Gabriela Freyre
Lima, martes 24 de marzo de 2020
Estruja sus manos, una, dos, tres, cinco veces. El gesto le dibuja una sonrisa que esconde estupor. Vuelve a estrujar sus manos. Se levanta, se sienta, se levanta otra vez, da vueltas sobre sí. Observa a su alrededor como intentando reconocer objetos. En realidad, cavila. Finalmente se anima a salir. Es el día cien.
Piensa que las cosas cotidianas están ahora en una dimensión desconocida, y es como si fuera la primera vez que las mira, sin reconocerlas. Cruzando el umbral de la puerta, todo se le antoja incongruente.
Empezando por la manija: no logra asirla con firmeza y el ruido que provoca al rebotar sobre sí misma, la sobresalta. El pavimento de la acera se desliza bajo sus zapatos de entrecasa, que ha olvidado cambiar por las zapatillas blancas con que solía caminar los días libres. Un vahído. No se oye sonido alguno. Mira hacia un lado, mira hacia el otro, y no ve a nadie. Esa melodía sí la oyó en su cabeza. Percibe un aroma a condimento que surge intensamente desde un grupo de casas idénticas dispuestas en hilera, no puede determinar desde cuál. Ahora sí, suena a lo lejos una sirena.
No deja de ser confuso. Ni esperanzador ni desalentador. Simplemente confuso: que las cosas no permanecieran en su lugar, el lugar de siempre. Precisando, piensa que si están en ese lugar, mas su connotación es otra. El auto empolvado y la bicicleta oxidada en las calles limpias. La bodega abierta y repleta el mercado en la ciudad repoblada. La idea precisa y la esperanza tenue en la mente vacía.
Deambula. Observa a otros transeúntes hacer lo mismo. Sonríe. Ya nadie lo hace verdaderamente. Como muecas, asoman en sus rostros que esconden estupor. Ha realizado el ademán de acercarse a alguien, que huye. Dos metros entre ambos. Ha levantado un brazo, y ha hecho el gesto de alcanzar con la mano al prófugo.
Sus labios han permanecido cerrados. No es capaz de articular palabra. Los otros transeúntes tampoco. Deambulan todos en un silencio entrañable.
Súbitamente, resuenan unos pasos. La siguen. Grita.
1.Despierta, solo siente el sudor. Sin duda, tienen que cambiarle la ropa. COVID-19. Este encierro es la vida.
2.Despierta, solo siente el sudor. Sin duda, tiene que cambiarse la ropa. El climaterio ha llegado. Este encierro es la vida.