¿Qué cambios a nivel tecnológico experimentó la sociedad peruana a propósito de la pandemia global?… En la siguientes líneas nuestro invitado Edwin Chávez, entendido en el tema de tecnología nos brinda su particular mirada
Estudió Literatura en la PUCP. Formó parte del equipo fundador de la plataforma de periodismo ciudadano Lamula.pe. Actualmente, es Director de Marketing de la Red Científica Peruana. En 2021 publicó la novela Retrato de un joven. Nos referimos a Edwin Chávez, quien nos ofrece algunos alcances sobre los cambios que experimentó el segmento tecnológico durante la actual pandemia global.
-Edwin, la pandemia global que aún la padecemos alrededor del mundo cambió a las sociedades de manera global. Desde el mundo de la tecnología y toda la parafernalia que la componen, cuáles fueron los cambios más significativos que se han registrados en nuestras sociedades.
-La pandemia aceleró el proceso de adaptación digital de las sociedades, pero únicamente aquellos países que ya contaban con una infraestructura de conectividad integrada han podido abarcar este desafío mejor que otros. Sin duda, aceleramos nuestra adaptación digital como sociedad, pero eso no necesariamente implica un cambio de paradigma en la manera de enfocar las cosas. Mi perspectiva sobre este campo es que lo que vivimos en el Perú durante la primera parte de la pandemia fue más bien una aceleración y desaceleración en nuestra transformación digital. Quizá porque el déficit económico ya no permite más inversión digital. El término página web, por ejemplo, fue un hito de búsquedas en Google Perú en marzo de 2020, al inicio de las cuarentenas. Sin embargo, después de año y medio vuelve a estar casi al mismo nivel que en la época pre pandemia. Quizá el aspecto más importante que puedo resaltar es que ha habido una mejora para acelerar la transformación digital desde el sector público y eso ha generado trámites más inmediatos y mejores servicios al ciudadano. Las circunstancias nos obligaron a experimentar una relación más intensa con la tecnología principalmente en el campo de la comunicación. El asunto está en que estas tecnologías ya estaban aquí antes de la pandemia y solo los sectores que tenían una infraestructura desplegada e interconectada han podido aprovecharla.
-El teletrabajo se afianzó en el sector público y privado. Se optimizaron los servicios digitales en estos segmentos productivos. ¿Cómo observas todos estos cambios?
-El Estado y muchas empresas han tenido que adaptarse a este cambio de proceso sobre la productividad sin interacción presencial, vigilancia corporativa e identidad digitalizada. Estos tres puntos, por ejemplo, no formaban parte de los procesos del Estado, ya que seguían basados en mecanismos de comprobación física antes que digital. La inamovilidad permitió flexibilizar estos ejes y mejorar sus índices de transformación. Ahora, el Estado avala firmas digitales con un mayor espectro que antes. Imagino que la vigilancia corporativa seguirá aún con ciertas licencias, más por limitaciones tecnológicas que visión de desarrollo. Menciono estos puntos porque es importante entender de qué hablamos cuando hablamos de teletrabajo. Ese cambio de mentalidad corporativa que implica confiar en la persona que nos habla aun cuando no la podemos ver, asumamos su compromiso con la empresa o Estado aun cuando no las podamos vigilar, y confiemos en su identidad aun cuando no podamos comprobarla físicamente, es el cambio más importante porque ha afectado los macro procesos y mega estructuras corporativas. Son las empresas quienes han tenido que aterrizar su visión a la realidad. Las personas realizamos videollamadas desde el 2000, cuando apareció Skype. Y nos hemos relacionado por redes sociales desde hace más de quince años. Así que no ha sido el cambio de las relaciones entre personas lo que se ha llevado a cabo en la pandemia, sino la relación de corporación-ciudadano en su más elemental composición: cuánta licencia y permisibilidad una macroestructura puede permitirse cuando se trata de dejar de lado la vigilancia.
-Pese a todos estos cambios tecnológicos este segmento tiene también su talón de Aquiles. La internet no es un servicio que llega a las grandes mayorías. Consideras que esta problemática continuará…
-Mi impresión es que aún estamos en un discurso de desarrollo tecnológico de hace dos décadas por parte de los principales actores del país. Ya no se trata únicamente de conectividad y acceso, sino de cómo podemos acelerar el proceso de transformación digital en todas las esferas de nuestra estructura productiva y social. El caso emblemático es Estonia. Un país que quizá pocos hayan oído hablar. Pero sí, es el paradigma de digitalización en Europa. Skype nació en ese país. Cuando tuvieron que reconstruir su nación en los 90 con la caída de la Unión Soviética, Estonia se enfocó en ir directamente a sentar sus bases sobre la digitalización, descentralización y servicios inmediatos a favor del ciudadano.
Se saltaron el proceso analógico y pasaron directamente a lo digital. Desplegó desde 2001 una ambiciosa plataforma de gestión de datos, interconectando todos los sectores claves de su mega estructura estatal. Ese discurso lo siento aún disperso y primitivo en los actores políticos del país. No se trata de darle una conexión Wi-Fi al ciudadano, se trata de ponerlo en el centro de una red de datos, con acceso a diferentes tipos de servicios en el que no solo interactúe con una interfase, sino que también tenga una voz y un voto en estos procesos. Hoy en día se menciona mucho sobre la cuarta revolución industrial, big-data, la internet de las cosas, computadoras cuánticas, cadena de bloques o blockchain, robótica e inteligencia artificial, y esos son los temas que deberían estar en agenda cuando hablamos de tecnología e Internet. Hay un enorme cambio de paradigma allí. ¿Es posible hablar por ejemplo de una moneda digital? Pero sin duda, sin el acceso básico y un despliegue que interconecte a todo el país digitalmente, es imposible poder dar un gran salto de desarrollo que acelere no solo procesos burocráticos, sino también la educación, la productividad e intercambio comercial.
-El crecimiento del uso de la red de redes en estos dos últimos años ha sido significativo. ¿Qué implica todo este incremento para el sector?
-Esta es una pregunta clave en el sentido de cómo podemos entender el aumento del uso de la infraestructura de la red. La pandemia obligó a desplegar todos nuestros datos y comunicaciones a través de Internet, que implicó un uso mucho mayor de tráfico, adopción tecnológica e inversión en infraestructura, tanto a nivel micro como macro. Las empresas nativas digitales crecieron, las conversiones digitales también, y las que aún estaban en proceso de digitalización tuvieron que adaptarse rápidamente. Pero hay otros sectores cuya naturaleza les ha sido más difícil capitalizar todo esto. Hablo de la gastronomía o turismo. Si bien el consumo de Internet crece, estamos bastantes dependientes de tecnología de otros países a nivel macro, y seguirá así por un buen tiempo, espero que no siempre. Y ese es el gran desafío desde mi punto de vista. Si uno desea anunciar un bien, el camino más rápido y efectivo que tiene son plataformas como Facebook o Instagram. Si desea pedir un delivery, plataformas de Estados Unidos, México o Brasil. Si queremos hacer una videollamada, plataformas chinas o americanas. Podría enumerar muchas más actividades diarias en las que nuestras interacciones, datos, y divisas salen del Perú y son compartidas por una gran empresa transnacional con servidores cuánticos, inteligencia artificial y miles de programadores. Algunas de estas empresas, sin embargo, nos brindan inteligencia, es decir, nos ofrecen datos para entender los comportamientos de nuestro consumidor o usuario. Cuanta más grande es la red que gestiona una empresa, más datos deben analizar para obtener un conocimiento sobre sus usuarios. Obtener escalabilidad digitalmente es posible, pero también requiere de inversión. La digitalización por eso no solo es tener un dominio, subir una plataforma de e-commerce, sino entender cómo se interactúa con nuestro servicio, cómo en sí un actor hace uso de la red. Perú no será un país que genere tecnología madre por ahora, pero debe capitalizar muy bien en su conocimiento de la gestión y análisis de estos datos para poder lograr mayor utilidad y brindar mejores servicios.
-Finalmente. ¿Qué le permitirá al sector educación y cultura el desarrollo de la tecnología?
-Este es uno de los puntos centrales sobre el futuro de cualquier país. Hay un nuevo actor que está jugando un rol clave en la velocidad del desarrollo y la productividad, que es la programación web o móvil. Hay una gran tendencia en países desarrollados de incluir aprender un lenguaje de programación como si se tratara de aprender inglés. Ambos en realidad están muy entrelazados porque las variables y funciones de cualquier lenguaje de programación están escritas en inglés. Mientras no nos demos cuenta de la importancia que esto tiene en la formación de cualquier estudiante, más difícil será que un país pueda no solo adaptarse a los cambios rápidos que la tecnología de por sí genera, sino que será incapaz de generar productividad al nivel que un país desarrollado necesita en un ecosistema globalizado. No se trata aquí de aprender a programar, sino de entender cómo está funcionando el mundo digitalizado y ese cambio de paradigma es muy similar cuando uno aprende un idioma nuevo como el inglés. Podría decir que no se trata de entregar un iPad, sino de aprender a desarrollar aplicaciones para iPads e incluso armar y entender cómo funciona un aparato como este. Mientras no entendamos que la tecnología no es un fin sino un medio, será muy difícil acelerar todos los procesos obsoletos y burocráticos que se arrastran desde hace varios años. Una vez que podamos tener una sólida base en la manera en que la tecnología está construida, podremos manipularla e innovar sobre ella.
Por otro lado, lo que la tecnología está permitiendo es la facilidad para entregar valor y conocimientos, así que vislumbro una hiperfragmentación de información y lo que vamos a tener que aprender será a ser curadores de datos. Mi impresión final es que los cambios que están reconfigurando nuestra manera de entender el mundo se están dando ya ahora mismo en las tecnologías disruptivas, el ARN muy comentado por la vacunación, la cadena de bloques en que se basan las criptomonedas, o los NFT (non-fungible tokens) que permiten transferir activos firmados y originales, siglas que pueden sonar inexplicables para muchos ahora, pero que en los siguientes meses serán tendencia. Messi, por ejemplo, lanzará su colección basada en tecnología de tokens o NFTs. Aston Kutcher, presentó una película también basada en una colección NFT a inicios de agosto. La película Space Jam también lanzó su colección de NFTs como campaña de marketing para su pre-estreno. La producción cultural ya está experimentando un cambio en la manera de interactuar con las audiencias. Para adquirir un NFT, por ejemplo, tú necesitas criptomonedas. Cuando este proceso se vuelva tendencia, veremos un cambio profundo en nuestra interacción con los bienes. Lo menciono porque estas tecnologías disruptivas son difíciles de captar ahora, pero su auge y adopción tienen al 2021 como año de inicio, millones de dólares en bienes artísticos o NFTs han sido transferidos, y trastocarán nuestra manera de relacionarnos con otras personas. Mi impresión es que, sin la pandemia, estas disrupciones tecnológicas habrían sido más lentas. Habrían tomado dos años quizá. Pero sus efectos serán ya notorios a fines de este año.