Académico y escritor peruano, profesor en la Universidad de Maine, nos ofrece una entrevista a propósito de la segunda edición de su libro “Ciudad Satélite”. Asimismo, nos adelanta que en breve publicará una antología poética sobre Lima. Esta incluye el trabajo de aproximadamente cincuenta poetas peruanos y peruanas que han escrito sobre la ciudad capital. Foto de portada: archivo del autor.
Ensayista, narrador y académico destacado, Carlos Villacorta es además un poeta relevante. Hace algunos días la editorial independiente Intermezzo Tropical publicó la segunda edición de su poemario Ciudad Satélite, original título que apelando a la memoria familiar, social, política y el potente tema de la migración nos ofrece un interesante mapeo poético sobre su infancia en plena violencia de los ochenta, sus traslados a espacios por donde vivió: Ventanilla, La Victoria, San Miguel, Boston, y ahora en el estado de Maine, en Estados Unidos. Al respecto, Lima en Escena charló con el escritor.
-Carlos, más allá del tema de la memoria familiar, social, tu poemario Ciudad Satélite nos lleva por la cartografía de dos ciudades bien definidas: una periférica: Ciudad Satélite y otra moderna: Nueva York. ¿Cómo surgió esta articulación?
-Como migrante e hijo de migrantes siempre tuve presente esta idea de movilizarme de un espacio a otro. Esto se hizo más evidente cuando vine a vivir a Estados Unidos el 2004 para hacer un doctorado en literatura latinoamericana. Viviendo en Boston fui dando forma a esta idea y transformándola en poesía. Ciudad Satélite nace de un choque entre mi identidad como peruano y los diferentes espacios por donde he vivido: Ventanilla, La Victoria, San Miguel, Boston, y ahora en el estado de Maine. El reto fue construir con un lenguaje poético la experiencia íntima y familiar del traslado, los lenguajes de la urbe periférica y central que siempre se intercambian y se anulan. El título del libro, que se refiere a la Ciudad Satélite de Ventanilla donde vivió mi familia sirve como eje que articula toda esa experiencia poética.
-La ciencia es un tema recurrente en tu poesía, en tus investigaciones. Materia oscura (2017, Intermezzo tropical) y Ciudad Satélite (2021, Intermezzo Tropical) plasman poéticamente este interés. ¿En qué momento la ciencia se torna una pieza clave en tu escritura, en tu poética?
-Siempre he sido lector de ciencia, especialmente de dos temas: el cuerpo humano y las teorías sobre el universo. Ambas se encuentran en mi poesía desde mi segundo poemario Tríptico (2003), pero se desarrollan más en los dos libros que mencionaste. En mis lecturas de Cosmos de Carl Sagan, Historia del tiempo de Stephen Hawkings, y ahora Siete breves lecciones de física de Carlo Rovelli, he encontrado mucha relación entre las ciencias y la literatura. ¿No es la poesía como la materia oscura, un ser que nos rodea, aunque no podamos comprobar su existencia?… Así también la literatura es igual al tiempo: ahí no hay ni pasado ni futuro, sino el presente que se relata, que es la pura memoria en palabras. Estas son ideas que guían mi escritura, ya sea en poesía o en narrativa.
-Asimismo, la ciudad y sus problemáticas desde la memoria familiar y social es la pieza angular en tus obras. Pienso en Alicia, esto es el capitalismo y ahora Ciudad Satélite…
-Sí, en todos mis libros hay una cartografía de la memoria. Además de la historia o de las experiencias poéticas, retrato espacios muy concretos: la Ventanilla de mi infancia, La Victoria de mi adolescencia, la Lima de mis años noventa. Pero la diferencia está en la articulación de cada espacio según el género literario. Si bien mi novela Alicia, esto es el capitalismo comparte temas comunes con Ciudad Satélite, la ejecución es diferente porque las reglas de la poesía y de la narrativa no son iguales. Mientras que Alicia es una novela sobre una pareja en una ciudad despiadadamente neoliberal, Ciudad Satélite es una recuperación íntima y poética de la memoria familiar.
-Carlos, qué papel juega tu abuela -la que teje frente al televisor sin imagen lo cual te lleva al tema tecnológico- y tu mamá -a la apreciamos en una foto del libro- en todo tu proceso creativo escritural.
-Mi abuela, con sus 94 años, es la matriarca de la familia. El poema “Ciudad Satélite” es un recuerdo sobre mis abuelos. En esa época, mi abuela siempre tejía en las noches mientras esperaba a que regresara mi abuelo de trabajar. Él era microbusero y era quien sostenía la casa económicamente hasta que falleció en un terrible accidente automovilístico. Esta tragedia nos afectó a todos, especialmente a mi mamá. De mi abuela y mi madre aprendí la disciplina y dedicación, elementos que apliqué a mi trabajo literario. Mi mamá es secretaria y vi cómo mecanografiaba y tomaba apuntes en taquigrafía. Supongo que la tecnología está en estos tres elementos: el micro de mi abuelo, el televisor, los palos de tejer de mi abuela y la máquina de escribir de mi madre. Sumo a estos el trabajo con el lenguaje.
-Ciudad Satélite, uno de tus libros clave en tu producción literaria se reeditó después de una década. Hoy su lectura me remite a distritos invadidos por familias pobres que no tienen donde vivir a propósito de la pandemia global que recrudeció sus economías… ¿Qué opinas al respecto?
-La historia del Perú se repite tristemente como un dejà vu. Esa historia es la de miles de persona que buscan un lugar donde construir una casa y un hogar. La crisis sanitaria que ha develado la pandemia muestra que nuestros gobiernos no se han preocupado por darnos lo que más necesitamos: vivienda, salud, un trabajo digno y bien remunerado. Ese es el verdadero país del bicentenario.
-Además de la poesía y la ficción, el ensayo y la investigación forman parte de tu trabajo como escritor y académico. ¿Qué viene después de Poéticas de la ciudad?
–Poéticas de la ciudad. Lima en la poesía de los sesenta, es un ensayo donde reviso la poesía peruana de esa década para comprender mejor las propuestas estéticas de una de las más importantes generaciones de poesía del país. Siguiendo en esa línea tengo un par de proyectos que estoy terminado: un libro de ensayos sobre poesía peruana actual y una antología poética sobre la ciudad de Lima. Este último incluye el trabajo de cincuenta poetas que han escrito sobre la ciudad capital en las últimas décadas y que debería salir en este 2021, entre ellos: Carmen Ollé, Jorge Pimentel, Enrique Verástegui, Mario Montalbetti, Eduardo Chirinos, Rocío Silva Santisteban, Mariela Dreyfus, Luis Fernando Chueca, Monserrat Álvarez, entre otros. La primera es una investigación sobre la poesía peruana contemporánea. Parte desde los años setenta con Hora Zero, la Sagrada Familia hasta las propuestas actuales que se pueden ver en propuestas como Anima Lisa o Vallejo & Co. Reviso algunas líneas poéticas como la poesía conversacional, la poesía del desmantelamiento del lenguaje y aquella neobarroca, líneas que se anudan en ese eje espacio-temporal del 60-70, se desenredan en los años noventa y se virtualizan en el XXI. Finalmente, publicaré mi primer libro de cuentos llamado “Lo que dijo el fuego” con Campo Letrado Editores.
– Desde hace algunos años te desempeñas como profesor de Literatura Latinoamericana en University of Maine en Estados Unidos. ¿Cómo estimula este oficio tu producción literaria?
-Ser profesor siempre es gratificante. Poder dialogar con mis alumnos y colegas me permite revisar mis propias ideas sobre la literatura, compararlas con las de otros escritores, así como participar de conferencias y eventos literarios que me enriquecen como escritor. La retroalimentación y el diálogo son importantes para todo investigador y escritor.
-Para terminar. Vivimos un período electorero en donde el fujimorismo pretende gobernarnos de nuevo. Estamos polarizados. Unos apoyan a Keiko Fujimori otros al profesor Castillo. ¿Cómo observas esta fotografía?
-Keiko Fujimori es parte de la misma mafia que estableció su padre en los noventa. La crisis del 2016 fue organizada por el fujimorismo y seguimos en ella. No terminará si no prevalece la justicia y no le dan a ella y a toda la mafia la pena que el fiscal está pidiendo. Castillo es la expresión del hartazgo y alberga la esperanza para que esto cambie y se ayude a los más golpeados, los que han perdido el trabajo, su salud, su casa y sus familiares. Depende de Castillo demostrar que está a la altura de las circunstancias. El Perú lo exige.