Posterior a la publicación de dos libros de poesía, el autor acaba de publicar Radiografía de cuerpos salvajes (Animal de Invierno, 2022), irreverente conjunto de relatos en donde podemos apreciar a personajes extravagantes, situaciones incómodas y una violencia contenida. Nos plantea además un recorrido por ambientes que se caen a pedazos como sus protagonistas, un viaje a máxima velocidad con el humor, el exceso y el desenfreno como acompañantes.
Fotos: Diego Panta
Al respecto, Lima en Escena, charló con el autor
-César, si hacemos un paneo por los vericuetos de los 14 relatos de Radiografía de cuerpos salvajes , claramente estamos ante un tema de memoria familiar, amical, de pareja, laboral y social. Cuéntanos cómo fue todo este proceso.
-Los 14 cuentos han sido escritos en un total de 20 años. Hay relatos que van desde una versión adolescente de mí mismo, y que alimentaba a partir de mis vivencias, hasta mis más recientes versiones donde se abarcan temas que se alejan ya del sujeto amoroso y se adentran en otro tipo de inquietudes. Desde cuentos que revelaban mi obsesión juvenil por los vínculos amorosos hasta mi interés por presentar historias que quizá se alejan de lo autobiográfico, pero tienen la intención de revelar aspectos de la condición humana sobre los cuales reflexiono.
Lo que más disfruto del proceso de publicar un libro es imaginar las historias y escribir. Luego, trabajar con un editor, como fue en este caso junto a Lucho y Diego, también resulta enriquecedor, ya que me gusta estar abierto a cualquier sugerencia que permita llegar a una mejor interación del relato. Además, me parece un desafío creativo interesante cuando me indican algún camino a seguir y hay que encontrar la forma de recorrerlo sin dejar de serle fiel a la voz que pretendo lograr, así como a mi identidad.
-El padre es un elemento recurrente. El bebedor, el que abandona, el que te pasa la franela para redimirse de todos sus remordimientos. ¿Es crudo ficcionar la imagen del padre con sus taras teniendo como base una sociedad patriarcal?
– Vivimos en una sociedad donde la figura del padre es la del padre ausente, ya sea física o emocionalmente. Para generar situaciones difíciles y de conflicto en mis personajes, he tenido que presentar la imagen de padres que se distancian mucho de lo que es mi padre. Ha sido crudo, en todo caso, negarles a mis personajes un padre como el que yo he tenido. Ha sido crudo pero necesario para retratar el punto de partida de donde surgen muchos de nuestros problemas como sociedad. No me refiero sólo al padre biológico, sino a la figura de un padre, que, por ejemplo, debe cumplir el Estado, el Gobierno a través de nuestros representantes. Y ojo que por el rol de padre no me refiero a una cuestión de género, sino al padre como figura de alguien que protege, que provee, que vigila, que escucha, que aconseja. Un rol que pueden cumplir tanto hombres como mujeres. Sobre todo, en una sociedad donde hay que hacer un monumento a tantas mujeres que han cumplido este rol mucho mejor que tantos hombres.
Los encuentros afectivos. En los reales y los platónicos desarrollas una trama que va desde lo salvaje -el sexo como tal- hasta lo poético. ¿Es una forma de seducción?
Escribir es una forma de seducción. Comunicarnos siempre es una forma de seducción. He dedicado mi vida a escribir: literatura, periodismo, dictar cursos relacionados con el ejercicio de escribir. En cada uno de esos ámbitos siempre he sido consciente, tal como lo soy al leer cualquier obra, de que escribir y comunicarnos con otro siempre es un ejercicio de manipulación. No entendamos ese ejercicio solo con una carga negativa, pues a veces debemos manipular a otros por su bien.
Y sobre el sexo, parafraseando a Woody Allen él afirma que, si el sexo no es sucio, no lo estamos haciendo bien. Yo quiero añadir que debería ser salvaje y sutil al mismo tiempo. Creo que el ser humano es contradictorio y que nuestro éxito como seres humanos consiste en admitir que lo somos, en reconciliarnos con la idea de que en nuestro interior habitan fuerzas opuestas siempre en conflicto. En mis relatos quiero evadir lo políticamente correcto por un rastro de violencia y sinceridad. A ver si nos animamos a reconocer que aquello habita en nosotros mismos. Así como habita en nosotros también lo poético, el valor de los silencios, la carga emocional en lo que no se dice o en lo que se dice pero sólo sugiriéndolo. El sexo es al mismo tiempo directo pero sutil, el discurso del cuerpo es directo, pero las miradas, los gestos, la intuición para conectar con el otro bien podrían considerarse parte de un acto poético.
La efervescencia juvenil se trasmite en los diversos personajes que nos hablan de sus experiencias de vida en la familia, grupos de amigos, universidad. ¿Estos cuentos surgieron durante esta etapa?
Algunos surgieron en esta etapa y otros surgieron como vestigios de aquella etapa. De niño siempre me encontraba en conflicto entre la libertad de mi mundo fantástico, libre, lleno de personajes alucinados, y todas las normas, prohibiciones y represiones que venían del mundo de los adultos. Incluso llegué un día a prometerme, con mucha seriedad, que nunca iba a dejar de ser niño.
La evolución de una persona no se da anulando, cancelando lo anterior. Nos construimos tomando como pilares aquello que fuimos. En mi yo adulto que paga el recibo de luz y tiene un trabajo también habita el niño que gasta su dinero en videojuegos o muñecos de las Tortugas Ninja y autitos. ¡Y qué bueno!, porque nos volvemos cínicos con el tiempo y yo prefiero que mis personajes tengan esa ingenuidad y esa fuerza vital que nos conducen cuando somos más jóvenes. El día que se haya perdido eso, supongo que se perderán las ganas de escribir, de crear. El arte, la creación, es juego. Quizá, incluso, escribir es una forma de no dejar de ser aquel niño y aquel adolescente.
Para terminar. Cómo surgió el César Nieri escritor… ¿Qué te llevó a la literatura?
-A la literatura me llevó el hecho de estar triqueando Matemática 1 cuando intentaba estudiar Economía; mi incapacidad para relacionarme con los demás y sobre todo con las chicas, cuando llegué a mi vida universitaria y en los huecos, entre clases, me ocultaba de la gente en los cubículos de los baños. Llegué a la literatura cuando dejé de escapar de ella gracias a los traumas que hoy en día sigue generando el Plan Lector, tan mal aplicado en las escuelas. Llegué por curiosidad y buscando un refugio, para encontrar que la literatura podía albergar todas las formas de decir algo que resonaba conmigo. Llegué a la literatura cuando ya no podía dibujar todo lo que imaginaba, cuando comprendí que me había pasado toda mi vida dibujando pero que quizá la mejor forma de hacerlo era usando las palabras. Llegué a la literatura luego de jalar Lenguaje 1 en la universidad, luego de comprobar la traición que significaba que mis profesores del colegio no se hubieran preocupado de enseñarme a “escribir bien”, luego de entender que no puedes aprender a escribir si no lo aprendes con el corazón, con los sentimientos involucrados. Llegué, como dice Mario Vargas Llosa, para rebelarme contra todo lo que me molestaba, para tener una revancha y una redención al mismo tiempo. Llegué a la literatura como llego a ella cada vez que abro mi laptop, o mi cuaderno, y escribo algo para que todo este absurdo tenga sentido. Para estar seguro de que hay algo en la vida a lo que dedico mi vida sin esperar recibir nada a cambio, simplemente por el hecho de sentirme satisfecho y completo al hacerlo.
Sobre el autor
César Nieri (Lima, 1984). Licenciado en Comunicación y Maestro en Dirección Estratégica de Contenidos por la Universidad de Lima, donde se desempeña como docente. Obtuvo durante dos años consecutivos (2007 y 2008) el Primer Premio en la categoría de poesía de los Juegos Florales de la Universidad de Lima. Ha publicado los poemarios Extraño Abril (2012, Borrador Editores) y Antología de jóvenes e inéditos poetas que no sobrevivieron a un extraño abril (2022, Edward Perales). Formó parte, en el 2012, de la antología poética Me Usa, Brevísima Antología Arbitraria Perú-Uruguay, publicada por Paracaídas. En el 2017, 2018 y 2019 fue finalista del concurso El cuento de las 1,000 palabras, de la revista Caretas.