Hacia la belleza

La pasión por el arte reúne a los protagonistas de esta historia en un salón de clase. A pesar del breve tiempo que comparten alumna y profesor sienten afinidad. Ella carga con la soledad del sufrimiento y la decisión de guardar silencio sobre sus duras vivencias. Él saca de ese encuentro la culpa y la soledad. Los dos se aferran al arte como un salvavidas para mantenerse a flote el camino del dolor al alivio, de la pena al consuelo. La belleza puede aliviarlos y el compartir salvarlos.

Siempre he pensado que el arte redime de varias maneras. Cuando somos los autores nos ayuda a expresar lo que no siempre podemos decir. Cuando somos los espectadores genera empatía y así nos permite conocernos y reconocernos en nuestra interpretación de la canción, escultura, libro, mural, fotografía, pintura o cualquier otra forma de arte que tengamos delante. La sola contemplación de la belleza del arte alivia y nos da placer y esperanza.

Ante el arte difícilmente se puede permanecer indiferente y este libro es una prueba de ello:

– “Las personas que sufren se agrupan en dos bandos. Las que resisten mediante el cuerpo y las que resisten mediante la mente. O una cosa o la otra; raras veces se dan las dos.”

– “Cuando dos personas se entienden, se dice que hablan el mismo idioma. No un idioma que puede aprenderse, sino uno que se basa en una complicidad intelectual o una afinidad emocional. Este idioma, por otra parte, a menudo se compone de silencios.”

– “… bajo su aspecto distante nadie veía la desesperación; solo un alma herida podía leerla.”

“Hacia la belleza” (2019) de David Foenkinos (París, 1974) me conmovió profundamente. Hasta las lágrimas. Reúne las tres características que más me gustan de una historia: que me emocione intensamente, que me remita a otras manifestaciones artísticas y que cualquiera que sea el camino emocional que me haya hecho recorrer, el sentimiento final sea la esperanza. Todo ese camino transité desde la primera página con la impactante descripción de la atrocidad, las imágenes de las pinturas que me devolvió el buscador y el consuelo de que la belleza del arte transcienda la maldad y la vida humana.

Me acerco a los libros con nada más que mi fascinación por las historias. Cada uno es para mí algo vivo y maleable, con lo que consigo la dosis de belleza, razón e inspiración que necesito en cualquier momento de la vida.