El libro de poesía “Noches de Adrenalina”, ópera prima de Carmen Ollé (Premio Casa de la Literatura Peruana) cumple 40 años de vida, una variedad de reediciones, una traducción al inglés. Hasta el momento Carmen Ollé está considerada una de las autoras más importantes e innovadoras de la literatura peruana contemporánea con más de 10 libros publicados en poesía, relato, novela, teatro, entre otros. Razones de sobra para sumarnos a los homenajes. Entrevista y Fotos: Rosana López Cubas
Llevo algunas décadas de leer sus libros, disfrutar de su poética, narrativa, dramaturgia, de admirar a la escritora, a la persona. Poseedora de una sencillez y bondad invaluables charlamos con Carmen Ollé a propósito de los 40 años de «Noches de Adrenalina». «Sin poder salir de mi reducido barrio, debido al confinamiento por la pandemia del COVID 19, solo me da alegría ver pequeñas ciudades o pueblos lejanos en Internet; donde me gustaría vivir tranquila cerca de la naturaleza. Algo que sí se ha vuelto en mí muy fuerte es el deseo de conocer más sobre la ciencia y el porqué de todo lo que nos rodea», comenta en la presente interviú para Lima en Escena.
-Carmen, Noches de Adrenalina, tu primer poemario, cumple 40 años y aún se mantiene fresco e innovador…
– A veces, a propósito de los homenajes, me encanta ser sarcástica. Sí, Noches de adrenalina lo escribió una chica de 30 años (hace cuarenta años, a esa edad ya no se era “una chica”, pero no importa), llamada Carmen, quien vivía intensamente el amor, el placer, y era muy contemplativa; ¿curiosa paradoja, verdad? Porque si vives de esa manera el amor, no puedes quedarte sentada en una banca del parque; o sobre tu cama. Pero, en efecto, vivía intensamente el amor de varias maneras: a los 15 años, muy platónicamente; a los 13 hormonalmente, descubriendo mi cuerpo e interesándome en cualquier hombre que estuviera cerca: un tío político, un albañil, un sacerdote alemán bello como un efebo.
El libro se remonta también a mi etapa adolescente transgresora, ya que no resistía la manera pacata de pensar a mi alrededor. La hipocresía y la degradación de la gente en las calles de Lima, los borrachos, los mendigos, los rateros, los dementes, que desaparecieron un día de las calles; dicen que los fondearon. En la puerta de la Iglesia de La Merced se reunía un grupo de personajes perturbadores; yo entraba a esa iglesia no a rezar sino a observar a los fieles. Caminaba mucho por el centro de Lima, y cuando viajé ya casada con Enrique Verástegui y nuestra bebé Vanessa, todos estos cuadros y escenas se plasmaron en mis libros.
-En retrospectiva, ¿qué es lo que más te llama la atención de Noches de Adrenalina?
-La verdad sea dicha: me llama la atención sobre todo mi desparpajo para poner cosas en el papel sobre los flujos, detritus, entre otros, del cuerpo femenino. Incluso cuando me piden ahora que lea un poema del libro, evito esas partes. ¿Qué quiere decir eso? Habría que preguntarle a un psiquiatra. La repuesta podría ser: en este tiempo tienes otras maneras de decir cosas análogas en narrativa, como en mis novelas cortas Halo de la luna o en Amores líquidos. Lejos de la voz poética del poema, son esta vez los personajes los que asumen este desparpajo o impudor para actuar y hablar.
– ¿Cuánto cambió Carmen Ollé?
-Son cuarenta años, querida Rosana, tengo 73 años, y el Perú ha cambiado no sé ya en qué términos, pero sin hablar de corrupción ni de pobreza, ya no me ubico entre las nuevas generaciones. Estas tienen otros gustos en todo sentido, especialmente en la música y en sus intereses culturales. No me he ensimismado más, salvo por esta cuarentena, aun así estoy al tanto de todo lo que pasa. Sí, creo que me siento más aislada; no sola, porque vivo con mi hija y mi nieto tan queridos y por los que debo preocuparme también. Pero sin poder salir de mi reducido barrio, debido al confinamiento por la pandemia del COVID 19, solo me da alegría ver pequeñas ciudades o pueblos lejanos en Internet; donde me gustaría vivir tranquila cerca de la naturaleza. Algo que sí se ha vuelto en mí muy fuerte es el deseo de conocer más sobre la ciencia y el porqué de todo lo que nos rodea.
– La preguntas trilladas… ¿Retornarás a la escritura poética?
-Sigo leyendo poesía, aunque cada vez más antigua, la lírica japonesa, latina, griega; del siglo XX me sumerjo en la poesía expresionista; en la vida de los poetas, admiro la vida errante de Basho, de Rimbaud. No me gusta este sedentarismo. Para escribir un poema debería convertirme en surfista y estar en la cresta de la ola, espero poder hacerlo como Sofía Mulanovich.
–Noches de adrenalina para algunas autoras peruanas, por ejemplo, es un título de estudio constante. ¿Qué opinas al respecto?
-Los lectores y lectoras tienen la libertad de escoger, pero felizmente –como dice mi amigo del colegio, el pintor Ramiro Llona- nunca hay consenso ante las obras artísticas o literarias; y eso salva cualquier libro de literatura. Una aceptación plena sería terrible.
-La academia considera que es un título emblemático…
-Espero que no tenga carácter de emblema ni simbolice algo; Noches de adrenalina es lo que es y lo que desea llegar a ser en cada lector.