visible en este maravilloso mundo del celuloide como se suele decir y que ha sido gracias a la perseverancia de mujeres talentosas, que se saben capaces de crear y realizar cualquier actividad con diversos equipos que se organizan en los rodajes. No es casual que en las escuelas o universidades peruanas donde se enseña cine, la presencia de las mujeres es significativamente mayor y estos espacios van siendo conquistados con tendencia a crecer. Ojalá que este empoderamiento femenino se refleje, también, en las regiones y no solo en Lima o en las capitales de las provincias.
No se trata de cambiar hombres por mujeres, o directores por directoras sino de entender a cabalidad cada posición, el rol que cumplen las cabezas de área y en este sentido, que todos son necesarios e importantes. Desde mi quehacer en el campo de la producción considero que el binomio director/a-productora es fundamental e indispensable para una finalización exitosa de la película. Este binomio es el eje y la columna vertebral del proyecto, sin este entendimiento el proyecto está destinado a no llegar a buen puerto.